Publicado: 23/11/2012
Mientras le quede un hilo de voz, Huber Matos dedicará la vida a que su Cuba del alma recupere la libertad. Paradojas del destino, él fue uno de los tres comandantes que encabezó la marcha que señalaba el triunfo de la Revolución cubana. Tan sólo nueve meses más tarde, Huber vio como Fidel viraba hacia el comunismo y quiso abandonar. Le pidió regresar a su trabajo de maestro y desvincularse de toda actividad política. Sin embargo, Castro no estaba dispuesto a permitir tal afrenta y lo envió a prisión por un periodo de veinte años. Historias de la Historia que él desgranó en sus memorias: Cómo llegó la noche. Del ayer, del hoy y del mañana nos habla Huber Matos en esta emotiva y reveladora entrevista.
-Huber, ¿por qué no nos cuenta cómo llegó la noche?
-Por la traición de Fidel Castro al compromiso democrático de la revolución cubana. Al inicio de su carrera política, Castro, en su alegato La Historia me absolverá, expuso un proyecto pluripartidista. También en el Manifiesto del 26 de Julio fueron plasmados nuestros ideales democráticos. Nunca hubo dudas durante la lucha guerrillera de que después de derrocar a Batista nuestro pueblo progresaría y desarrollaríamos nuestro proyecto social dentro de un marco democrático, como, por ejemplo, hizo la Costa Rica de José Figueres. Fidel Castro traicionó a la revolución, a quienes murieron, a los que luchamos por ella y al pueblo cubano.
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Camilo Cienfuegos, Fidel Castro y Huber Matos entrando en La Habana en 1959 |
-¿Recuerda, usted, el momento exacto en que dejó de creer en Fidel Castro y su revolución?
-Fui dejando de creer en él paulatinamente. Desde la Sierra Maestra me di cuenta de que le encantaba el teatro personal, que maltrataba a sus subordinados para doblegarlos y para que le temieran. Era también una muestra de falta de seguridad en él mismo. Esas cosas me preocupaban, pero estábamos en guerra contra una dictadura. Yo confiaba en el compromiso democrático de toda la dirigencia del Movimiento 26 de Julio. La reacción a mi carta de renuncia, en octubre de 1959, fue el momento en que todo quedó muy claro. Fidel se vio obligado a quitarse la careta ante el pueblo y ante el mundo, pero sobre todo ante los compañeros revolucionarios. Yo sabía que arriesgaba mi vida, pero la alternativa de huir al exilio no estaba en mis planes. O se rectificaba públicamente o quedaba en evidencia que la inclinación hacia el comunismo era en realidad un proyecto, una traición.
-Huber, usted entró en la cárcel y Camilo Cienfuegos desapareció. ¿Sabe ya qué ocurrió con él?
-Estoy seguro de que lo eliminaron. Cuando Camilo llegó a Camagüey, casi de inmediato, se dio cuenta de que no había tal conspiración. Yo se lo dije: "No te metas en esto porque después de mí vas tú". Todos los oficiales del Regimiento Agramonte discutieron con Camilo y le dijeron que allí no había ninguna conspiración, que yo había renunciado y lo que había que hacer era aceptarme la renuncia y dejarme ir. Que si yo era traidor, entonces ellos también, y había que llevárselos presos conmigo. Eran hombres que habían venido de la lucha guerrillera con credenciales. Camilo creyó que Fidel había metido la pata. En esos momentos Fidel ya había llegado a Camagüey y, como todo estaba en calma, llamó por teléfono a Camilo a mi oficina. Ya yo llevaba una media hora detenido. Allí estaba Ramiro Valdés, un perro de presa de los Castro. Yo estaba a corta distancia de Camilo y lo escuchaba diciéndole a Fidel que había que buscarle una vuelta a la situación, que los oficiales estaban renunciando, que se había metido la pata y que la tropa estaba endemoniada por las acusaciones. Fidel le debe de haber contestado con un insulto fuerte porque Camilo, antes de colgar, le dijo algo así como: "Tú dirás lo que tú quieras, pero esto es una metedura de pata". A mí me llamó el Presidente Dorticós y me dijo: "Huber, hay un escándalo internacional. Esto es un disparate". Estaba buscando a Fidel para hablarle, Camilo hablo con él y le indicó dónde estaba Fidel. Creo que Dorticós se había creído de verdad que él era Presidente.
-¿Cómo logró resistir a veinte años de cárcel?
-Cuando yo era un niño, mi padre siempre me decía: "Huber, en la vida hay que ser fuerte por dentro". En la medida en que crecí, me di cuenta del mérito del consejo. Mis padres me formaron como una persona de convicciones firmes. Ser fuerte ante la adversidad y el favor de Dios hizo posible que pudiera resistir.
-¿Sabe ya por qué Fidel Castro lo dejó seguir con vida?
-Porque el juicio se lo viré al revés. Cuando declaré ante el tribunal que si con mi muerte se salva mi patria y la verdadera revolución cubana: bendita sea mi muerte, los centenares de oficiales del Ejército Rebelde que estaban allí en el teatro de espectadores se pusieron de pie y aplaudieron. Ante eso era un peligro para Fidel fusilarme. Él es un tipo cobarde. Ya dos oficiales revolucionarios se habían suicidado por las acusaciones contra mí. Uno fue el Capitán José Manuel Hernández de Florida, Camagüey. El otro el sargento José García León, jefe del cuartel del Central Vertientes, un muchacho idealista martiano que había luchado con nosotros en las montañas y tenía el cuartel lleno de los pensamientos de José Martí. Él creía con pasión en el programa de la revolución. Estos dos hechos trágicos, y la reacción de los oficiales rebeldes en el juicio, le hicieron pensar a Fidel que era muy arriesgado fusilarme. Como en el Consejo de Guerra se demostró mi inocencia, Fidel temió que algún oficial le pasara la cuenta. Él funciona así. Tiene miedo de las sombras y siempre vivía obsesionado con el peligro de un atentado.
-¿Cómo definiría a Fidel Castro?
-Fidel siente un desprecio inmenso por el pueblo de Cuba. Él, Hitler y otros dictadores que ha padecido la humanidad usaron a sus pueblos para aprovecharse de ellos, en un afán patológico de gloria personal. Fidel es un delincuente que hizo carrera política. Es un hombre demoniaco.
-¿Y a su hermano Raúl?
-Es un segundo que ayudó a su hermano en un proyecto terrible que ha destruido la nación cubana. Ninguno de los dos tiene el menor escrúpulo. Raúl, a diferencia del Fidel, sí creyó en el marxismo. Tuvo un compromiso con el comunismo. Fidel nunca creyó en nada que no fuera su persona, en nada ni en nadie.
-Usted mantiene que Fidel odia profundamente a Cuba. ¿En qué sustenta esta afirmación?
-En su obra. Nosotros éramos una república joven, muy dinámica y progresista. Teníamos a miles de maestros y profesores comprometidos con el ideal patriótico antes de que Fidel Casto apareciera. Fidel ha destruido la economía y la moral del pueblo. Ha dividido a la familia cubana. Se han pasado más de medio siglo predicando el odio entre los cubanos, lanzando a unos contra otros. Su obra no es una casualidad. Es consecuencia de su proyecto egocéntrico. Él siempre se ha creído un dios, y quien no le obedece o se le rinde es un enemigo que hay que destruir. La represión, las golpizas contra mujeres indefensas, los fusilamientos, los asesinatos, todo eso ha sido parte del plan. Lo importaron del marxismo leninismo y lo aplicaron con mucha maldad.
-¿Qué opinión le merece el papel que ha jugado España con relación a Cuba?
-Independiente de los sentimientos del pueblo español, porque creo que entienden la tragedia que vive el pueblo de Cuba, España, en cierto modo, ha sido un cómplice. No sería su intención, pero al convertirse en socios económicos de la dictadura se transformaron en sus cómplices. Sin los negocios entre España y la dictadura castrista, la lucha del pueblo de Cuba sería mucho menos difícil.
-Tengo entendido que nada más conocer que Mariano Rajoy había ganado las elecciones en España, usted le envió una carta. Me gustaría saber qué le pedía y si ha recibido ya respuesta.
-No recibí respuesta. Tengo que suponer que Mariano Rajoy está identificado con nuestra lucha. Esperábamos una solidaridad mayor con los demócratas cubanos, pero parece que los negocios siguen teniendo prioridad sobre otros valores.
-¿Está unido el exilio de Miami?
-La masa del exilio cubano está unida en la esperanza y en los propósitos. En la medida en que pasa el tiempo hay más coincidencias que diferencias entre los grupos. El exilio es muy importante en el presente y el futuro de Cuba. Hay mucha gente joven comprometida con Cuba y su futuro democrático. El exilio cubano ha elegido al Congreso en Washington representantes republicanos y demócratas de calibre. Hay un senador del partido demócrata, Bob Menéndez, y uno republicano, Marco Rubio, que representan los intereses y la opinión de los cubanos. En la política de Washington hacia el gobierno cubano las opiniones y el poder político de los cubanos exiliados se tienen en cuenta y se respetan. Quienes critican el conflicto entre Washington y La Habana generalmente quieren ignorar que la posición de Washington es el producto del poder político de los cubanos del exilio. El conflicto es entre la dictadura y los demócratas cubanos, en este caso, los que viven en los Estados Unidos. En Europa se critica la posición de los Estados Unidos respecto a Cuba, pero es que la política de negocios y tolerancia de las naciones europeas con el castrismo no ha dado ningún resultado.
-¿Cómo se explica la fascinación que muchos sienten por las dictaduras comunistas?
-En la historia de la humanidad siempre ha habido gente equivocada. Gente que se enamora de las personas sin darse cuenta de su falta de principios, o gente impresionable a las utopías, sin darse cuenta de los crímenes que se cometen en el proceso de intentar alcanzarlas. Unos son ingenuos y otros tontos. También hay quienes se dejan llevar por los resentimientos. Pero siempre debemos tener en cuenta que la perversidad no es monopolio exclusivo de las tiranías.
Texto: JOANA MORILLAS
Fotos: MIJAIL BONITO