lundi 15 juillet 2013

El federalismo era esto

José Antonio Álvarez Gundín


La reforma federal del PSOE merece mejor suerte que la de ser un simple apósito a la hemorragia catalana. Cuando llegue el momento oportuno de reformar la Constitución, que no es ahora, habría que tenerla en cuenta. Sus propuestas son razonables y podrían ser suscritas por el PP sin sacrificar ninguna de sus convicciones. Salvados algunos matices y dejando a un lado ciertas ambigüedades calculadas, como el despiece de la Justicia, el texto no contiene obstáculos insalvables que impidan un pacto de Estado. Pero precisamente por eso, porque el federalismo es sólo una inyección de botox al mapa autonómico, no tiene posibilidad alguna de que los nacionalistas lo acepten, ni tampoco la izquierda radical que en unas comunidades funge de independentista y en otras de bolivariana.

El intento del PSOE es loable pero ineficaz, pues su gran propósito de «restablecer un nivel de consenso al menos tan amplio como el que hizo posible la Constitución de 1978» resulta inalcanzable por el descuelgue de CiU y de IU. Hace 35 años, el texto constitucional sólo tuvo 6 votos en contra; hoy, la propuesta federal tendría, en el mejor de los casos, 44 noes rotundos. Si de España se trata, no conviene llamarse a engaño ni distraerse con el sonajero de las palabras, por muy sugerentes que suenen. La palabra federalismo, aunque se agite con energía, no engatusará a un nacionalista cuya tierra prometida es la independencia. Se miente a sí mismo quien crea que el Estado federal calmará las ansias de los separatistas. Para nada. Desde que la Transición democrática les otorgó prebendas por las que apenas lucharon bajo la dictadura, los nacionalistas vascos y catalanes no han desaprovechado una sola ocasión para demostrar su deslealtad y su desprecio hacia los «españoles». Sólo el dinero, arrancado con modales avarientos, ha aplacado a ratos la permanente insatisfacción que profesan. A lo máximo que puede aspirar el PSOE con su música federal es a prorrogar el baile con los separatistas unos pocos compases más implorando no ser abandonado en mitad de la pieza. La solución no es aferrarse a quien quiere irse con cesiones interminables, sino fortalecer a los que quieren quedarse, que en Cataluña son la mayoría como lo demuestran las encuestas. Hasta ahora sólo se ha privilegiado el peso electoral de los nacionalistas como si fueran ciudadanos de primera; pero de lo que se trata es de reconocer el peso democrático de la mayoría que se siente parte de España y que es maltratada como si fuera de segunda. El gran defecto del modelo federal del PSOE es que está pensado para los que quieren irse, en vez de para los que quieren quedarse, que son los más.

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