mercredi 24 juillet 2013

Improductividad y deuda eterna

ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES, DDC

Cada cubano que nace hoy en la Isla debe $5.328 a la comunidad internacional. Sin los subsidios venezolanos y las remesas familiares, el castrismo colapsaría.

Cada afiliado a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), con un sueldo promedio de 20 dólares mensuales, le debe al Club de París 9.052 dólares y, a Rusia, otros $8.000. O sea, cada empleado asalariado en la Isla debe a acreedores internacionales 17.052 dólares. O lo que es lo mismo: 71 años de trabajo, un record mundial absoluto, de ciencia ficción.
Hacer este cálculo, simbólico pero elocuente, es sencillo. La CTC cuenta con 3,5 millones de trabajadores y el Estado castrista, en medio siglo de improductividad económica, ha acumulado ya una deuda externa de $59.681 millones.

De ese total, según un informe de la Unión Europea, la dictadura cubana le debe $31.681 millones al Club de París. Ese pool occidental de acreedores, creado en 1956, lo integran 19 países de América, Europa y Asia, y su función es la de coordinar formas de pago y renegociación de deudas externas de gobiernos e instituciones oficiales de préstamo. Cuba es el mayor deudor de Latinoamérica y casi quintuplica el adeudo de Argentina ($6.743 millones), y sextuplica la deuda de México ($4.869 millones) con el club financiero.
Los restantes $28.000 millones de la deuda cubana los reclama Rusia por las obligaciones contractuales y créditos no pagados a la Unión Soviética durante 30 años de anótalo en el hielo, tovarich. El Gobierno castrista no reconoce la deuda con la extinta URSS y jamás la va a pagar por muchos descuentos y juegos malabares que haga Moscú. Pero no puede eludir el adeudo con Occidente y eso sí es un problema, incluso para cualquier gobierno postcastrista que quiera reconstruir el país.
Si algo evidencia la incapacidad de la economía socialista cubana para generar riquezas, y la nulidad de las "reformas" de Raúl Castro, es que cada año las importaciones cubanas superan con mucho a las exportaciones de bienes. Ese déficit comercial crónico genera una deuda externa ad infinitum.
Es lógico. Una persona solo puede gastar más dinero del que gana o tiene ahorrado si se endeuda o un alma caritativa paga las cuentas que exceden su capacidad de pago. O hace ambas cosas a la vez. Esto es válido también para las naciones. Cuba produce muy poco y exporta menos de lo que importa. Consecuentemente, no tiene reservas monetarias para cubrir el déficit de su balanza comercial, por lo cual se endeuda y necesita además un mecenas extranjero.
El colmo es que como ahora el Gobierno contabiliza como "exportación de servicios" a las subvenciones recibidas de Caracas, desde 2010 asegura que tiene superávit comerciales. Falso. Lo cierto es que debido a las escasas exportaciones y el exceso de importaciones la deuda externa cubana ya supera el Producto Interno Bruto (PIB). Antes de la llegada de los Castro al poder, entre 1950 y 1958, la balanza comercial cubana registró superávit, excepto en 1958, que tuvo un déficit de $43,6 millones. En 1953, por ejemplo, el país exportó por valor de $640 millones e importó $489 millones, para un excedente comercial de $151 millones, enorme para el volumen comercial de la Isla entonces.
En cambio, desde la proclamación del socialismo en 1961 la balanza comercial ha sido siempre deficitaria, con excepción de 1974, cuando tuvo un superávit de $10 millones. El año record en volumen de exportaciones fue 1989, cuando exportó bienes por valor de $5.399 millones. Pues bien, ese año las importaciones cubanas ascendieron a $8.140 millones, para un déficit de $2.740 millones en la balanza comercial.
Tan altos desbalances comerciales explican el extraordinario endeudamiento, pues la casi totalidad de ese adeudo obedece a créditos comerciales recibidos y no pagados por La Habana. Durante tres décadas esos desequilibrios fueron cubiertos por la Unión Soviética, y acumularon una deuda gigantesca. Tras la desintegración de la URSS apareció el chavismo en Venezuela, que se encarga de mantener a flote la economía isleña.
La estadísticas de la Unión Europea revelan que en 2010 Cuba le debía $3.200 millones a España, $3.170 millones a China (en divisas convertibles), $2.775 millones a Japón, $1.967 millones a Argentina, $1.856 millones a Francia, y miles de millones de dólares a otros 22 países, incluyendo $1.149 millones a la Rusia postsoviética.
No más créditos
El problema es que de esa deuda Cuba no paga ni siquiera los intereses acumulados, por lo que el saldo del adeudo sigue creciendo cada año. Por eso el país no recibe créditos y no puede comerciar con decenas de países. Eso, y no el "bloqueo yanqui", es lo que afecta de veras a Cuba.
En 1985 Castro se autoerigió en abanderado contra el pago de la deuda externa de los países del tercer mundo. El dictador organizó conferencias internacionales en La Habana, en las que lanzó la consigna (aplaudida por cientos de izquierdistas) de no pagar ni un centavo más a los acreedores porque eran ellos los que tenían una "deuda financiera y moral colosal" por los 400 años de "explotación colonial y neocolonial" de los países de Latinoamérica, Asia y África.
Y desde julio de 1986, Cuba no paga ni la amortización de los préstamos, ni los intereses. El régimen ha llegado a ciertos acuerdos con el Club de París y con Rusia para la renegociación de la deuda, pero luego no los cumple.
Con la estrategia fidelista de no pagar la deuda —despilfarrada o incluso malversada por algunos gobiernos corruptos sin beneficio para sus pueblos—, lo único que logró Cuba fue  convertirse en un apestado internacional con el que no se puede hacer negocio. Ningún gobierno la secundó.
No se trata de que Cuba deba obtener siempre superávit en su balanza comercial. Es común que ciertas naciones en desarrollo registren déficit comercial, pues necesitan importar tecnología, bienes de capital, materias primas, equipos. Para ello reciben créditos que luego van pagando con el propio crecimiento económico.
Pero en una economía centralmente planificada, los recursos tecnológicos y de capital importados no se aprovechan, hay despilfarro, negligencia burocrática, robos masivos en las fábricas, una bajísima productividad e ineficiencia laboral. La economía no crece y los créditos no se pagan. Entonces los proveedores dejan de vender y de prestar dinero.
La actual crisis del transporte de pasajeros en la Isla se debe a que el Gobierno dejó de hacer parte de los pagos por cientos de ómnibus que recibió de China y de Bielorrusia, y los acreedores suspendieron los suministros de piezas de repuesto.
Tal desastre lleva de la mano a una deuda, que además de externa, es eterna, al punto aberrante de que todo bebé que haya nacido en la Isla mientras usted lee este artículo vio la luz ya marcado por una deuda de $5.328 con la comunidad internacional.
La economía castrista está postrada de tal manera que sin los $10.000 millones en subsidios chavistas, y sin los $2.500 millones anuales que hoy aportan los "gusanos" desde el exterior,  los cubanos probablemente vivirían igual o peor que los haitianos.
 

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