Crónicas de un diplomático jubilado
Cuba es aún un tema de política interna en España (y en Florida). El ministro de Exteriores García Margallo ha hecho una breve visita a la isla que se ha cerrado con un final inesperado. El desplazamiento del ministro había suscitado un cierto malestar en un sector del partido del gobierno que le acusa de haber dado un giro en la postura española hacia Cuba. Los detractores de Margallo que, al parecer, no anidan en la Moncloa sino en otros aledaños peperos, alegan que España debe permanecer fiel a a la directiva común de la Unión Europea de la que el PP antiguamente era entusiasta defensor: se descongelan las relaciones con Cuba a medida que el gobierno de la isla vaya abriéndose democráticamente.
Margallo razonará, de un lado, que en Cuba ha habido algun cambio, modestos ciertamente, se permiten alguna salida más al exterior de los opositores y hoy los cubanos pueden ejercer sin control determinadas profesiones, zapatero, peluquero etc... y, de otro, que la política del embargo y restricciones no ha funcionado ni va a funcionar: el régimen sabe sacar tajada victimista y culpar de los males intrínsecos del sistema a la "asfixia" que sufre desde el exterior.
Imaginamos que el Ministro español, al que La Habana había recientemente obsequiado con el voto para entrar en el Consejo de Seguridad, habría prometido a sus anfitriones, antes de salir hacia la Habana, que no recibiría a los miembros de la oposición, concesión ésta que habrá irritado a elementos significados de su partido y ciertamente a los cubanos residentes en Estados Unidos.
La concesión era de calado, probablemente si no se hace no lo habrían invitado, pero la delegación española debió pensar que con eso quedaba tácitamente entendido que el ministro español sería recibido por el Jefe del Estado Raúl Castro. (En la época de Fidel ya era costumbre que el Comandante no anunciaba hasta el último minuto que recibiría a un ministro visitante. Los huéspedes extranjeros tenían una hemorragia de satisfacción al departir con el astuto y campechano Fidel hasta altas horas de la madrugada)
Esta vez no hubo entrevista. Raúl no ha encontrado el momento de ver a nuestro Ministro. Como su agenda no podía estar tan llena desde hace semanas, uno puede preguntarse por qué. Los cubanos no improvisan como vimos en las visitas de Adolfo Suarez y Felipe González a Cuba.
La clave debe estar en la conferencia que Margallo pronunció en la que desarrolló el tema de la transición española. No mencionó para nada a Cuba, ¿pero resultaba obvio que la moraleja del benéfico paso a la democracia en la madre patria era perfectamente transplantable a Cuba como lo había sido hace años a Chile, Argentina, Uruguay etc...y este paralelismo encubierto no satisfizo a los dirigentes cubanos?
No lo sabemos. El hecho de que los medios de información cubanos, controlados como se sabe, dedicaran más atención a la llegada del primer ministro de una "gran potencia" como Guinea Bissau que a la estancia de Margallo es asimismo bastante elocuente. Sobre todo, si consideramos que Cuba es el país del mundo en el que más se quiere a España.
Todo ello pinta mal para la presencia de Raúl Castro en la inminente Cumbre iberoamericana en la que debutará, como Rey, Don Felipe, eventos que en cierta medida viene sufragando España. Si hubiera ausencia de Raul su ejemplo podría ser seguido por algún otro. Esperemos que no sea así.
Cuba es aún un tema de política interna en España (y en Florida). El ministro de Exteriores García Margallo ha hecho una breve visita a la isla que se ha cerrado con un final inesperado. El desplazamiento del ministro había suscitado un cierto malestar en un sector del partido del gobierno que le acusa de haber dado un giro en la postura española hacia Cuba. Los detractores de Margallo que, al parecer, no anidan en la Moncloa sino en otros aledaños peperos, alegan que España debe permanecer fiel a a la directiva común de la Unión Europea de la que el PP antiguamente era entusiasta defensor: se descongelan las relaciones con Cuba a medida que el gobierno de la isla vaya abriéndose democráticamente.
Margallo razonará, de un lado, que en Cuba ha habido algun cambio, modestos ciertamente, se permiten alguna salida más al exterior de los opositores y hoy los cubanos pueden ejercer sin control determinadas profesiones, zapatero, peluquero etc... y, de otro, que la política del embargo y restricciones no ha funcionado ni va a funcionar: el régimen sabe sacar tajada victimista y culpar de los males intrínsecos del sistema a la "asfixia" que sufre desde el exterior.
Imaginamos que el Ministro español, al que La Habana había recientemente obsequiado con el voto para entrar en el Consejo de Seguridad, habría prometido a sus anfitriones, antes de salir hacia la Habana, que no recibiría a los miembros de la oposición, concesión ésta que habrá irritado a elementos significados de su partido y ciertamente a los cubanos residentes en Estados Unidos.
La concesión era de calado, probablemente si no se hace no lo habrían invitado, pero la delegación española debió pensar que con eso quedaba tácitamente entendido que el ministro español sería recibido por el Jefe del Estado Raúl Castro. (En la época de Fidel ya era costumbre que el Comandante no anunciaba hasta el último minuto que recibiría a un ministro visitante. Los huéspedes extranjeros tenían una hemorragia de satisfacción al departir con el astuto y campechano Fidel hasta altas horas de la madrugada)
Esta vez no hubo entrevista. Raúl no ha encontrado el momento de ver a nuestro Ministro. Como su agenda no podía estar tan llena desde hace semanas, uno puede preguntarse por qué. Los cubanos no improvisan como vimos en las visitas de Adolfo Suarez y Felipe González a Cuba.
La clave debe estar en la conferencia que Margallo pronunció en la que desarrolló el tema de la transición española. No mencionó para nada a Cuba, ¿pero resultaba obvio que la moraleja del benéfico paso a la democracia en la madre patria era perfectamente transplantable a Cuba como lo había sido hace años a Chile, Argentina, Uruguay etc...y este paralelismo encubierto no satisfizo a los dirigentes cubanos?
No lo sabemos. El hecho de que los medios de información cubanos, controlados como se sabe, dedicaran más atención a la llegada del primer ministro de una "gran potencia" como Guinea Bissau que a la estancia de Margallo es asimismo bastante elocuente. Sobre todo, si consideramos que Cuba es el país del mundo en el que más se quiere a España.
Todo ello pinta mal para la presencia de Raúl Castro en la inminente Cumbre iberoamericana en la que debutará, como Rey, Don Felipe, eventos que en cierta medida viene sufragando España. Si hubiera ausencia de Raul su ejemplo podría ser seguido por algún otro. Esperemos que no sea así.