CUBA, EL ACENTO DE UNA
CACOTOPIA
Por Adalberto Ranssell-Levis
Si no se quiere ir contra el rito atávico donde danzan los adoradores de iconos patrios, habrá que adscribirse a una “utopía” que no atisbo en el horizonte del siglo XXI. Es pues aquella un esperpento arcaico, ataviada de lentejuelas después de una operación estética de alta cirugía.
El debate político no rompe con la tradición del nacionalismo puro, de la moral anclada que hace de la lógica una especie de entelequia minusválida, ciega, sin vínculos con el análisis y el buen juicio. La independencia traída por las armas de Bolívar y Martí desde la Patagonia al río Bravo y a las islas del Caribe, fue sin duda un “remedio” a los males de la época. El derecho a existir con diferencia hizo pueblos diferentes, pero iguales en la pobreza y en las limitaciones de los derechos. El folklore, la bandera, el pájaro nacional, el escudo…. son mostrados por el politólogo, el historiador o el filósofo de turno como signos vitales de la nación y orgullo patrio. ¿Acaso el hambre, los interminables conflictos armados, las perdurables dictaduras, los inagotables y corruptos gobernadores, las restricciones cada vez más severas para viajar allende, la muerte temprana por desnutrición o enfermedades curables puede ser motivo de orgullo? Esa engañosa visión de independencia y soberanía nos convierte en Onanistas, siempre dispuestos a hojear la última Playboy en la soledad del cuarto.
En Cuba ‘las ruinas de la patria están aseguradas’, los intelectuales oficialistas; así como los oficialmente enemigos del régimen, los ambivalentes, los solapados, los circes de la escena, los curanderos, los practicantes, los… no tienen más para seguir que las normas generadas por la costumbre. Frente a un mundo cada vez más abierto a la integración, a la inhibición de fronteras, siguen pueblos enteros teniendo fe en el viejo experimento nacionalista. Los más atrasados se empeñan en correr contra las manecillas del reloj, eso sí, con orgullo, bandera sola y dispuestos a mantenerla huérfana sobre la piedra del Morro.
La propuesta para que se inicie un debate a nivel social que se explique y además tenga cobertura sin tachas en los medios de difusión es hoy casi imposible, al menos entre los isleños allende los mares y los de adentro. Hablar de la inclusión de Cuba como un Estado Federativo, Concertada o Estado Asociado les parece a mis compatriotas del exilio una herejía, un hecho afrentoso.
La “democracia” alcanzada en el cerco nacional es una aberración que entrecomillo siempre para no ofender a la Real Academia de la Lengua. La de afuera no va más allá del cotorreo excesivo y superfluo contra el tirano, contra el Nuevo Heráld o contra algunos corruptos que han malversado los fondos destinados a la lucha interna, nada nuevo. Y ese lenguaje me suena a una futura <<finca con Constitución>> que alguien proyecta con la ayuda de otro autor intelectual, Varela. La ulterior “patria libre e independiente” será el nuevo desacierto, en cuanto las garantías no rebasaran a las que hoy poseen otros países de nuestra América.
La predecible apertura de un diálogo social en la Cuba post-castrista no es sino una obligatoriedad que sin dudas cambiaria en cierto sentido no solo el estado de los estamentos jurídicos de la Sociedad Civil, sino también en la praxis. Otra cosa predecible es que ese dialogo se convierta muy seguramente en un monologo con fonemas distintos. Si, porque desde ahora estamos dando golpes sobre tambores, los cueros suenan como si estuvieran en lo más hondo de una caverna. El primitivo ritmo no conseguirá salir a los aires de libertad, ni abrirle espacio a los arpegios de un violín. Como el cimarrón se vivirá “libre” sin zapatos y con los ojos abiertos en la noche profunda y oscura de la casa.
Siento que las propuestas de mis compatriotas ambientan con referencias vagas e imprecisas a las estructuras en ciernes de nuestra casa. Todo dialogo social mal orientado se convierte en algo semejante a la desesperada huida de una barquero que posee un solo remo. Un gran flatus vocis es el “nuevo” proyecto social cubano, él que no alterará el rumbo ni el paralelismo con nuestros hermanos de América. Y esa sincronía no es mejor. A mi entender el hombre libre no lo es sólo por el talante, el talante muchas veces es lo que adorna y esconde la incapacidad para ascender a planos superiores. La cohesión económica y social con Europa o con Estados Unidos vendría acompañada de mejoras, sobre todo en derechos civiles y en otros muchos derechos que por demás se harían efectivos.
¿Qué cosa es lo que verdaderamente necesitamos y deseamos? No parece que se pregunten los que ponen en grande sobre fondo rojo mis aberraciones ideológicas o los que como el Conde Palín frente a la Rosetta determinan que el articulo es in-sustancioso y está ahíto de pajas, así la crítica literaria cumple el doble rol, ya que tan bien desacredita la semántica. Y no es bueno ir contra lo otro sin antes sopesar los planteamientos. No es saludable no saber leer lo que se lee de prisa y se le da respuesta rápida y por inercia.
Darnos al análisis y al juicio con amplios sectores de la población servirá para fortalecer las bases democráticas dentro y fuera del país. En el plinto la pluralidad de ideas han de propiciar la madures necesaria para establecer un cambio positivo. El mal remedio puede matar, una enfermedad venérea se ha de convertir en pandemia con consecuencias nefastas si no se le detiene a tiempo. Medicina para el mal, si, pero la que lleva.
No es posible que llegue el bienestar al pueblo con una tecnología desfasada, no es posible competir con las sociedades de consumo que han alcanzado el primer orden entre los países del planeta. No se podrán armonizar los salarios al ritmo de las exigencias materiales y espirituales que demandan los obreros y campesinos. Nada es posible sin el interés ajeno y con y por nuestro propio interés y conveniencia, hacer el esfuerzo; nos distinguirá. Si el modelo Americano y con Norte América, pues avancemos sin permitir la abolición de nuestra esencia cubanísima, que por supuesto no se inhibe por vivir mejor. Si con la Comunidad Europea y el tutelaje español con diferencias que se pueden defender y asegurar en debate abierto y sincero. En estos proyectos estaríamos implicando a nuestro vecino del Norte o a nuestra lejana Madre España y el resto de países Comunitarios de Europa.
La Constitución de Estados Unidos podría admitir a Cuba dentro de la unión sin muchas modificaciones a su texto. Mientras en la española existe una ambivalente y movediza definición dentro de su Carta Magna. A lo que se denomina Estados Autonómicos y que en realidad sería más correcto llamarle Confederación de Estados aunque a veces nos parezca otra cosa ya que esto corre a un lado y a otro. Cuba contrariamente a los catalanes y los vascos debe armonizar ajustándose a un progresivo y continuo acercamiento, alejándose sin paliativos de las ideas separatistas. Pues si vamos, vamos por la Unión. Esto no implica renunciar a tener y mantener el derecho a la diferencia, sin que por ello alguien pueda limitar nuestros derechos que deben ser los mismos que poseen todos los ciudadanos de la Comunidad Europea.
He oído que se quiere volver a la época pre-fidelista, a la Constitución del 40, y eso es volver a lo más estrecho de la espiral. Cualquier cambio debe ser sustentado por un andamiaje estructural democrático, que revista y haga efectiva no sólo las garantías constitucionales, sino que garanticen el desarrollo positivo y no el estancamiento. No sólo con la voluntad de la mayoría y la disposición de cambiar se gana, hay derrotas totales que han tenido el apoyo absoluto. Es pues necesidad y obligatoriedad de nuestros intelectuales, de los hombres de fe, en fin de todo buen cubano asistir a la meditación profunda, razonar liberándonos en lo posible de esos ritos atávicos que convierten a las utopías en su antónimo.
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