mardi 31 décembre 2013

Castro flexibiliza su política de créditos

Billetes de 20 pesos convertibles y de 20 pesos cubanos.
Billetes de 20 pesos convertibles y de 20 pesos cubanos.
Flickr/Creative CommonsPor Carlos HerranzUn paso más en las reformas económicas que emprende La Habana. La reforma pretende flexibilizar plazos de devoluciones de créditos. El Banco Central Cubano ha rebajado la cifra de créditos mínimos para financiar actividades no estatales. Desde sectores de la oposición se critica la medida por "tibia" y por pretender engañar a la opinión pública internacional.
El gobierno de Raúl Castro ha dado un paso más en su paquete de medidas económicas reformistas flexibilizando con nuevas tarifas de préstamos y plazos de pago la política de créditos que estrenó en 2011 con el fin de "incentivar" más la demanda de financiamientos del sector privado, según han informado durante el fin de semana medios oficiales de La Habana.

En concreto, el Banco Central Cubano ha rebajado la cifra de créditos mínimos para financiar actividades del sector no estatal de 3.000 pesos cubanos (US$125) a 1.000 (unos US$42). Asimismo, la reforma extiende de cinco a diez años el plazo para devolver los préstamos en algunos casos y determinó que los presidentes de bancos tendrán "excepcionalmente" la prerrogativa de autorizar créditos "por importes inferiores y plazos superiores a los establecidos" por la ley.

Sin embargo, sectores de la oposición califican de "tibia" la medida, como el miembro del opositor Partido Socialdemócrta cubano Vladimiro Roca, que en declaraciones a RFI ha manifestado: "Es una medida para engañar al pueblo y a la opinión pública internacional porque el límite máximo son 10.000 pesos cubanos y con eso aquí no puedes hacer nada teniendo en cuenta el nivel de precios".

Establecida en diciembre de 2011, la normativa de créditos surgió con el objetivo de permitir la financiación bancaria al sector no estatal con tal de dinamizar el trabajo autónomo, la producción agropecuaria, la rehabilitación de viviendas y otras gestiones.

Por Carlos Herranz

Por qué soy anarcocapitalista

Mises Hispano, 13 Diciembre, 2013

Muchísima gente (más que nunca, probablemente) se describe hoy como defensora del libre mercado, a pesar de la incansable propaganda contra él. Y eso es estupendo. Sin embargo estas declaraciones de apoyo están seguidas por el inevitable pero: pero necesitamos un gobierno que proporcione seguridad física y resuelva disputas, los servicios más críticos.

Casi sin pensar, gente que en otros casos apoya el mercado quiere asignar al gobierno la producción de los bienes y servicios más importantes. Muchos están a favor de un gobierno o un monopolio delegado por el gobierno en la producción de dinero y todos apoyan un monopolio público en la producción de derecho y servicios de protección.
No quiero decir que esta gente sea estúpida o tonta. Casi todos hemos pasado por un periodo de gobierno limitado (o “minarquista”) y simplemente nunca se nos ocurrió examinar de cerca nuestras premisas.
Para empezar, unos pocos principios económicos básicos tendrían que hacernos reflexionar antes de que supongamos que la actividad del gobierno es recomendable:

  • Los monopolios (de los que el propio gobierno es un ejemplo de primer nivel) llevan con el tiempo a precios más altos y peor servicio.
  • El sistema de precios del libre mercado está dirigiendo constantemente recursos a un patrón tal que los deseos de los consumidores se atienden de la forma menos costosa en términos de oportunidades perdidas.
  • El gobierno, por el contrario no puede “gestionarse como una empresa”, como explicaba Ludwig von Mises en Burocracia. Sin las pruebas de pérdidas y ganancias, una agencia pública no tiene idea de qué producir, en qué cantidad, en qué lugar, usando qué métodos. Todas sus decisiones son arbitrarias.
En otras palabras, cuando se refiere a la provisión pública de cualquier cosa, tenemos buenas razones para esperar mala calidad, precios altos y asignación arbitraria y despilfarro de recursos.
Hay muchas más razones por las que el mercado, la arena de interacciones voluntarias entre individuos, merece el beneficio de la duda por encima del estado y por qué no tendríamos que suponer que es indispensable sin investigar primero seriamente en qué medida el ingenio humano y las armonías económicas del mercado pueden arreglárselas sin él. Por ejemplo:
  • El estado adquiere sus ingresos atacando a individuos pacíficos.
  • El estado anima a la gente a creer que hay dos tipos de reglas morales: unas que aprendemos como niños, incluyendo la abstención de violencia y robo, y otra que se aplica solo al gobierno, que es el único que puede atacar a individuos pacíficos de todas las maneras posibles.
  • El sistema educativo, que los gobiernos invariablemente llegan a dominar, anima a la gente a considerar la depredación del estado como moralmente legítima y el mundo del intercambio voluntario como moralmente sospechoso.
  • El sector público está dominado por intereses concentrados que (no creo que “intereses” deba tomarse como significando personas) cabildean en busca de beneficios especiales a costa del público general, mientras que el éxito en el sector privado proviene solo de agradar al público general.
  • El deseo de agradar a los grupos de presión casi siempre supera al deseo de agradar a la gente a la que le gustaría ver reducido el gasto público (y resulta que la mayoría de esta gente solo quiere que se reduzca marginalmente en todo caso).
  • En Estados Unidos, el poder judicial ha estado dictando sentencias absurdas, con poca o ninguna relación con el “propósito original”, durante más de dos siglos.
  • Los gobiernos enseñan a sus súbditos a agitar banderas y cantar canciones en su honor, contribuyendo así a la idea de que resistir a sus expropiaciones y enormidades es traición.
Esta lista puede continuar eternamente.
Es verdad que es incomprensible que la gente no pueda entender cómo el derecho, que suponen que debe proporcionarse de arriba abajo, podría generarse en ausencia de estado, aunque hay muchas buenas obras históricas demostrando precisamente esto. Pero si el gobierno ha monopolizado históricamente la producción de cualquier bien o servicio, escucharíamos objeciones aterradas a la privatización de ese bien o servicio. Por ejemplo, si el gobierno hubiera monopolizado la fabricación de bombillas, se nos habría dicho que el sector privado es imposible que fabrique bombillas. El sector privado no produciría el tamaño o los vatios que quiere la gente, insistirían los críticos. El sector privado no fabricaría bombillas especiales con solo un mercado limitado, ya que habría poco beneficio en él. El sector privado fabricaría bombillas peligrosas o explosivas. Y así sucesivamente.
Como siempre hemos vivido con bombillas privadas, estas objeciones nos parecen risibles. Nadie querría ninguno de los escenarios sobre los que nos advierten estos hipotéticos críticos, así que el sector privado evidentemente no las fabricaría.
El hecho es que las fuentes de derecho en competencia han estado lejos de ser poco comunes en la historia de civilización occidental. Cuando el rey empezó a monopolizar la función legal, lo hizo no por algún deseo abstracto de establecer un orden, que ya existía, sino porque recaudaba tasas cuando se atendían los casos en los tribunales reales. Las ingenuas teorías del interés público del gobierno, que ninguna persona sensata cree en cualquier otro contexto, no se convierten de repente en convincentes en este caso.
A Murray N. Rothbard le gustaba citar a Franz Oppenheimer, que identificaba dos formas de adquirir riqueza. El medio económico a la riqueza implica enriquecerse por intercambio voluntario: creando algunos bienes y servicios por los que otra gente pague voluntariamente. Los medios políticos, decía Oppenheimer, implican “la apropiación no correspondida del trabajo de otros”.
¿Cómo vemos el estado los que estamos en el bando rothbardiano? No como el indispensable proveedor de ley y orden u otros llamados “bienes públicos”. (De todas formas toda la teoría de los bienes públicos está cuajada de mentiras). El estado es más bien una institución parasitaria que vive de la riqueza de sus súbditos, ocultando su naturaleza anti-social y depredadora bajo una apariencia de interés público. Es, como decía Oppenheimer, la organización de los medios políticos para la riqueza. “El estado”, escribía Rothbard,
es la organización en la sociedad que trata de mantener un monopolio del uso de la fuerza y la violencia en un área territorial concreta; en particular, es la única organización en la sociedad que obtiene sus ingresos, no por contribución o pago voluntario por servicios prestados, sino por coacción. Mientras otros individuos e instituciones obtienen su renta produciendo bienes y servicios y vendiendo pacífica y voluntariamente estos bienes y servicios a otros, el Estado obtiene sus ingresos por el uso de coacción; es decir, por el uso de la amenaza de cárcel y de bayonetas. Tras haber usado la fuerza y la violencia para obtener sus ingresos, el Estado continúa regulando y dictando las demás acciones de sus súbditos individuales. (…) El estado proporciona una vía legal, ordenada y sistemática de robo de la propiedad privada; hace cierta, segura y relativamente “pacífico” el sustento de la casta parasitaria en la sociedad. Como la producción debe siempre preceder al robo, el libre mercado es anterior al Estado. El Estado nunca fue creado por un “contrato social”: siempre ha nacido de la conquista y la explotación.
Pero si es verdadera esta descripción del estado, y creo que tenemos buenas razones para creer que lo es, ¿es posible o incluso deseable limitarlo? Antes de rechazar de inmediato la posibilidad, ¿tendríamos que considerar al menos si podríamos ser capaces de vivir completamente sin él? ¿Podría el libre mercado, la arena de la cooperación voluntaria, ser realmente el gran motor de la civilización que por otro lado sabemos que puede ser?
Volvamos a la Constitución y a los Padres Fundadores, dice la gente. Sería sin duda una mejora, pero la experiencia nos ha enseñado que el “gobierno limitado” es un equilibrio inestable. A los gobiernos no les interesa estar limitados, cuando pueden expandir su poder y riqueza aumentando su poder.
La próxima vez que os veáis insistiendo en que necesitamos mantener limitado al gobierno, preguntaos por qué nunca es así. ¿Tal vez estéis persiguiendo una quimera?
¿Qué pasa con “el pueblo”? ¿Puede confiarse en que mantenga un gobierno limitado? La respuesta a esa pregunta está a vuestro alrededor.
Al contrario que el minarquismo, el anarcocapitalismo no da expectativas no razonables al público. El minarquista tiene que pensar cómo convencer al público de que aunque el estado tenge el poder general de redistribuir riqueza y financiar bonitos proyectos que gustan a todos, en realidad no debería hacerlo. El minarquista tiene que explicar, uno por uno, los problemas con todas y cada una de las intervenciones públicas concebibles, mientras entretanto la clase intelectual, las universidades, los medios de comunicación y la clase política se combinan contra él para transmitir el mensaje opuesto.
En lugar de requerir las infructuosas tareas de enseñar a todos qué tienen de malo las subvenciones agrarias, qué tienen de malo los rescates de la Reserva Federal, qué tiene de malo el complejo militar-industrial, qué tienen de malo los controles de precios, en otras palabras, en lugar de tratar de enseñar a todos los estadounidenses el equivalente a tres cursos universitarios de economía, historia y filosofía política, la sociedad anarcocapitalista solo reclama a la gente que reconozca las ideas morales básicas comunes para casi todos: no dañar a gente inocente y no robar. Todo en lo que creemos deriva de estos sencillos principios.
Hay una enorme literatura que se ocupa de las objeciones más frecuentes y evidentes, por ejemplo ¿No descendería la sociedad a una lucha violenta al luchar por el territorio las bandas armadas? ¿Cómo se resolverían las disputas si mi vecino elige un árbitro y yo elijo otro? Un breve artículo no puede responder a todas las objeciones, así que os remito a esta bibliografía comentada del anarcocapitalismo reunida por Hans-Hermann Hoppe.
Hay un chiste que se ha estado contando durante los últimos años: ¿cuál es la diferencia entre un minarquista y un anarquista? Respuesta: seis meses. Si valoráis los principios, la coherencia y la justicia y os oponéis a la violencia, el parasitismo y el monopolio, puede que ni siquiera necesitéis tanto. Empezad a leer y ved a dónde os llevan estas ideas.

Publicado el 4 de diciembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.

lundi 30 décembre 2013

Eliecer Ávila y Cuba española (Comentario a propósito de su amable mensaje)

Pie de foto: Todavía la estamos esperando.
Los opositores cubanos en general parecen volcados a consolidar su importancia mediática[i] fuera de la isla de Cuba y poco les interesa debatir públicamente sobre temas que puedan comprometerlos. He solicitado por escrito la atención de casi todos: Fariñas, Lazo, Payá, Roque, Sánchez,… sin que ninguno de ellos se haya mostrado ¿hasta ahora? interesado en un real intercambio de ideas.

La idea que propone la Asociación Autonomía Concertada para Cuba, la reunificación de España y Cuba, supone enfocar los proyectores hacia un tema resbaladizo y delicado desde el punto de vista de la independencia nacional. Naturalmente que tienen todo el derecho de acoger con reservas las numerosísimas solicitaciones (cuerdas o alocadas) que han de llegarles desde todas partes del mundo, más cuando estas se salen de los caminos trillados. Por esa razón agradezco infinitamente el mensaje personal que me ha dejado Eliecer Ávila en el chat de Facebook cuando pasó por la Ciudad Luz en su último viaje.

Para el carismático tunero (no esperaba menos) la idea tendría pleno espacio en una Cuba democrática de mañana, sin embargo, se muestra muy reservado en cuanto a su aceptación actual, pues a falta de muchas cosas, Eliecer piensa que los cubanos se han aferrado, si cabe, mucho más que antes a la “cubanidad” que los identifica por y contra todos a pesar de las dificultades presentes.

Por supuesto que discrepamos de esta valoración, pues resulta difícil establecer con claridad quiénes son esos cubanos a los que se refiere y mucho menos saber con certeza las opiniones que profesa, sobre este y otros temas la población dentro de la isla. A falta de estadísticas o sondeos, todas las afirmaciones en ese sentido carecen de objetividad. Sin embargo, llama la atención que nos invite a llevar el proyecto a Cuba una vez alcanzada la democratización de la isla, como si las únicas propuestas existentes en estos momentos (Estado de SATS, EMILIA, Somos+, Varela…) fueran las únicas imaginables o aceptables.

Nada más alejado de la realidad. Recuperar la nacionalidad española es una aspiración justísima y legítima de todos los cubanos que tienen el derecho de optar por un futuro mejor, fuera de los senderos trazados por la fatalidad histórica y las desacertadas decisiones de los antiguos y presentes caudillos cubanos.

A continuación su mensaje completo:



Un saludo, he analizado la propuesta con profundo respeto y atención. La verdad es que considero que no cabe posibilidad alguna de que sea apoyada por la mayoría de los cubanos, a pesar de todo. A falta de muchas otras cosas, durante muchas décadas solo nos ha quedado como aliento para vivir el orgullo de ser cubanos, ni mejores ni peores que los demás, simplemente cubanos, y aún con las carencias esa es una palabra que todavía vale mucho para la inmensa mayoría. Lo que puedo recomendar es que, una vez democratizado el país, usted funde su grupo y defienda su iniciativa, si llega a las cifras necesarias para que sea discutido en el congreso pues así será, y en último caso, tiene usted todo el derecho de consultar a los cubanos sobre ese o cualquier otro tema porque así lo establecerá la constitución, por lo menos eso espero.

Un fuerte abrazo, E.

Los disidentes cubanos ahora viajan por el mundo, pero pierden protagonismo en la isla

POR FRANCISCO JARA AFP

LA HABANA -- - Los opositores cubanos pudieron viajar libremente al exterior en 2013 por primera vez en medio siglo, favorecidos por la reforma migratoria del gobernante Raúl Castro, pero perdieron protagonismo en la isla, alejados de los problemas cotidianos de la gente.

Yoani Sánchez, Guillermo Fariñas, Berta Soler, Elizardo Sánchez y otros disidentes cumplieron una agenda sobrecargada en el extranjero, fueron recibidos con honores en Estados Unidos, España y otros países; e incluso dos de ellos estuvieron con el presidente estadounidense Barack Obama.

Pero en Cuba prácticamente no hubo expresiones opositoras en 2013, a diferencia de los años previos, cuando huelgas de hambre, ocupaciones de iglesias y otras protestas causaron dolores de cabeza al gobierno comunista. Las excepciones fueron las marchas dominicales de las Damas de Blanco (grupo formado por esposas de expresos políticos), que están autorizadas desde 2010, y las publicaciones de algunos blogueros en Internet.

“¿Por qué tanta actividad fuera no se traduce en una movilización al interior de Cuba? Fácil es responsabilizar a la represión del gobierno, que sin dudas tiene su papel”, pero hay también otras “razones que deberían poner a pensar a la oposición cubana”, dijo el analista Arturo López-Levy, de la Universidad de Denver (Colorado, EEUU).

“Los opositores en gira (…) han ratificado sus críticas bien sabidas al gobierno cubano, pero sin anunciar propuestas viables sobre los problemas medulares del país” y además “han mimetizado su visión a la del exilio tradicional”, agregó.

A los disidentes “les ha interesado más el reconocimiento externo que el interno”, porque creen que “pueden lograr sus objetivos gracias a las presiones externas sobre el gobierno cubano”, declaró a la AFP Carlos Alzugaray, exembajador y exprofesor de la Universidad de La Habana.

“Ahora que pueden viajar libremente, están aprovechando constantemente esta posibilidad”, añadió.

Durante décadas, para salir de la isla los cubanos tenían que pedir permiso al gobierno, que lo negaba discrecionalmente a los disidentes.

Los obstáculos fueron eliminados con la reforma migratoria que entró en vigor el 14 de enero y que ha provocado un récord de viajes de cubanos al exterior: 250,000 en 10 meses, 35% más que en 2012.

Una de las primeras en hacer las maletas fue la bloguera Yoani Sánchez, quien cumplió una gira de tres meses por países de América y Europa, a la que sumó otros viajes.

“En el pequeño espacio de mi vida personal, me parece que todo se movió a un ritmo inusitado (…). Enero comenzó con la reforma migratoria y en los meses siguientes fueron muchas las veces que dijimos adiós. Ya sin esa sensación de no retorno”, escribió Sánchez en su blog.

Los disidentes evalúan positivamente sus giras y niegan que afecten su acción en Cuba, donde la mayor preocupación de la gente es sortear las dificultades económicas cotidianas, con un salario promedio de 20 dólares al mes.

“Indiscutiblemente los viajes han sido fructíferos, porque han permitido que los opositores cubanos entren en contacto personalmente con grupos del exilio y con las ONG que siguen con preocupación la falta de derechos en Cuba”, dijo Fariñas a la AFP.

“Mientras algunos hemos estado saliendo, otros han estado siendo golpeados e incluso encarcelados, y muchos de los que hemos salido cuando estamos dentro de Cuba, hemos sido amenazados, golpeados”, agregó.

Los opositores afirman que Raúl Castro ha recrudecido la represión con arrestos breves y actos de hostigamiento, en vez de largas condenas de prisión como cuando gobernaba su hermano Fidel (que en 2006 le delegó el mando por problemas de salud).

López-Levy dijo a la AFP que a Raúl Castro le conviene que los disidentes viajen y sostuvo que “las poses de radicalismo verbal que ellos adoptan” en sus giras son un “indicador mayor de su irrelevancia en la política” interna.

“Ellos tienen la esperanza de que (su campaña en el exterior) dé carambola acá adentro, pero yo no he visto ninguna señal de que en Cuba haya más aprecio por Berta Soler o Guillermo Fariñas porque se encontraron con Obama”, expresó.

Peter Hakim, presidente emérito de Inter-American Dialogue, un centro de estudios de Washington, dijo a la AFP que existen muchos obstáculos para que se articule una “oposición (interna) en Cuba”.

“¿Cómo se puede esperar una movilización sin libertad de prensa, ni libertad de expresión, ni derecho a organizarse ni siquiera a reunirse?”, se preguntó.

“Los jóvenes no muestran su oposición organizándose, escribiendo y marchando (en la calle), sino yéndose” del país, añadió, en alusión a los 40,000 cubanos que emigran cada año.

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Cuba, España y la otra historia

Creo que va siendo hora de reevaluar la percepción que sobre la “Guerra de Cuba” tenemos cubanos y españoles. La primera de todas es llamarla por su verdadero nombre. Lo que ocurrió en Cuba no fue una guerra de independencia, sino una Guerra Civil como las que se produjeron en la misma península durante el siglo XIX.
La razón es bastante sencilla y la puede comprender cualquiera: Cuba y Puerto Rico eran provincias españolas igual que Cataluña o Andalucía. De hecho, basta echar una ojeada a los diarios de la época para comprobar que se hablaba de “unidad del territorio”, el mismo argumento que se utiliza en la actualidad para negar el reciente discurso separatista de Cataluña.

Los Canarios sueñan con que se reconozcan sus derechos en Cuba

No sería difícil convertir a Cuba en la Autonomía número 18, para imaginarlo basta observar la vasta y todavía influyente presencia canaria en la isla. Porque de toda evidencia persisten muchas referencias canarias en frases, objetos, comidas, modos y que componen el gran ajiaco de nacionalidades que hoy forma el tronco nacional de los cubanos.

Y todavía en Cuba no se quiere dar prioridad a verdadera al isleño.

En la actualidad se agrupa a más de 40 mil nativos y descendientes, organizados en más de cien órganos de base, distribuidos por todo el país y que tiene en la región central, sobre todo en la provincia de Sancti Spíritus la zona de mayor representatividad y acaso Cabaiguán como la ciudad “espirituana” con un trabajo más estable en ese sentido. Tal permanencia canaria en la Cuba de hoy se explica por sí sola. Y hubo varias razones que provocaron en el pasado la llegada de muchos canarios al país. Tal vez la primera fuera la crisis económica en Canarias y, por supuesto, las facilidades para emigrar a Cuba, que una vez concedieron los monarcas españoles en la Real Cédula de 1688 con la cual activaron la emigración continua de las familias canarias de origen campesino. Pero lo cierto es que entre 1830 y 1850 se incrementó el flujo migratorio de isleños, que no pocos investigadores han asociado al nacimiento y auge del ferrocarril en Cuba. De hecho se sabe que en la construcción de mismo participaron más de 900 canarios, sobre todo en la edificación del primer tramo Habana-Bejucal. Según censos de 1846 y 1862, había en Cuba presencia canaria mayoritaria dentro de las migraciones hispánicas, próxima al 42%. En 1846 los 117, 466 habitantes de Cuba nacidos en la península representaban el 13,07% del total de la población de la Isla, que era entonces de 898,742. Los canarios constituían el 6% de esa cifra —unos 53, 825—, y según consta en cifras oficiales, el último tercio del siglo XIX y el primero del siglo XX se caracterizaron, de forma general, por una inmigración individual con predominio de varones en edades productivas.

Esa emigración canaria contribuyó a la fundación y desarrollo de asentamientos urbanos y rurales como fueron San Luis, San Juan y Martínez, La Palma y Candelaria en el extremo occidental. En cambio Güines, Bejucal, Santiago de las Vegas, Jesús del Monte, y San Miguel del Padrón, fueron los asentamientos en los alrededores de La Habana. Hacia el centro de Cuba nacieron pueblos como Remedios, Camajuaní, Sagua la Grande, Vueltas, Zaza del Medio, Placetas, Taguasco y Cabaiguán. En la zona oriental, la emigración canaria se asentó fundamentalmente en la órbita de las ciudades de Bayamo y Holguín. Aunque la mayoría de la emigración canaria en Cuba se dedicó principalmente a la agricultura a finales del siglo XIX y principios del XX, muchos isleños se dedicaron al comercio de víveres o detallistas.

En su obra El Bello Habano, el escritor Reynaldo González escribe: "entre los emigrantes españoles, los provenientes de islas Canarias, muy tesoneros, prefieren cultivar los campos y no permanecer en las ciudades apenas sobreviviendo en oficios de peonada, que su moral repele. Ellos aceleran la historia del tabaco habano y le dan una significación cultural. (…) el isleño es pobre, viene por cuenta propia, trae su familia y se asienta en zonas rurales apartadas..." En el número 4 de la Revista Cubana de Antropología Catauro (julio-diciembre de 2001) la investigadora y profesora cubana María del Carmen Barcia, señala que “entre 1882 y 1930, el 7% de los inmigrantes hispanos llegados a Cuba eran canarios, contra los gallegos que representaban el 40% o catalanes y asturianos, ambos representando un 10% de sus respectivas autonomías”.

Pero la esencia canaria en Cuba no fue solo en su representación social laboriosa; la participación de los canarios en las guerras de independencia, sobre todo la de 1895 fue notoria al punto de que representaron el 41% de los hispanos que pelearon al lado los cubanos. Entre los que estuvieron sobresale Julián Santana, general de Brigada del Ejército Libertador, natural de Gran Canaria y participante, junto con Antonio Maceo en la protesta de Baraguá. Destacada participación tuvo también Manuel Suárez Delgado, quien con el grado de Mayor General recorrió todas las etapas de la lucha independentista de Cuba del lado mambí.

Muchas personalidades de la cultura cubana, nacidos canarios o descendientes, contribuyeron a la cubanidad, entre los que pueden citarse a Valentín Sanz Carta destacado pintor, nacido en Santa Cruz de Tenerife, paisajista notable, además de retratista; Gregorio Expósito Gómez, conocido en el canto popular como Manuel Cuquillo, uno de los poetas repentistas más famosos de su época, nacido en La Palma y establecido en la ciudad de Cabaiguán. Canaria fue doña Leonor Pérez Cabrera, madre del Héroe Nacional José Martí y nacida en Santa Cruz de Tenerife. Tal vez una de las personalidades más significativas lo fuera Luis Gómez Wangüemert, periodista y profesor nacido en La Palma y quien desarrollara una notable labor en la prensa.

Y es que numerosos canarios asentados en Cuba y fundamentalmente en La Habana se dedicaron a la prensa. Esto explica que entre 1864 y 1932 existieron en Cuba 17 publicaciones realizadas por canarios, iniciada por El Mencey hasta Tierra Canaria, casi todas fundadas en la capital, excepto La Colonia Canaria, creada en 1891 en la ciudad de Cienfuegos. El propio Wangüemert escribiría en la Revista Patria Isleña, en diciembre de 1926:

“...Cabaiguán es el nuevo término municipal, residencia de millares de isleños que son parte activa y provechosa de su comercio, su industria y sobre cultura y también en las ciencias y las letras. Cabaiguán es una de las porciones de la provincia de Santa Clara en que se aprecia con mayor intensidad la influencia canaria. Quizá y sin quizá, porque los hijos de las afortunadas han contribuido mucho a su nacimiento y prosperidad. Cabaiguán es para nosotros, cuando tenemos la satisfacción de visitarlo como un pedazo de la patria lejana que la fantasía coloca en Cuba.”

Igualmente se sucedieron varias sociedades canarias, desde la de beneficencia a la mutualista, desde culturales y deportivas hasta profesionales. Se comprende entonces la reminiscencia que persiste entre cubanos de las muchas referencias canarias en frases, objetos, comidas, modos y que componen el gran ajiaco de nacionalidades que hoy forma el tronco nacional de los cubanos.

samedi 28 décembre 2013

Cuba, de la sacarocracia a la chulocracia

 ND 27 Diciembre, 2013



Los datos aportados por el gran historiador cubano Manuel Moreno Fraginals en su breve y enjundiosa historia de Cuba que redactara en La Florida absolutamente de memoria, ya en el exilio y sin un solo documento o bibliografía a la mano una vez caído en desgracia ante el régimen castrista a pesar de su declarado guevarismo, bajo el título de Cuba-España/España-Cuba, son sencillamente abrumadores. Se reducen a una asombrosa constatación: tan rica y tan poderosa fue la burguesía cubana, enriquecida como ninguna otra de las Américas gracias a la explotación industrial y moderna del azúcar, primer producto de exportación de los siglos XVIII y XIX y por ello la industria más exitosa y productiva de ninguna otra bajo el imperio de la corona española, que resulta inadecuado calificar a Cuba de colonia.
Esa burguesía, bautizada por Moreno Fraginals de sacarocracia, era tanto o más poderosa y rica que la aristocracia española, poseía las mayores influencias políticas y sociales sobre la corona y se pavoneaba no sólo de su asombrosa riqueza sino de la cantidad de títulos nobiliarios con los que se había hecho a punta de dinero: “En La Habana, en 1790, existían 23 títulos nobiliarios y 17 en tramitación, todos ellos criollos. (Manuel Moreno Fraginals, El País, 26 de julio de 1985). De allí el hecho excepcional que tuviera gran repercusión en el comportamiento de Cuba y su alineamiento puro y duro junto a las autoridades hispanas frente al proceso independentista vivido por el continente bajo el sacrificio y la entrega de cientos de miles de vidas venezolanas: “Era una oligarquía enriquecida, de primer orden, con mucha fuerza político-social, y suponía un eje estructural dentro del antiguo régimen, lo que es un caso excepcional en América Latina”.(Ibídem).
En otras palabras: la burguesía cubana pertenecía propiamente a la clase dirigente peninsular y tenía tanto interés en la preservación de la dominación colonial de España, como España misma. La sacarocracia ejerció, como grupo de presión, una influencia directa sobre las autoridades metropolitanas. En 1804 las estadísticas manejadas por Moreno Fraginals indican que el 51,3% de las plantaciones de caña de azúcar estaban en manos de los cubanos.
Las 30 primeras en volumen de producción también eran suyas. Se calcula que en esta época había unos 80 cafetales, ninguno español. Sus dueños no constituían “una oligarquía plantadora absentista que explotara las plantaciones desde la metrópoli, sino que estaba en el mismo lugar de la plantación, donde recibía los beneficios y, obviamente, buscaba un sistema político afín a sus intereses”. Esa sistema político no fue ni podía ser el republicano perseguido a sangre y fuego por Bolívar, Sucre, San Martín u O’Higgins. Razón que llevó a la clase dirigente cubana a jugar todas sus bazas contra el esfuerzo liberador de tierra firme. El independentismo cubano fue marginal, de poca monta y sin ningún efecto político militar. La ruptura del cordón umbilical de la sacarocracia con la corona fue producto del inmenso poder obtenido por los Estados Unidos y la acción de sus cañoneras. Lo demás es epopeya marxista.
En el convulso período pre y post independentista, abierto definitivamente el 19 de abril de 1810 en Caracas, según escribiese Moreno Fraginals en sus obras fundamentales – El Ingenio y Cuba España/España-Cuba -, aquella oligarquía hizo gobierno, arrancando a la metrópoli todas las leyes y reglamentos que necesitaba para estructurar su propio sistema de plantación y de explotación económica, política y social.
¿Qué interés podría haber tenido en separarse de España, si de la corona obtenía cuanto necesitaba para la preservación de su riqueza y su Poder político y social? “Por ejemplo, puede decirse que a partir de 1792, y con motivo del punto fundamental que perseguían para el desarrollo del sistema de plantación -el libre comercio de esclavos-, la oligarquía obtuvo el libre comercio para todo. El libre comercio en la isla de Cuba es un hecho real, factual, independiente de la legislación, desde 1792″ . Aquella gente obtuvo además leyes complementarias sobre la propiedad de la tierra y, hecho curioso, liquidó la producción tabacalera para impedir toda competencia. “En la década última del siglo XVIII los cubanos tuvieron que importar tabaco del norte para poder fumar”. El caso insólito de la ruina tabacalera fue una acción consciente contra el sistema de factoría y contra “el único cultivo fundamental que estaba en manos de los españoles”. De allí que los logros alcanzados por la sacarocracia de libertad absoluta de la trata de esclavos, libre comercio, liquidación de la factoría tabacalera y nuevas leyes sobre la tierra, definen, según Moreno, las coordenadas de un poder efectivo en Cuba.
Las consecuencias fueron definitorias: mientras todas las colonias hispanoamericanas estaban sujetas al férreo yugo colonial, Cuba estuvo liberada de todo lazo colonialista, en el sentido clásico del término; fue una excepción. “Cuba no era una colonia en el sentido exacto de la palabra”. No respondía al modelo inglés.
En Cuba eran los naturales de la isla los que imponían el sistema de plantación. Asimismo, la producción no se enviaba a la metrópoli para ser reprocesada y vendida, y España, siendo poseedora de la que iba a ser primera productora mundial de azúcar (de 1829 a 1950), no disponía siquiera de refinería azucarera. Cuba, como colonia, “no tenía un mercado en su metrópoli y menos aun un mercado preferencial”. Y, finalmente, no se daba otra característica colonial: “La metrópoli impone generalmente a la colonia su sistema monetario, y España en el siglo pasado tenía el más atrasado y degradado sistema monetario de Europa. En Cuba lo normal era la circulación del dólar norteamericano, el peso mexicano y los llamados pesos colombianos”. La interconexión con la economía norteamericana durante la segunda mitad del siglo XIX llegó al extremo de plantearse la venta pura y simple de la isla a una sociedad mercantil norteamericana.
Cuba, “primera productora mundial de azúcar desde 1829 a 1950”, lo que le permitió ser una de las sociedades más prósperas de la región, reafirmó su naturaleza idiosincrática una década después, cuando al fragor del castrismo se convertiría en la primera y única sociedad socialista del hemisferio. Con una consecuencia inevitable, propia de regímenes comunistas: de la mayor prosperidad pasó a la mayor miseria y de la mayor independencia a la mayor dependencia económica: de ser dominada por su sacarocracia en connivencia con España o los Estados Unidos, pasó a serlo por el gobierno soviético, que se convirtió en su sostén material. Hasta la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética. Luego de lo cual, y tras una travesía por el océano de la más espantosa ruindad y miseria vino a aferrarse al gobierno del teniente coronel Hugo Chávez y a mamar y sobrevivir de su última teta: el petróleo venezolano. Para reafirmar así el paso de la sacarocracia que la llevara a las alturas del Poder y la riqueza a la espantosa miseria de la chulocracia castrista.
Como hubiera dicho Chivo Negro: así son las cosas.

vendredi 27 décembre 2013

¿Cómo se organizarían la Fuerzas Armadas de Cuba en una futura Cuba española?

Lo primero de todo seria la TRANSFORMACIÓN del ejercito cubano en uno español:


Licenciando a todo los soldados de reemplazo que hay, ya que el ejercito español solo admite soldados profesionales, por lo tanto los reemplazos en Cuba se acabarian y los jovenes en la isla no tendrian que pasar un periodo de tiempo obligatorio de dos años sirviendo a la patria como estaban haciendo ahora. Licenciamiento de todo mando afín a los ideales Castristas, con esto evitaríamos un posible levantamiento militar que inestabilizase la isla y la seguridad de los ciudadanos, por no decir que mucho altos mandos son corruptos por lo tanto no tendrían cabida en unas fuerzas armadas profesionales del siglo XXI y perteneciendo a una de las mayores organizaciones serias militares que hay, la OTAN A los mandos afines a España, tendrán que hacer un curso de reciclaje de unos 6 meses para adaptarse al nuevo panorama militar, acostumbrarse a la metodología OTAN, y a las normas internas del ejercito español La tropa cubana seguirán los mismos pasos que las peninsulares para ello tendrán que hacer un examen-oposición de ingreso a la academia y a continuación hacer un periodo de instrucción de 3 meses, siendo los dos primeros meses de instrucción básica militar finalizando con la jura de bandera y el tercer mes seria la instrucción especifica del arma elegida(caballería, infantería, artillería, ingenieros y especialista). Todo soldado podrá solicitar destino en cualquier unidad de la península, Cuba, Archipiélagos o norte de África, en igualdad de condiciones que sus homólogos peninsulares La tropa tendrá que firmar contrato bianuales y a partir de 6 años de antigüedad firmaran un ultimo contrato hasta los 45 años del militar El material de guerra de Cuba se mantendrá aunque ira progresivamente dándose de baja material ya obsoleto para adaptarse al material peninsular

Organizacion militar Terrestre en Cuba


La isla de Cuba tendra una Capitania General que sera el organo superior de mando, adema habra 3 regiones militares: Occidental, Central y Oriental, en las cuales habra una Brigada de Infanteria Ligera compuesta de la siguiente manera: 2 Regimientos a dos batallones cada uno de infanteria Un Batallon de Caballeria Un Batallon de Cuartel General Un Batallon de Artilleria Un Batallon de Logistica Un Batallon Ingenieros Ademas en cada Region Militar habra un Batallon de la Unidad Militar de Emergencia(UME) con un mando centralizado en la Capitania Militar

El numero máximo de militares del Ejercito Terrestre para Cuba sera de un máximo de 15.000 soldados

Organizacion militar Naval en Cuba


La isla de Cuba tendrá una Capitanía General Naval que sera el órgano superior de mando, ademas habrá dos regiones militares: Occidental y Oriental Cada Región naval estará compuesta de la siguiente forma Cuartel General Flotilla de fragatas y patrulleras Batallón de Infantería de Marina, a las ordenes de la Brigada de IF con sede en Cádiz El numero máximo de militares de la Armada para Cuba sera de un máximo de 2.500 marineros e infantes de marina

Organizacion militar del Ejercito del Aire en Cuba


La isla de Cuba tendra una Capitanía General del Aire que será el organo superior de mando, además habrá dos regiones militares: Occidental y Oriental Cada Región Aérea estará compuesta de la siguiente forma: Cuartel General Escuadrilla aérea El número máximo de militares del Ejército del Aire para Cuba será de un máximo de 500 militares

Cifra récord de viajeros cubanos al exterior

Unos 184,787 salieron en visitas al extranjero durante el 2013 y más de la mitad (55.2%) no ha regresado al país, según estadísticas oficiales


WILFREDO CANCIO ISLA/DLA


Un total de 184.787 cubanos lograron viajar al extranjero durante el 2013 y más de la mitad (55.2%) no ha regresado al país, según estadísticas oficiales.

La tercera parte de los viajeros, 66.510 personas, vinieron a Estados Unidos.

La Dirección de Inmigración y Extranjería (DIE) reportó una cifra récord de 257.518 viajes de ciudadanos cubanos entre enero y el pasado 30 de noviembre, un incremento del 30% con relación a 2012.

El período cubre 10 meses y 16 días desde la entrada en vigor de la nueva política migratoria, el pasado 14 de enero, decretada por el Gobierno de Raúl Castro.

“Esto quiere decir que en este período algunas personas han repetido el viaje y han salido más de una vez en el período”, explicó el coronel Lamberto Fraga, segundo jefe de la DIE del Ministerio del Interior, en declaraciones a un canal oficialista en internet. El reportaje del canal CubaHoy fue colgado a comienzos de esta semana en la internet.

El coronel Fraga mencionó que de los que viajaron a Estados Unidos, regresaron ya al país 26.298 (40%), mientras que el 29% de ellos, unos 7.600 viajeros, estuvieron fuera menos de 30 días.

La Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana reveló que durante el año fiscal 2013, que concluyó el pasado septiembre, se otorgaron 32.254 visas de visitante y 24.727 visas de inmigrante.

Sin embargo, la cifra de viajeros a territorio estadounidense que dan las autoridades cubanas –unos 66.000- no especifica la categoría con la que salieron del país, lo que supone que muchos de ellos son personas con visas de inmigrantes o de otro tipo que estaban imposibilitados viajar al extranjero antes de la reforma migratoria, como miembros de la oposición, profesionales considerados imprescindibles en sus puestos y familiares de desertores.

Fraga consideró que “hay un grupo de personas que va a Estados Unidos y regresa en un tiempo prudencial”, aunque sus declaraciones recordaron las facilidades que da la Ley de Ajuste Cubano (CAA) para las personas que cumplen allí una estancia de un año y un día.

“Quiere decir, que hemos estimado y estamos convencidos de que muchos cubanos cuando llegan a Estados Unidos van a esperar al año y un día para esperar su residencia y de esta forma obtenerla y así poder regresar a Cuba y viajar nuevamente a Estados Unidos sin necesidad de pedir una nueva visa”, manifestó el coronel.

De los que vinieron a Estados Unidos, el 60% no ha retornado: 40,212 personas.

“Es vergonzosa la manipulación de las cifras que hace el Gobierno cubano para presentar la realidad migratoria de la isla”, comentó Sergio Comas, analista político. “¿Es acaso un logro que tantos cubanos tengan que salir al exterior a buscarse en 24 meses otra vida que no pueden tener en su propio país?”

Para el experto, el Gobierno cubano “ se quitó una pesadilla regalando más tiempo para que luchen la residencia y el Medicaid en Estados Unidos”.

La reforma migratoria cubana permite que los ciudadanos nacionales permanezcan en el extranjero por 24 meses, sin perder sus derechos como residentes del país. Este beneficio es clave para muchas personas que han solicitado ya estatus legal en Estados Unidos y planean mantener intactos sus propiedades y derechos plenos dentro de isla.

De ahí que el resto de los cubanos que salen a otros países muestren un índice de regreso superior al de los que viajan a Estados Unidos. No se especificó si esta estadística incluye a los cientos de cubanos que han salido del país en misiones de colaboración médica durante lo que va de año.

De los que viajaron al resto del mundo, el 48% ya regresó a Cuba. Otros 61,932 no lo ha hecho aún.

Después de Estados Unidos, los destinos más frecuentados por los cubanos son México, España, Ecuador y Panamá. Muchos de los que viajan a Ecuador, Panamá o Belice lo hacían con el incentivo de adquirir ropa y otros artículos de uso personal y doméstico para comercializarlos en el mercado no estatal, pero el gobierno de Raúl Castro ordenó que los lugares que se dedicaban a vender ropa no tenían licencia para hacerlo y quedarán cerrados a partir del próximo 31 de diciembre.

A la vez, una cifra considerable de los que logran salir a países latinoamericanos y España -muchos cubanos naturalizados como españoles por la llamada Ley de Nietos- busca luego trasladarse hasta la frontera mexicana y cruzar a territorio estadounidense para pedir refugio bajo la CAA.

La cantidad de los que se entregaron a las autoridades estadounidenses en puntos fronterizos con México ascendió a más de 13,000 en el período fiscal 2013, una cifra récord en la inmigración cubana utilizado esa vía.

Bajo las nuevas regulaciones, los cubanos establecidos en el exterior también pueden solicitar regresar a vivir Cuba luego de permanecer fuera del país durante años. Hasta el mes de octubre, la cifra de solicitudes para retornar a la isla ascendía a 3,300 personas.

Why Cuba and Spain Need Each Other Again

Author: Jaime Pozuelo-Monfort

Cuba obtained independence from Spain in the aftermath of the Spanish American War which came to an end in December of 1898. The loss of Cuba, Puerto Rico, Guam and the Philippines is known in Spanish contemporary history as El Desastre (The Disaster), the event which concluded Spain’s era as a colonial power and inaugurated a time of pessimism and despair personalized by the generations of 1898 and 1914, two generations of Spanish intellectuals who anticipated the clash of social classes, which led to the Spanish Civil War between 1936 and 1939. The Spanish American War was the easiest of the wars ever fought by the United States. The event marked the decadency of a country that never experienced a revolution and experienced a 19th century of civil confrontations and wars, a period of decadency that perhaps took off with the independence of a majority of Latin American nations in 1812.

Spain and Cuba need each other because of their common history, language, culture and tremendous synergies. Spain and Cuba could inaugurate bilateral partnerships between developed and developing nations in the 21st century that go well beyond trade and foreign aid.

Spain and Cuba should join forces in a supranational state we have namedReypública. Reypública is indeed the union of a Reino (Kingdom) and a República(República).

Cuba experienced a revolution led by the Castro brothers and Ernesto Che Guevara in the late 1950s. Spain could be on the verge of its unique revolution, labeled theElegant Revolution by Rafael Sanchez Mazas in 1930. In an op-ed published by conservative newspaper “ABC” on December 9, 1930, Sanchez Mazas, co-founder of fascist movement Falange and subsequently minister under Franco rule, ridiculed Spain’s philosopher José Ortega y Gasset’s idea of a Great Council (Junta Magna) consisting of between 150 and 200 individuals representative of the Spanish intellectual elites. The Great Council would lead Spain forward, once constituted, in a move that would have eventually avoided the Spanish Civil War.

Lucas Mallada is a Spanish regenerationist who wrote The Future Spanish Revolutionin 1898. Mallada regretted the loss of the last colonies as follows:

¿Y qué dirán cuando regresen a la madre patria esos doscientos mil hombres procedentes de la plebe, en cuanto de nuevo se diseminen por todos los pueblos de la Península? Exagerando, lo mismo que nuestros desdichados gobernantes, la gravedad y la importancia de la independencia cubana, repetirán todos los días que España perdió sus más preciados tesoros porque la fuerza de sus brazos era insuficiente para destruir la fuerza de las ideas contraria a nuestra dominación.

Towards 1905 in his final years of life Mallada addressed a number of letters to the then future King of Spain the Borbon Alfonso XIII, who at the time was only eighteen, the well-known Cartas Aragonesas (Aragonese Letters) that included his following thoughts regarding El Desastre:

Más que la pérdida de tales provincias, más que la afrenta de tamaña desgracia, colosal e irreparable en verdad, arrastró al pesimismo a muchos españoles la falta de grandes y acertados gobernantes. Después de la catástrofe, la Nación en masa quería volver los ojos hacia sus ídolos; pero no los encontraba.

Cuba is at the end of a cycle that could see the transition of its communist regime into a social democracy. In fact Cuba is at a stage similar to that of Spain in the early 1970s. Francisco Franco, dictator of Spain between 1939 and 1939, successfully led the national side against the republicans during the Spanish Civil War. His three-year campaign concluded victoriously on July 1939.

Alfred G. Cuzán, a faculty member of the Department of Government at the University of West Florida, compares and contrasts Franco’s Spain and Castro’s Cuba (Franco’s Spain and Castro’s Cuba: Parallels and Contrasts presented at the fifth Annual Meeting of Cuban and Cuban-American Studies at Florida International University on October 29, 2003) as “two dictatorial regimes separated by the Atlantic Ocean in space and a generation in time,” adding:

Located at opposite ends of the conventional left-right ideological spectrum and founded by men very different in ideology, style, and temperament, these two regimes are, as one would expect, a far cry from each other. Yet, they also exhibit surprising similarities.

When comparing Franco with Castro, Cuzán points out that “each dictator described his regime as a true democracy, and painted foreign hostility to him or his regime as an attack on national sovereignty and dignity.” Both regimes, according to the Florida scholar, were anti-democratic and anti-liberal, suppressed labor organizations and repressed opposition. Hundreds of thousands fled the countries in the aftermath of the regime change, and hundreds of thousands were imprisoned by both regimes. In both cases, “the dictatorship maintained a permanent division between victors and vanquished, or revolutionaries and counter-revolutionaries.” In both regimes, the official party, whether Falange in Spain or the Communist Party in Cuba, enlisted a minority of the population (between three and ten percent) in order to tighten the ties that held together sectors of the population such as workers, women, or the youth. Both regimes “imposed stultifying controls on academic life and on intellectual, artistic and cultural activities” as well as “rigorous press censorship.” As a result, according to the Florida scholar, some of the most talented Spaniards and Cubans fled into exile. The similarities go on.

Franco instaurated a rough dictatorship that concluded when he passed away in November 1975. The then Prince of Spain Juan Carlos I de Borbón led the transition from dictatorship to a liberal social democracy. Richard Gunther and José Ramón Montero published The Politics of Modern Spain in 2009. The authors argue that:

The so-called “Spanish model” of democratic transition includes several key features: negotiation between reformist sectors of the outgoing non-democratic regime and representatives of opposition groups; the use of the institutions and procedures of the Franco regime to initiate the regime-transformation process; moderate but sustained pace of progress towards democratizacion; inclusion in the decision-making process of representatives of all key political forces; private, face-to-face deliberations at crucial stages; and limiting the number of participants in face-to-face negotiaitons to a manageable few.

Alfonso XIII, himself a Borbon, was the grandfather of Juan Carlos I, who could contribute with his vision to Cuba’s successful transition into democracy exporting the Spanish model as stated by Gunther and Montero. Cuba could teach Spain how to conduct a peaceful revolution into a new post-political regime. Gunther and Montero go on to introduce the term caudillo to describe what Franco was not in actuality:

A caudillo is a charismatic figure who dramatically appears on the scene to restore order and provide leadership following a time of chaos. El Cid (who conquered and expelled the Moors from Valencia in the 11th century) was the very model of a caudillo. Francisco Franco claimed the title of caudillo, even though he was short and squat, spoke with a high-pitched voice, and looked somewhat silly when bedecked with the paraphernalia of a conquering military hero.

Cuba is second in the world for expenditure on education, which amounts to 13% of its gross domestic product. In the meantime, Spain only spends 4.4% of its gross domestic product in education, which puts it at a very modest 92th position worldwide. Spain’s university system is one of Europe’s worst. Furthermore, Spaniards continue to be language-handicapped, with a poor record of English skills and a disincentive to improve.

The most recent and successful reunification took place in the 20 years that followed the Wall of Berlin in 1989. West and East Germany shared not only a common history, culture and language. They shared a border and income levels that were not disparate, in the three to one ratio in purchasing power parity.

Many academics have discussed a possible reunification of South and North Korea. The main difficulty is that the income ratio is in the range of twenty to one. Spain and Cuba have an income ratio of only three to one, similar to that of the two Germanies at the time of reunification. Cuba has one fourth of Spain’s population.

A union of Spain and Cuba could bring about phenomenal spillover effects for Central America and the Caribbean, one of the forgotten areas of the World. The four poor countries of Central America including Honduras, Salvador, Nicaragua and Guatemala could potentially benefit. Spain could focus all of its entire development aid in the area and trigger a sort of Marshall Plan, devoting a yearly amount of one percent of its GDP for the next ten years to bolster and enhance economic activity through investment in infrastructure and education in the area. Everyone would benefit. It is indeed a win-win scenario. In the best years of the Soviet Regime, Cuba received up to four billion dollars of subsidies from the former Soviet Union. In the new scheme Cuba would receive the equivalent of up to ten percent of its gross domestic product as foreign aid, translated into domestic investment were Cuba to join Reypública.

If pensions are frozen in Spain over the next 10 years, retirees could have a phenomenal incentive to move to Cuba, immediately tripling the purchasing power of their hard-earned euros, similar to the flow of Britons from the United Kingdom to Spain in the early 2000s. Cuba’s consolidated healthcare sector could enforce the comfort of Spain’s seniors. The flow of Spaniards and Europeans into the Caribbean could boost the economies of the area. Europeans would not only buy second homes, but would also require services. In addition there would be an increase of internal security and military cooperation that would reduce country risk, increasing the necessary flow of foreign investment into the area.

Cuba could also temporarily solve Europe’s immigration issues. At a time when immigrants are well needed and the ongoing crisis in the Arab World is undermining the ability of the European Union to attract well needed labor in countries like Germany, Cubans could well integrate in Europe provided its very high academic standards and Western-like lifestyle and mentality.

Spain’s strengths in the tourism sector could be exported to Cuba. Cuba could become the tourism superpower of the Americas, attracting Americans as well as Europeans. At a time when Spanish corporations are entering the United States, Cuba could become a unique logistics platform from which to access North America.

Cuba would add more than 3,000 kilometers of coastline to Spain’s successful model ofsun and beach (sol y playa) which represents 70% of the revenues directly related to tourism, which amount to over 10% of the country’s gross domestic product.

Spain and Cuba share much more than a common past, culture, history and language. They share the need to leave old regimes behind. The model of the Western Nation-State is in deep crisis and in serious need to be reinvented. Oligarchy and caciquism are widespread in today’s Spain and have led to frequent episodes of corruption in municipalities during the real estate bubble. The distrust between citizens and its political elites is at an all time high. In a country where civil society remains asleep, the average citizen should incorporate a degree of ambition. This ambition should bring about relevant changes in the direction of the country and the destination pursued.

We must leave colonialism behind. We must remember the atrocities committed by Europeans on African and Latin American soil. Learning the lessons of history should never make any generation hostage thereof. We must look at the future with passion and enthusiasm. We must build forward looking stories able to recuperate the vision and the ambition of the great men and women of the twentieth century, who reacted at a time of global devastation.

At the time Cuba earned a well-deserved independence, the sentiment of attachment to Spain was widespread particularly in urban areas of the island. For almost four centuries Cuba was part of Spain. For centuries to come Cuba should be part ofReypública. The move could open up unheard of scenarios in the usual and limited debate that perpetuates the two options: Castros-led communist regime versus U.S.-led transition to a capitalistic democracy under American influence.

The experience is well worth trying. A success story could inaugurate a new stage of cooperation between developed and developing nations and a supranational era able to lead to a borderless World, the World of World Government and Global Standards.

jeudi 26 décembre 2013

Por otra historia de Cuba

Creo que va siendo hora de reevaluar la percepción que sobre la “Guerra de Cuba” tenemos cubanos y españoles. La primera de todas es llamarla por su verdadero nombre. Lo que ocurrió en Cuba no fue una guerra de independencia, sino una Guerra Civil como las que se produjeron en la misma península durante el siglo XIX.

La razón es bastante sencilla y la puede comprender cualquiera: Cuba y Puerto Rico eran provincias españolas igual que Cataluña o Andalucía, de hecho basta echar una ojeada a los diarios de la época para comprobar que se hablaba de “unidad del territorio”, el mismo argumento que se utiliza en la actualidad para negar el reciente discurso separatista de Cataluña.

También hay que referirse a las actuales percepciones de los historiadores que en América y en España, ya dan por sentado que todas las guerras de independencia fueron una entelequia construida por las élites criollas (ayudadas principalmente) por Inglaterra para justificar sus propios intereses, construyendo así una mitología liberadora que justificase la creación de naciones inexistentes cortadas de su base natural, la Hispanidad, para llenarse los bolsillos hasta hoy.

Los países latinoamericanos actuales no estaban constituidos de pueblos oprimidos deseosos de “liberarse” del yugo español; basta darse una vuelta por el blog Mitófago.com para comprobarlo de manera ligera y sintética. En Cuba no había indios sojuzgados que habrían podido justificar ese discurso, sino españoles, (de segunda categoría es cierto, al menos entre 1838 y el Pacto del Zanjón en 1878), pero españoles al fin, con representación en las Cortes del Reino y todo lo demás.

El segundo punto que cabe discutir es el de la miseria en que nos dejó esta tiránica Madrastra. Otro punto que debo rechazar de plano. La destrucción de Cuba no se debió a España sino a la política de la “Tea incendiaria” declarada por Máximo Gómez y ejecutada concienzudamente por los separatistas cubanos que destruyeron puentes, carreteras, centrales azucareros, campos de caña y telégrafos a la dinamita.

A mediados de siglo las arcas de Cuba eran ricas, tanto que con ellas se pagaron las expediciones de Prim a México y a la República Dominicana; sin olvidar los llamados “sobrantes de Ultramar” que sirvieron durante al menos un lustro para pagar el funcionamiento del Estado y de la Corona en ruinas.

Pero cuando hablamos de finales el siglo XIX, también debemos mencionar que Cuba, contrariamente a lo que sucedía en la Península, poseía una reciente y nutrida red de correos y telégrafos, incluyendo un cable submarino conectado con Cayo Hueso. No se puede omitir la moderna red de ferrocarriles que funcionaban puntualmente. Así es que ¿dónde estaba la pobreza de Cuba? En ninguna parte.

Cuando estalla la segunda Guerra Civil se destruyeron en menos de tres años conscientemente todas las riquezas acumuladas durante todo el siglo, y eso no fue culpa de los peninsulares sino de los propios cubanos, dirigidos (principalmente) por un extranjero que para más inri, terminó destituido por traición durante la Asamblea Constituyente y ayudando al general Woods a arriar la bandera norteamericana en 1902, algo que cuando se cuenta hoy no se lo puede creer nadie en su sano juicio.

A finales del siglo, según lo reconocían los propios diputados con su millón y medio de habitantes Cuba producía tanto o más que la propia Península, “Ignacio González Olivares afirmaba “la exportación de la isla de Cuba, sólo en azúcar y tabaco con su millón de habitantes libres, se aproxima bastante a la exportación total de la península con sus 16 millones de almas” así es que de pobreza nada. A Cuba la destruyeron los propios cubanos y fueron ellos mismos los que se la entregaron además, exhausta, a los norteamericanos permitiéndoles desembarcar en Santiago de Cuba. Aberrante fue lo que hicimos nosotros contra nosotros y eso no fue en modo alguno responsabilidad de España.

La reconcentración


Es uno de los episodios más polémicos. Es cierto que el general Weyler organizó la reconcentración de los ciudadanos españoles de la isla de Cuba con el objetivo de privar a los rebeldes de sus fuentes de sustento. Actuando de esa manera, no estaba más que haciendo lo que tenía que hacer para pacificar a la isla. No fue un invento suyo, durante la Guerra de Secesión Lincoln actuó del mismo modo y ahora hasta una película le han hecho en homenaje.

A la guerra no se va a bailar salsa, ni a tirar trompetillas, de hecho, esa política pacifista que practicó el general Martínez Campos al principio en 1895 no dio los resultados esperados, puesto que los mambises, con Gómez y Maceo a la cabeza siguieron poniendo barras de dinamita y quemando los centrales azucareros. Weyler para salvar a Cuba se vio obligando a parar el relajo en que se había convertido aquella contienda poniendo mano dura. Castro hizo lo mismo en 1967 durante la limpia del Escambray y todo el mundo se calló la boca.

Quedan los números de fallecidos que la propaganda norteamericana y separatista cifró en más de medio millón, pero que recientes estudios reducen a menos de doscientos mil. Muertos de hambre y de enfermedades pero ojo, no provocadas por la maldad de Weyler, sino por el asedio a las poblaciones de los separatistas, que perseguían y asesinaban a los pobladores que pretendían cultivar la tierra alrededor de las ciudades para sustentarse. Sin olvidar que la quema de campos y la desarticulación de las redes comerciales, cuyos principales responsables eran en primer lugar los insurrectos, impedían el abastecimiento normal de las ciudades.

En conclusión, para rehacer la nación Española (con Cuba dentro) hace falta revisar la historia, es un deber de todos los intelectuales  Que no se descalifique a España con hechos inciertos y cuestionables, no sea porque tal vez la solución a los problemas de Cuba venga de la Madre de la que nunca debimos separarnos.