LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Uno de los indicadores que miden el grado de libertad económica, así como la transparencia institucional de una sociedad, es la brevedad con que una persona puede iniciar un negocio privado. Es decir, el lapso que transcurre desde que realiza el primer trámite, hasta el momento en que posee el visto bueno para ofertar el bien, o prestar el servicio correspondiente.
La actual realidad cubana, en el contexto de las supuestas facilidades para ejercer el trabajo por cuenta propia, dista mucho de ser eficiente en ese sentido. Así lo confirman dos recientes cartas enviadas al periódico Granma (publicadas en las ediciones del 25 de enero y el 1ro de febrero) por dos ciudadanos aspirantes a ingresar en la nómina de los cuentapropistas. Una de las misivas cuenta los trámites infernales que debió realizar una elaboradora de alimentos a domicilio para obtener la aprobación de Salud Pública. Trámites que le resultaron igualmente engorrosos cuando acudió a las oficinas del Ministerio de Trabajo y la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) de su municipio 10 de Octubre.
La otra carta refiere las tribulaciones de un albañil residente en el municipio de Guanabacoa, el cual solo halló desorganización, colas interminables y malos tratos por parte de los funcionarios de Trabajo y la ONAT de ese territorio. En ambos casos esos cuentapropistas tuvieron que esperar más de un mes para acceder a sus respectivas licencias. Una gestión que apenas debió demorar unos pocos días.
En efecto, en un recorrido que efectuamos por las oficinas de la ONAT de los municipios Cerro y Habana Vieja, pudimos constatar situaciones como las referidas en las mencionadas cartas. Las personas deben marcar en una única cola para cualquier trámite que vayan a realizar, que puede ser la presentación de la Declaración Jurada de ingresos personales, la incorporación en el registro de contribuyentes, la baja como trabajador por cuenta propia, el pago del impuesto del transporte terrestre (más conocido como el pago de la chapa), así como la reposición de algún documento que se haya perdido o deteriorado. Por supuesto que eso contribuye a generar aglomeración de personas y desorientación para quienes deban cumplir con alguna obligación tributaria. Todo lo cual, además, afecta el estado de ánimo de quienes coinciden en esos lugares, desde el público en general, hasta los empleados de esas oficinas.
Al parecer, las autoridades tributarias no se han percatado de que en estos meses iniciales del año, con la presentación de la Declaración Jurada por parte de los contribuyentes, se hace necesario habilitar un local dedicado exclusivamente a ese trámite, pues son muchos los cuentapropistas que acuden a la ONAT con ese fin, no solo para la entrega de la Declaración, sino también con dudas acerca de cómo confeccionar este documento. Porque hay que sacar cuentas, calcular porcentajes, y no todos los trabajadores por cuenta propia se hallan en condiciones de hacerlo, y tampoco encuentran con facilidad a personas capacitadas para ello.
Y con respecto a las lamentables actuaciones de los funcionarios de Salud Pública, el Ministerio de Trabajo y la ONAT, no estamos en presencia de episodios aislados que se manifiestan únicamente en esas entidades, sino de otra faceta de la burocracia que corroe los cimientos de la sociedad cubana.
En las naciones con instituciones vigorosas y duraderas, y donde el Estado se comporte solo como un árbitro que vele por la correcta interrelación entre los diferentes actores sociales, el funcionario público, por lo general, está imbuido por la convicción de servir al ciudadano. Por el contrario, en los países como Cuba, con un aparato estatal omnipresente, los funcionarios no tienen el servicio como prioridad, sino que buscan la manera de obtener prebendas. Por eso, entre nosotros, solo mediante regalitos tenemos la certeza de recibir un buen trato de los funcionarios públicos.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire