samedi 13 juillet 2013

Cuerpos en venta: Pinguerismo y masculinidad

En la jerga del mercado sexual cubano, pinguero es el sujeto masculino insertado dentro de la economía informal de placeres ligada al turismo, que se involucra en relaciones sexuales —fundamentalmente con extranjeros— por dinero, bienes materiales u otros beneficios.
En cierta medida, el término es correlativo al de jinetera, que se utiliza para la negociación del estigma del término prostituta.
Los pingueros aparecieron en la Isla durante los años noventa, cuando la crisis económica generada en Cuba luego de la caída del bloque socialista provocó una apertura al capital extranjero y al desarrollo del sector turístico. Con una situación "excepcional" en que funcionan dos economías —una en dólares estadounidenses o pesos convertibles (CUC), en la que se encuentran los bienes y servicios más importantes, y otra en pesos cubanos de poco poder adquisitivo—, los sectores populares han tenido que poner en práctica otras estrategias de sobrevivencia que muchas veces están en la delgada frontera de la ilegalidad.
De esta manera, surgió el término "lucha". La expresión, utilizada recurrentemente por el discurso oficial, fue resemantizada por amplios sectores populares con exiguos salarios en pesos cubanos, para referirse a sus estrategias cotidianas de sobrevivencia. Estar en la "lucha" le otorga al sujeto social cubano contemporáneo una cierta libertad para moverse en un amplio campo de acciones, más allá de las leyes y de valores éticos y morales. El término "luchador" o "luchadora" sirve para negociar el estigma y la censura que adquieren sus prácticas en el discurso social.
Así se define Reinier, un joven pinguero: "Yo soy un luchador. Eso significa que tengo una meta y voy a hacer todo lo que pueda para alcanzarlo, es no tenerle miedo a nada ni a nadie. Yo sé que hay muchas personas que ven mal lo que yo hago, que me ven como un antisocial, como un delincuente, pero me gustaría que me vieran como lo que realmente soy, como una persona que tiene aspiraciones en la vida y que lo hago por ser alguien. Yo vivo sin pena ni remordimiento de ningún tipo, lo único que siempre me ha dado vergüenza es no tener un peso en el bolsillo".
Aunque se acueste con hombres todas las noches, Reinier no se piensa a sí mismo como pinguero o "prostituto", sino como un sujeto "al que le ha tocado vivir momentos difíciles". La metáfora de la lucha tiene una función instrumental y sirve para negociar la masculinidad y para tomar distancia del estigma que implica involucrarse sexualmente con hombres.

2 commentaires:

  1. nada que no exista entre los amos a quienes lames las botas sin vergüenza lamebotas espanol,vete al barrio de Chuecas en Madrid andate a Barcelona anda.....me alegro del nuevo escándalo en el gobierno de tu adorado pais lleno de corruptos.....jamás permitiremos que esa gentuza nos gobierne....

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  2. querido amigo si no le gusta lo que publico, no se haga daño, grande y espaciosa es la red. saludos!

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