El ministerio del hambre
Viernes, Abril 5, 2013 | Por Reinaldo Emilio Cosano AlénLA HABANA, Cuba, abril, www.cubanet.org -Jorge Luis Castillo Fumero, del municipio capitalino La Lisa, expone: “Los campesinos lloraban al cumplir la orden de enterrar sus cosechas de ajos, cientos de miles de cabezas, quizás pasen del millón. Funcionarios del Ministerio de la Agricultura ordenaron enterrar toneladas de ajos listas para el mercado en las provincias Artemisa y Pinar del Río, a pesar del hambre y los precios tan altos del ajo, precisamente por su escasez”. El hecho ocurrió hace menos de dos meses.
Añade Fumero que Carlos Fonseca, de La Lisa, con camión propio, hace muchos años transportista entre el campo y la ciudad (servicio prohibido por el gobierno), comentaba que muchos campesinos a los que sirve tuvieron que enterrar una montaña de ajos que el Estado no recogió por carecer de camiones. Pero tampoco autoriza el traslado al mercado por particulares disponibles: “Ordenaron enterrar el ajo, que se pudra, que nadie lo pueda consumir o vender porque la cosecha estaba pagada, pertenece al gobierno, tiene derecho a destruirla”.
No sólo los ajos. Cualquier otra cosecha corre la suerte de pudrirse a la intemperie, o, en el mejor de los casos, llegar al consumidor muy estropeada, con pérdida de calidad. Viandas como el plátano, boniato, yuca y papas; frutas como la papaya, guayaba, mango; de las hortalizas: berenjena, col, lechuga, berro, zanahoria, pimientos, cebolla, tomate, todas están condenadas por la indolencia de los burócratas del Ministerio de la Agricultura.
“Ahora el gobierno exige al campesino que el tomate tiene que envasarlo solo en cajas de madera, para que se estropee menos. Corresponde al gobierno entregar las cajas, pero no tiene todas las necesarias y monopoliza la escasa madera. Ni madera ni clavos para construirlas. ¿Qué hacemos con el tomate si no entregan las cajas?” Es una pregunta sin respuesta de los productores individuales y cooperativistas.
El gobierno eliminó la Empresa de Acopio de productos agrícolas. De sus almacenes se reembarcaban a los mercados. La intención era agilizar las entregas de mercancías con camiones y camioneros estatales, prohibiéndose el empleo de particulares. El cálculo falló, quedando demostrada la ineficiencia de la gestión estatal, con o sin Acopio.
El problema de no recolectar o trasladar cosechas a destiempo representa pérdidas multimillonarias. Asunto tan agudo como criminal y antiguo, después de 1959, que en ocasiones la prensa triunfalista estatal expone alguna que otra pálida crítica sobre cosechas perdidas. Pero ni aún así parece llegar a oídos del Ministro de la Agricultura, quien seguramente tiene su mesa bien abastecida.
Ningún alto cargo ni funcionario intermedio puede dar explicación coherente del permanente desastre en la agricultura. En cuanto a la supresión de los eficientes intermediarios particulares, siempre el manido argumento de evitar el (lícito) enriquecimiento personal. Prefieren las incalculables pérdidas en recursos humanos y materiales, incluido el sentimiento de frustración del esforzado campesino que entristecido ve arruinar sus cosechas por orden de parásitos burócratas, insensibles a las necesidades.
Las provincias Artemisa, Pinar del Río y Mayabeque son las principales abastecedoras de productos agrícolas a La Habana, con 2 millones 141,993 habitantes (en 2009), y solo el 0,7 por ciento de la superficie total de la Isla.
El gobierno controlador no elimina absurdas prohibiciones como el acarreo de productos agrícolas a los mercados por particulares, a pesar de su demostrada eficiencia y de la ineficiencia gubernamental en el traslado de cosechas.
¿Puede haber desarrollo con estos dislates? Ni desarrollo ni ajos, el sazonador preferido del cubano, por su sabor y cualidades para la salud.
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