Uno de los actos
fundadores de la asociación Autonomía Concertada para Cuba consistió en
dirigirle una carta a SM el Rey don Juan
Carlos de Borbón para que, saltando el protocolo, se dirigiese directamente al
pueblo cubano, proponiéndole la reintegración en el Reino de España. Acabo de
recibir su respuesta donde me agradece la misiva y me envía cordiales saludos. Dicho
de otra manera, SM “pasó la bola”, lo
que en idioma cubano significa que se desentendió del problema con real
donaire.
Es cierto que el
pueblo llano está ajeno a los entresijos del poder. Las razones de estado siempre
han sido tema para políticos y, sólo llegan a comprenderse en toda su dimensión
mucho tiempo después por los historiadores, que acceden a expedientes secretos o
interpretan razones y hechos, basados en documentos y otros datos empíricos. La
política es una materia viva, donde se agitan los hombres y los hombres, ellos,
se mueven por intereses; el primero de todos, es el de obtener algún beneficio,
que satisfaga su eterna sed de mejora, consustancial a su naturaleza. Esto no
lo digo, yo lo dicen los empíricos austriacos con Mises a la cabeza.
Lo cierto es que la
idea de reintegrar a Cuba dentro de España, no suscita mucho interés por el
momento. No es sólo al Rey al que no le importa mucho lo que sucede con Cuba.
Otras de las acciones que se nos ocurrieron durante el verano y que llevamos a cabo,
fue la de escribirle a los 350 diputados del Congreso para darles a conocer la
idea, esperando que alguien viese las posibilidades que tiene la misma. El único
que nos ha respondido hasta el momento ha sido el señor Juan Moscoso del Prado,
socialista y diputado por la provincia de Navarra. El señor Moscoso que ha
pensado seriamente en el tema, según lo que puedo deducir por sus palabras, no
lo ve como una solución para España, sino como un remedio para Cuba.
No dejo de reconocer
que lo primero que salta a la vista son los beneficios para Cuba, lo concedo
sin problemas; sin embargo, a mi juicio esta
idea tiene una trascendencia que va mucho más allá de la economía y de los
cálculos políticos inmediatos.
Bandera creada por JRM |
Me explico: el
español y la hispanidad son entidades abstractas, pueden observarse pero continúan
siendo intangibles. La leyenda negra de la conquista, la Trata y las Guerras de
Independencia son espinas todavía clavadas en el imaginario colectivo de los
españoles, que siguen navegando desde 1898 entre el orgullo y la vergüenza; más
de la segunda que de la primera, teniendo en cuenta el traumatismo que
significó la pérdida de los Dominios de Ultramar al final de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana
y el estado en que se encontró España a principios del siglo XX.
El regreso
voluntario de Cuba podría cambiar todo eso. En primer lugar, significaría que
la herencia hispánica no es tan abstracta como parece y que con los pueblos de
América, España comparte algo que va mucho más allá de la simpatía mutua o de
la lengua. España podría entonces alzarse otra vez en Europa sin complejos de inferioridad, con un prestigio y una
fuerza nuevas, con una confianza renovada en sus propias fuerzas, algo que le falta
en estos momentos, cuando visiblemente no existe un objetivo claro y
consensual para capear el temporal de la crisis.
En segundo lugar,
desde el punto de vista material, la reintegración de Cuba, aunque no se perciba
enseguida, sería extremadamente beneficiosa para España. Bien organizada, bajo
los principios de libre mercado, aplicando seriamente los principios liberales
de gestión, en muy poco tiempo la economía cubana podría convertirse en el
motor de la española. Para empezar, los trabajos de reconstrucción serían
colosales, lo cual beneficiaría en primer lugar a las empresas peninsulares antes que las norteamericanas. La rentabilidad de todo ese capital invertido
a menos de 90 millas de los Estados Unidos sería inmensa sin lugar a dudas.
España necesita a Cuba
para levantar la cabeza y acabar con sus complejos de potencia de segunda zona.
Cuba necesita a España para enfrentarse serenamente a los enormes desafíos que
le esperan. Las esperanzas puestas ayer en la independencia fueron burladas,
pero hoy ambas naciones tienen la posibilidad de marchar otra vez juntas en la
historia. Es una lástima que el rey no se haya dando cuenta.
ACC, 31 de agosto
de 2012