Un reciente estudio del economista cubano Pavel Vidal analiza con claridad las consecuencias de las erráticas políticas monetarias del gobierno del señor Raúl Castro. La realidad intelectual cubana nos tiene acostumbrados a las invectivas, pronunciamientos y diversos proyectos encaminados a mejorar la sociedad; sin embargo pocos se interesan al problema económico, que es, sin lugar a dudas, la pieza fundamental de la ecuación. Numerosos acontecimientos políticos recientes tienen causas económicas y para muchos analistas históricos del paisaje técnico, como Oscar Espinosa, la solución a los problemas de Cuba, pasa por un cambio radical de paradigma.
Lo realmente novedoso de esta ponencia es mostrar que el análisis monetario comienza a interesar, no sólo a las autoridades, (como si por primera vez en más de cincuenta años de vaivenes y tergiversaciones, parecieran decididas a dejar de jugar con esa institución humana que es el dinero, y hubiesen -de veras- dejado abandonadas las ilusiones de creerse capaces de manipularlo a su antojo sin graves consecuencias); sino que también incumbe a una nueva generación de jóvenes economistas que sin complejos, ni aparentes compromisos ideológicos, estudian la política monetaria basados en las más recientes experiencias internacionales en la materia.
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El economista cubano Pavel Vidal |
Es así como nos enteramos por este estudio, que el principal objetico del Banco Nacional de Cuba desde su creación, es luchar contra la inflación, puesto que las nuevas realidades económicas han creado incipientes –e imperfectas- relaciones de mercado surgidas tras las primeras reformas que intentaban “actualizar” el modelo; específicamente aquellas que se relacionan con las casas de cambio. Son igualmente significativos los esfuerzos que se realizan para coordinar realmente los esfuerzos de los agentes económicos con las instituciones oficales encargadas de fijar los precios, “Junto con el Comité de Política Monetaria y sus instrumentos se debe destacar el papel que juega en la estabilidad monetaria el GASFI (Grupo de Análisis del Saneamiento de las Finanzas Internas). En el GASFI se reúnen mensualmente directivos del Ministerio de Economía y Planificación, del Ministerio de Finanzas y Precios, del Mincin y del Banco Central, con el objetivo de planificar las acciones que cada uno puede llevar adelante para mantener el equilibrio monetario en el sector de la población. Este es un punto de encuentro entre la política monetaria, la política fiscal y la planificación. Son importantes estas reuniones para analizar las variaciones de los salarios, de los precios regulados, de diferentes fuentes de liquidez monetaria, así como, la asignación de dólares al Mincin por parte del Ministerio de Economía y Planificación” *
Pero a mi juicio lo más significativo de este trabajo es que por primera vez, se publican cifras que ofrecen evidencias estadísticas sobre la pérdida del valor del peso, (1 peso cubano de 1989 equivale a 8.83 pesos actuales) quedando demostrado que el salario medio nominal de hoy -427 pesos- equivalen en realidad a 48 pesos reales de 1989, ¡una disminución de 26%! En cualquier país del mundo por una pérdida menos significativa del poder adquisitivo del dinero (la merma del valor de la moneda se aparenta a un robo perpetrado legalmente por el Estado) la gente ya se habría volcado a la calle reclamando cabezas que cortar.
Esta falacia, propagada por una gran parte de los economista ingleses, pero también vehiculada por la inteligencia continental, amparada por la filosofía humanista hija de las Luces y de la Revolución Francesa, continua haciendo severos estragos, porque ha encontrado la manera de vincularse estrechamente al discurso político, inseparable de las nociones de “progreso” y “justicia” defendidas por todos los "demócratas" del planeta empezando por Hugo Chávez y terminado por Barack Obama.
Es evidente, que ningún líder sería elegido hoy con un programa basado en la aceptación de que el Estado no es el instrumento más indicado para resolver los problemas sociales, engendrados por la desigualdad y la pobreza. La campaña de Ron Paul en los Estados Unidos, -a pesar del entusiasmo que provocó en su momento- lo ha demostrado con creces. Reconocer los límites de la razón se percibe como una locura o una clara señal de debilidad. Sin embargo el senador tenía razón y por tanto la historia tal vez lo absolverá.
La dificultad intrínseca a ese tipo de afirmaciones, es que las consecuencias de la aplicación de un programa político, contrariamente al de una innovación, no pueden apreciarse inmediatamente. Hoy gracias a la informática y la potencia de cálculo alcanzada se puede simular hasta el comportamiento de una explosión nuclear sin tener que llevarla a cabo en el mundo real. Esta modelización no es posible (al menos todavía) en el campo de las sociedades humanas. Tomemos por ejemplo, el caso de la legislación encaminada a reducir el tiempo de trabajo en Francia. Lo que al principio parecía un avance “lógico” dados los adelantos de productividad alcanzados y hasta una “necesidad” desde el punto de vista social, se ha convertido para una gran parte de los analistas económicos galos, en la razón principal de la perdida de la competitividad del país con respecto al resto de los estados de la Eurozona, principalmente Alemania. Esta embarazosa situación no se produjo al día siguiente de ser aprobadas dichas leyes por el parlamento, sino que se fue concretando, haciéndose evidente con el paso de los años. ¿Cuánto ha costado a la economía francesa en su totalidad esta aventura? Las cifras son un secreto de estado, igual que la tecnología de los submarinos S619.
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Llevado por tales capitanes, el Concordia de la sociedad humana navega directo hacia la isla de Giglio. Mientras nuestros líderes democráticamente elegidos nos lleven dando bandazos como hasta ahora, capeando los temporales desencadenados por ellos mismos, estará comprometida la existencia misma de la humanidad en nombre de la razón.
* Vidal Pavel. Estabilidad y política monetaria en Cuba.
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