LA HABANA -- Poco antes de las diez de una noche de febrero de 1898 una explosión sacudió las aguas habitualmente calmas del puerto de La Habana, rompiendo ventanales en la ciudad y hundiendo el USS Maine, del que solo quedaron visibles el mástil y algunos escombros.
Veintisiete años después se develó un monumento a los 266 marinos que fallecieron esa noche, el cual fue considerado un tributo a la duradera amistad entre Cuba y Estados Unidos, un agradecimiento a Washington por su ayuda para acabar con el yugo colonial español, que fue extremadamente cruel en esta isla.
Monumento al Maine |
En los años siguientes, no obstante, las relaciones entre los dos países se agriaron y el monumento quedó en el olvido. Las relaciones entre Washington y La Habana siguen congeladas, pero el monumento finalmente está siendo atendido.
Se ha puesto en marcha un proyecto de restauración lleno de simbolismo y las cicatrices del monumento reflejan la historia de más de medio siglo de idas y venidas en la compleja relación y de distintas interpretaciones acerca de lo que significa la estructura.
"De todos los monumentos de La Habana, este es realmente al que más le cuesta abarcar todos estos distintos episodios históricos", comentó Timothy Hyde, historiador de la cultura cubana de la Graduate School of Design de la Universidad de Harvard. "Ya no simboliza el momento del hundimiento del Maine. Simboliza todos estos momentos periódicos de antipatía y hostilidad y los desafíos entre dos naciones".
Poco después del hundimiento hace exactamente 115 años (el aniversario se cumplió el 15 de febrero), Estados Unidos responsabilizó a España.
"Remember the Maine!" (¡Recuerden al Maine!) pasó a ser un grito de batalla para los estadounidenses, que libraron una guerra victoriosa con los españoles y tomaron el control de Cuba, Puerto Rico, las Filipinas y Guam.
El monumento al Maine fue inaugurado en 1925 y tiene inscriptos los nombres de los 266 marinos muertos. Consiste en dos columnas que se erigen una junto a la otra, con una base que representa la ayuda de Estados Unidos al movimiento independentista de Cuba.
"Para mí significa un patrimonio de lealtad... la amistad entre los dos pueblos", afirmó Julio Domínguez Santos, quien custodia el monumento de noche desde hace 17 años.
Pero las cosas no se dieron como se pensó inicialmente.
Muchos cubanos resintieron la Enmienda Platt de 1901, mediante la cual Washington se reservó el derecho a intervenir militarmente en Cuba a condición de poner fin a su ocupación.
De hecho, Estados Unidos intervino varias veces y los empresarios y las mafias estadounidenses llegaron a dominar muchos aspectos de la vida en Cuba antes de la revolución de 1959, generando la sensación de que nunca se habían ido.
Luego de la llegada triunfal de los rebeldes de Fidel Castro a La Habana, aumentaron las tensiones y los dos países finalmente rompieron relaciones en 1961. Tras la fallida invasión de Bahía de Cochinos al mes siguiente, se retiró un águila de más de tres toneladas de la cúpula del monumento durante una protesta antiestadounidense.
"El águila se tumbó cuando triunfó la Revolución porque es el símbolo del imperialismo, de Estados Unidos, y aquí eso se acabó con la revolución", manifestó Ernesto Moreno, un habanero de 77 años que recuerda que un día se despertó y vio que el águila había desaparecido. "Eso yo lo encontré muy bien y creo que la mayoría de los cubanos estuvieron de acuerdo con eso en aquel momento".
hay que estarles muy agradecidos a los americanos....no me imagino a Cuba regida por el estercolero corrupto que gobierna en la península...ni a los cubanos pagando impuestos para que una familia de vagos viva eternamente sin trabajar.....
RépondreSupprimerte dejo un escrito sobre lo que piensan los norteamericanos sobre cubanos y otros latinos ¿Cuál será el resultado de la tentativa de incorporar a nuestra comunidad política una población tal como la que habita la Isla? Ni un solo hombre entre ellos habla nuestro idioma. La población se divide en tres clases: españoles, cubanos de ascendencia española, y negros. Los españoles están probablemente menos preparados que los hombres de ninguna otra raza blanca para ser ciudadanos americanos. Han gobernado a Cuba siglos enteros. La gobiernan ahora con los mismos métodos que han empleado siempre, métodos en que se juntan el fanatismo a la tiranía, y la arrogancia fanfarrona a la insondable corrupción. Lo menos que tengamos de ellos será lo mejor. Los cubanos no son mucho más deseables. A los defectos de los hombres de la raza paterna unen el afeminamiento, y una aversión a todo esfuerzo que llega verdaderamente a enfermedad. No se saben valer, son perezosos, de moral deficiente, e incapaces por la naturaleza y la experiencia para cumplir con las obligaciones de la ciudadanía en una república grande y libre. Su falta de fuerza viril y de respeto propio está demostrada por la indolencia con que por tanto tiempo se han sometido a la opresión española; y sus mismas tentativas de rebelión han sido tan lastimosamente ineficaces que se levantan poco de la dignidad de una farsa. Investir a semejantes hombres con la responsabilidad de dirigir este gobierno, y darles la misma suma de poder que a los ciudadanos libres de nuestros Estados del Norte, sería llamarlos al ejercicio de funciones para las que no tienen la menor capacidad.En cuanto a los negros cubanos están claramente al nivel de la barbarie. El negro más degradado de Georgia está mejor preparado para la Presidencia que el negro común de Cuba para la ciudadanía americana. Podríamos arreglarlo de modo que la Isla quedase como un territorio o una mera dependencia; pero en nuestro sistema no hay lugar para cuerpos de americanos que no sean, o que no puedan aspirar a ser, ciudadanos.
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