Pese a la ausencia de contactos políticos de alto nivel desde la llegada del PP al poder, España está más presente que nunca en Cuba. Y no solo por razones económicas, sino también sociales. La aplicación de la llamada Ley de Memoria Histórica, que concedía la nacionalidad a los descendientes de exiliados y emigrantes, ha multiplicado el número de españoles en la isla. Si antes de la entrada en vigor de esta norma rozaban los 40.000, ya superan los 120.000 y al final del proceso –una vez que los hijos menores de edad de nacionalizados ejerzan su derecho-- se estima que llegarán a unos 400.000. Esos son los cálculos del Consulado General de España en La Habana, que actualmente tramita unas 100.000 solicitudes, de las que el 80% son aprobadas. Es decir, Cuba será la “provincia española” número 38 por población, por delante de comunidades autónomas como La Rioja. Y el tercer país del mundo con más españoles, tras España y Argentina.
Inicialmente, las autoridades cubanas recibieron con recelo esta nacionalización masiva, pero los resquemores ya se han disipado, según las fuentes consultadas. Cuba no reconoce la doble nacionalidad, así que los cubano-españoles son solo cubanos en su patria, pero disponen de un pasaporte español.
La decisión de La Habana de liberalizar la salida de sus ciudadanos al extranjero hace que muchos de ellos puedan cambiar el pasaporte de origen por el español, que les abre las puertas de Europa, una vez que cruzan la frontera de la isla.
La presencia de esta numerosísima colonia de compatriotas no solo supone una mayor responsabilidad para los servicios consulares españoles en la isla. Hace que se contemple con mayor cautela cualquier riesgo de desestabilización. Un colapso económico o una transición violentan podrían provocar, según estas fuentes, la emigración masiva a la Madre Patria de los hijos que nunca la pisaron.
el pais
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