A nuestras manos ha llegado este
brillante ensayo del catedrático
Francisco J. González Sosa. Pensamos que los nombres de Puerto Rico y Cuba
podrían intercambiarse sin muchas dificultades. Después de todo, como dice la
canción “Cuba y Puerto Rico son de un
pájaro las dos alas”. Por su importancia dentro de la campaña de información que
estamos llevando a cabo en nuestra asociación a favor de esta idea, vamos a compartirla con nuestros
lectores a partir de hoy en seis partes. La tercera: AUTONOMíA Y SOBERANIA EN EL SIGLO XXI
III. Autonomía y soberanía en el siglo XXI
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El fin de la Guerra Fría se vio marcado también por la explosión de sentimientos nacionalistas y reclamos de autogobierno en Europa Oriental y Asia Central, que resultaron el la desintegración de la Unión Soviética, Checoslovaquia y Yugoslavia. Trágicamente, este nacionalismo de finales del siglo XX ha desembocado en casos de “limpieza étnica” y hasta genocidio contra las etnias que reclamen la autodeterminación, siendo Yugoslavia y Ruanda los casos más extremos pero no los únicos (por ejemplo: Timor Oriental, Tíbet, Sri Lanka y los Territorios Ocupados por Israel en Palestina).
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De igual manera, los países de Centroamérica y el Caribe actualmente están en el proceso de crear una zona de libre comercio para servir de enlace entre los bloques comerciales como el Tratado de Libre Comercio (TLC) y NAFTA norteamericanos, y el MERCOSUR, integrado por Argentina, Brasil Uruguay y Paraguay. Volviendo a la situación de Puerto Rico, estos cambios en el ordenamiento internacional pueden afectar el debate sobre el estatus en varios niveles: primero, el fenómeno de la disolución de los estados multiétnicos por una parte fortalece los argumentos de los grupos conservadores en el Congreso estadounidense que se oponen a la incorporación de un Puerto Rico con identidad cultural propia, como estado federado; y en segundo lugar, la disminución en importancia del Estado-nación y la creación de bloques económicos multinacionales regionales resaltarán la importancia para Puerto Rico de poder establecer relaciones comerciales de manera propia, al mismo tiempo que se minimiza la relevancia de la independencia política o soberanía plena, como herramienta indispensable para el libre desenvolvimiento de un país en la esfera internacional; es decir, la clave para el futuro desarrollo de Puerto Rico residirá en la autonomía económica (sumado también a la autonomía cultural) aunque no posea soberanía en otras áreas.
Por Francisco J. González Sosa
DESCOLONIZANDO A PUERTO
RICO EN EL SIGLO XXI: LA OPCIÓN ESPAÑOLA
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