Proemio Insuficiente del Nuevo Proyecto Histórico Cubano Para La Transición Económica
Todo proyecto
social debe estar orientado en primer lugar al mejoramiento de la vida de los
ciudadanos, por lo que necesariamente no podemos eludir su interrelación con el
sistema económico.
Sobre la deconstrucción del modelo político, de
producción y mercantil socialista, la experiencia acumulada desde finales de la
década del 80 hasta hoy debe aportarnos beneficios, sobre todo en lo
relacionado con el ensamblaje teórico y práctico del “nuevo modelo” o
integración a la Comunidad.
Esto último puede sonar ambivalente y de hecho lo
es, pues los cubanos en libre referéndum, pero con conocimiento de causa han de
sopesar y elegir la mejor opción, que entre tres, dos, a mi consideración
serían las más ambiciosas y prácticas y que a juicio de muchos entendidos nos
dejaría excelentes resultados en materia de derechos civiles y logros
económicos.
Todos los proyectos para la transición en Cuba,
incluyendo éste, deben ser debatidos en el seno de la sociedad y con las
fuerzas vivas de la nación. Tomar en cuenta a los partidos y movimientos que
durante años han estado enfrentando al régimen totalitario castrense, así como
a todos los cubanos sin importar su lugar de residencia, ni sus convicciones
ideológicas o políticas. Para no ralentizar el proceso, es conveniente utilizar
avanzadillas democráticas como el Proyecto Varela, que pueden perfectamente
servir de plinto o base a fin de dar a conocer todas las propuestas.
La economía y la sociedad están vinculadas, por lo
que no es solamente el llegar a metas que satisfagan el crecimiento en
porcentajes o cifras de un sistema macroeconómico, sin que tomemos en cuenta
los beneficios o mejoramiento en aspectos tan importantes como son; “la vida
familiar, política y asociativa de los ciudadanos”. No estoy siendo subjetivo,
pues aun tomando en consideración el pragmatismo del sistema económico mundial
debemos concretar avances en ese sentido, sino carece de toda lógica cualquier
proyecto, tenga la trascendencia económica que tenga.
La integración de Cuba a un bloque económico, político
y militar haría posible la realización a corto plazo de esas metas. El
eufemismo de la pseudo-independencia, es decir, si optamos por la exclusión -o
nos excluyen de los bloques de poder- quedaríamos a merced de los intereses, que
con seguridad serían muy ajenos a nuestros fines. Mirar a aquellos países
ex-socialistas que permanecen en solitaria “libertad e independencia” o a
nuestra América, Asia, África y tendremos una visión futura a imagen y
semejanza en Cuba.
I
En verdad lo primero o el aspecto más importante a
dilucidar es en qué posición quedará Cuba con relación a Estados Unidos o a
España y por consiguiente con la Comunidad Europea. En el segundo aspecto ya
estaríamos debatiendo entre los implicados nuestros derechos, que deben ser
todos los derechos de los ciudadanos norteamericanos o europeos, claro está, y
este aspecto es importantísimo y algunas especificidades no negociables, como
son el no renunciar a nuestras diferencias culturales que en relación con
Estados Unidos son sustanciosas pero previsibles y llevaderas dado el ejemplo
de Puerto Rico, sin ser un calco de este país antillano, así como mantener y
mejorar los logros en materia de salud y educación.
El programa tiene por la parte Europea un camino
trazado, bien definido y con resultados excelentes. El crecimiento económico y
los niveles alcanzados en materia de derechos humanos en la Comunidad, el
ensanchamiento progresivo de sus fronteras presupone la fácil integración de
Cuba como Estado Libre Asociado de
Ultramar con tutelaje europeo, o como una Comunidad Concertada Española. España
posee la experiencia de las Islas Canarias, aunque es bueno aclarar, esto con
relación a Cuba tendría modificaciones sustanciosas. Y quizás obligue a España
a modificar su Constitución, algo que HOY está en las Cortes como debate
cardinal, debiéndose en buena medida a reminiscencias del cisma provocado por
la Comunidad cubana-española en América a principios del siglo XX.
La tercera Cuba, es pues la reconstrucción de una República “libre e independiente”, este proyecto nacionalista viene a ser una especie de Status Quo, con variante ideológica y con cierta apertura democrática. No difiriendo mucho de aquellos países que otrora fueran parte del bloque Soviético y que han quedado al margen de los centros de poder. En el nuevo mapa estas naciones “independientes” marcan poco peso en la política internacional pues prácticamente han quedado para el pousse-café de los poderosos. Países con abundantísimos recursos naturales no son más que calamitosos posaderos sanitarios a los ojos del planeta. No obstante, el respeto a la libre elección debe dejar espacio a este tipo de propuesta de la que sin duda muchos esperan el milagro, algo así como la resurrección del Fénix.
El crecimiento económico y mercantil no tiende necesariamente
a mejora material y existencial del hombre. Hay una serie de aspectos que
integrados o de manera global contribuyen al mejoramiento o deterioro del nivel
de vida de los ciudadanos. Primeramente hay que partir de una realidad que
impone modos de vida. La indiscutible diferencia tiene asiento en las reglas
que aplican las economías fuertes a las más débiles a través de sus
instrumentos; la Banca Mundial y el Fondo Monetario Internacional y otros
mecanismos que son verdaderos yugos sobre becerros domados y flojos.
Aquí cabe citar de Vallejo aquellos versos; “la
cólera del pobre/ tiene un acero contra dos puñales”. Sin duda alguna es
ilusorio materializar las utopías sociales sin incentivos fiscales especiales,
máxime en la maltrecha economía de Cuba. Estas bondades tienen expresión
efectiva en los nuevos socios de la Comunidad Europea. Países como España, ya
veterana en la Unión aún conservan esos beneficios. Estoy hablando de una de
las primeras economías mundiales y la
segunda Banca en América Latina.
Es decir, de ningún modo las rebajas tributarias
crearían simples ventajas competitivas temporales, todo lo contrario, harían
posible la competitividad que permitiría la paulatina supresión de esas ayudas
ya que fuera de un intercambio desleal, no quedaría a merced de los altos
intereses tributarios que exigen los países acreedores y la Banca… Por
consiguiente los intereses de los países poderosos deben tener una connotación
con relación a Cuba, diferente a la que aplican al resto de las naciones tercermundistas.
Para conseguir esto los ISLEÑOS debemos actuar con perspicacia, pues podemos
ofrecer y pedir, pero como es lógico con el único motivo que interesaría
realmente a España y a Estados Unidos, la Unión.
Las ayudas económicas sin incentivos fiscales
especiales servirían entre otras cosas para grabar aún más los fondos del
Estado. Con ellas (las ayudas de fondos) se podrá establecer el funcionamiento
de las instituciones estatales, marcharía el aparato productivo de la economía
nacional ya con gran dependencia de empresas y capital exterior, sobre todo
privado. Las indiscutibles gangas económicas para los inversionistas
extranjeros harían altamente rentables sus negocios.
El escape de nuestros recursos naturales a precios
que impone el mercado mundial y la utilización de mano de obra barata dejarán
agotadas no sólo las utopías de los cubanos. “Es indudable que el Estado
pierde poder frente al capital transnacional (…) el Estado “es el ente jurídico
que representa a la nación ante la comunidad mundial en negociaciones y en
tratados internacionales. Esta representación se realiza bajo la ficción
jurídico-política de la identidad entre política gubernamental e intereses
nacionales. De hecho, sin embargo, las naciones y pueblos contemporáneos
carecen de una representación genuina en la legislación y reglamentación de los
asuntos internacionales, dado que los “intereses nacionales” –en cuyo nombre
actúan los gobiernos- son determinados en virtual exclusividad por las elites
dominantes.” [] Es deducible que las
buenas estructuras de gobierno y sociedad civil no son más que una fachada de
vidrios frente a proyectiles intercontinentales teledirigidos y manipulados por
expertos funcionarios al servicio del Nuevo Orden Mundial.
La posibilidad para crear una infraestructura
económica y de mercado que sea competitiva a nivel global es consustancial con
los procesos de renovación tecnológica y de investigación científica. Procesos
que no serán viables si no se cuenta con proyectos integradores como los que
posee la Comunidad Europea para los nuevos miembros. El programa económico y el
programa social no dependen exclusivamente de la nación y las ayudas
financieras para la creación de estructuras de gobierno y de la sociedad civil,
ni de las exportaciones, así tampoco de la Inversión Extranjera Directa
(I.E.D.).
Es suficiente saber que todas esas posibilidades
están dadas a los países más pobres. No hay duda que el nivel de pobreza en
buena medida crece por el endeudamiento debido a las altas tasas de interés y a
la imposibilidad para transferir tecnología de punta destinada a la producción
y reproducción de los bienes de uso y consumo. Tampoco determina el tipo de
moneda para el crecimiento y sostenimiento de una economía, sea ésta de
transición o establecida en una mentalidad y praxis de mercado. Otros países
han sustituido su moneda por el dólar y han sufrido estrepitosos desajustes en
toda la infraestructura bancaria, prolongando y ahondando los problemas no sólo
de origen monetario.
Vale la pena señalar nuevamente como ejemplo
positivo la política adoptada por la Comunidad Europea para inhibir las
diferencias entre los Estados que componen la Unión. “Durante mucho tiempo,
las diferencias de desarrollo y de nivel de vida entre regiones, que existían
mucho antes de la creación de la Comunidad, sólo fueron objeto de un
tratamiento específicamente nacional. Los esfuerzos progresivos de la Unión
para reducir estas diferencias aportaron netas mejoras.
Pero todavía hoy siguen existiendo
fuertes disparidades: las diez regiones más dinámicas tienen un producto
interior bruto (PIB) casi tres veces superior al de las diez regiones menos
desarrolladas. La política regional de la Unión sigue siendo necesaria para
favorecer un desarrollo armonioso del espacio comunitario. Su acción debe
permitir a todas las regiones europeas sacar plenamente partido de las
oportunidades del mercado único y contribuir al éxito de la unión económica y
monetaria (UEM).”
“La política regional europea es, ante todo, una
política de solidaridad tendente a estimular, a escala comunitaria, las
intervenciones que permitirán a los territorios con más dificultades superar
mejor sus desventajas. Durante el período 2000-2006 un tercio del presupuesto
comunitario (213.000 millones de euros), procedente de la contribución de los
Estados miembros, para la política regional y
para las regiones que más lo necesitan. Los Estados miembros, a través
de sus propias ayudas regionales, y la Unión Europea perseverarán en su
esfuerzo para reducir las diferencias de desarrollo, participar en la
reconversión de las zonas industriales en declive, en la diversificación del
medio rural o, incluso, en la revitalización de los barrios en crisis.”
La voluntad, necesidad e intereses comunes han de
propiciar ventajas y crecimiento para las partes. Cuba ofrece su níquel y el
cobalto, sus más de trescientas playas en la isla grande y otras inmejorables
en los cayos e islotes del archipiélago, su eterno verano, su tabaco y su
azúcar, sus universitarios que son la mayor cantidad en porcentaje por
habitantes en el planeta, su baile y la música, esa que hace mover y se canta
por todo el mundo, su estratégica posición geográfica, es pues la llave del
golfo, su biodiversidad flora y fauna, siendo además vale la pena recordar, la mayor en las Antillas.
Europa se estaría enriqueciendo no solo con un
intercambio cultural y humano sin precedentes con éste país de América, sino
que pudiera participar en los nuevos proyectos y ejecución de obras, sobre todo
en las importantísimas esferas del turismo, la pesca, las comunicaciones y la
agricultura entre otras.
La inversión extranjera necesariamente dejaría
resultados excelentes tanto para los cubanos como para los socios Comunitarios.
Pues en un clima de crecimiento y estabilidad económica los isleños muy
seguramente ayudados por la nueva realidad, se esforzarían y fortalecerían la
sociedad civil, siguiendo las pautas de la Carta Magna de Europa y la
Constitución española, la que habrá que modificar con la venia del pueblo
Español y Cuba y; así también con la aprobación del conjunto de los Estados de
la Nueva Europa.
II
La opción de Cuba, si le fuera posible elegir por la
unidad con los Estados Unidos como Estado Libre Asociado o como un Estado más
de la Unión, contaría a mi criterio con inmejorables ventajas para el pueblo
insular, incluso frente a las que pudieran ofrecer España y el conjunto
comunitario europeo. En el Norte viven muchísimos nacidos en las islas de Cuba,
dos millones aproximadamente, más los descendientes que suman otros tantos, los
que a la postre contribuirían de modo efectivo al cambio de Status.
El tránsito de la República Cuba a Estado Libre
Asociado o Estado de Norte América sería un gran acontecimiento para todos los
cubanos muy en particular para los que viven en la mayor de las Antillas. Los
afincados en Cuba no serían reticentes a este proyecto. El debate debe abrirse
a escala global con cubanos del exilio y al mismo tiempo facilitar un
intercambio directo con familiares residentes en Cuba. La creación de programas
informativos a través de la radio, la TV u otros medios de difusión masiva
servirían eficazmente a este fin, así como la creación de partidos políticos
dentro y fuera de la Ínsula encaminados a legalizar o formalizar este proyecto
en la nueva sociedad civil cubana. Son pues los primeros ingredientes para que
este empeño se vea coronado con el éxito. Obviamente esto no solo depende de
nuestro pueblo, sino también del pueblo norteamericano y de su gobierno.
Si las partes se comprometen y hacen efectiva la
unión el plan económico sería en buena medida trazado y ejecutado por Estados
Unidos con la siempre activa asistencia nuestra, debiendo contar con el
beneplácito de la mayoría del pueblo cubano. Indiscutiblemente los
numerosísimos problemas que le aguardarán a un Estado Independiente “forzado” a
realizar un cambio de sistema político y económico serían eliminados con su
adhesión a una economía como la norteamericana. Que pondría por su propio
interés los Fondos Estructurales y de Cohesión en el oficio de agilizar la
estabilidad macro-económica del nuevo Estado. Obligaría a los inversionistas a
cumplir con parámetros o leyes, que por ejemplo hoy no tiene Cuba y por
extensión los países pobres y “soberanos”. Este cambio entre otras cosas
contribuiría al mejoramiento de la vida familiar, disfrutando el individuo no
sólo el derecho a la libertad de movimiento, sino que de manera efectiva
pudiera hacerlo, contaríamos con un pasaporte similar a una llave para abrir
las fronteras del planeta. Además la integración aseguraría el paso a una
economía de mercado exitosa y sin precedente en ninguno de nuestros pueblos de
América o del mundo. Cuba dejaría de tener regulaciones tan oprobiosas como el
vigente decreto ley para las inversiones extranjeras y otras a las que hace
referencia el PROYECTO VARELA.
No obstante la sociedad cubana ha alcanzado logros que aún son aspiraciones en
los Estados Unidos. Es pues de trascendental importancia para los isleños
mantener la salud y educación pública “gratuita”. Estos dos puntos sería muy
importante ajustarlos y mantenerlos en el nuevo Estatuto. El Estado debe
comprometerse y garantizar mediante la ley y en la praxis misma la calidad de
la educación y la salud del pueblo. Sin que ello sirva para desestimar los
fondos y becas que estimulen la participación del sector privado, a través de
mecanismos de igualación de donaciones destinados a financiar la enseñanza
superior en Cuba” así como para el mejoramiento de la atención médica. Ello no
debe presuponer quitar al Estado la competencia educacional y de la salud
pública para dársela a la caridad.
Un estudio de mercado nacional e internacional para
los productos del país y la aconsejable prudencia valorativa sobre el de
reciprocidad de ingresos y expendios de las futuras inversiones en suelo
cubano. El crecimiento de la inversión debe fluir con la certeza absoluta de
que se producirán entradas de amortización en el más breve tiempo y claro está,
con la perspicacia o la prudencia de no “distribuir dividendos en tanto los
importes activados no estén cubiertos por reservas de libre disposición de al
menos igual cuantía”
Las empresas deben poseer facilidades de pago con
diferencias, teniendo en cuenta las distintas etapas de desarrollo de las
mismas. Lo Gastos de Constitución, Gastos de Primer Establecimiento, así como
para los Gastos de Ampliación de Capital. De ningún modo se deben gravar a
estas empresas con impuestos equivalentes a la etapa óptima de producción y
mercantil. Aunque se vean obligadas a amortiguar al Estado e instituciones
privadas el monto total requerido por el trabajo burocrático para el
asentamiento de dichas empresas en suelo insular. Esa y otras medidas
encaminada a atraer la inversión extranjera serian prácticamente dadas si Cuba
tuviera su inclusión como Estado Asociado a los Estados Unidos. La inclusión
garantizaría la estabilidad de gobierno, además nos beneficiaríamos con los
fondos federales a los que rápidamente estaríamos contribuyendo de manera
positiva.
La formulación de leyes que protejan a los trabajadores debe surgir de manera
paralela a las leyes que regulen los procedimientos para la inversión
extranjera o privada nacional dentro del Estado. Los tipos de contratos y
salarios mínimos, derecho a la vacaciones, etc. No debemos contraer compromisos
que distorsionen nuestra cultura de vida, que no es la de vivir para trabajar,
sino la de trabajar para vivir. Lo que no concebimos y no nos conviene no
debemos aceptarlo. No es una postura arrogante, es la posición que desde un
principio y por principio nos garantizaría condiciones de vida acordes a
nuestras aspiraciones y costumbres. Lo que los Estados Unidos no nos dé, España
y Europa seguramente nos lo concederán. Pienso que en este caso el pragmatismo
es una virtud. Poner el músculo y las neuronas a funcionar de modo que nos
liberen del yugo y del aguijón.
Asumir como premisas en la transición democrática
las reformas políticas y económicas es adueñarse del futuro. El aplazar
cualquiera de las dos reformas anularía por efecto al gobierno que pudiera
adjetivar los legítimos intereses de nuestro pueblo. Debemos procurar que la
emoción y la alegría por el fin del totalitarismo no nos conviertan desde el
principio en bailarines de un carnaval creado para tontos. No debemos asumir
todos los consejos como buenos, ni caer en la debilidad de complacer a los
poderosos para que nos acepten entre ellos. La peor condición del hombre es ir
de víctima y resignarse a serlo.
1 [1] Heinz Dieterich: Teoría y Praxis del Nuevo Proyecto
Histórico. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, Cuba. Pág. 157