vendredi 31 janvier 2014

Portugal, a favor de unirse con España y estudiar castellano en los colegios

UN 40% DE LOS PORTUGUESES Y UN 30% DE LOS ESPAÑOLES SON PROCLIVES A FUSIONAR AMBOS PAÍSES


Salamanca.- La idea de una posible unión política entre España y Portugal sale cada cierto tiempo a la luz. Y cada vez es más aceptada en el país vecino. El Barómetro de Opinión Hispano – Luso (BOHL), dirigido por el Centro de Análisis Social de la Universidad de Salamanca, ha presentado un estudio sobre lo que opinan los ciudadanos de uno y otro lado de la frontera sobre sus vecinos. A grandes rasgos, los portugueses son más proclives a unirse con España que al revés. En nuestro país, esta idea causa indeferencia. La creación de una ‘Unión Ibérica’ es del agrado del 30,3% de los españoles y del 39,9% de los portugueses.
 En 2006, el semanario lisboeta ‘Sol’ publicó una encuesta según la cual el 28% de los portugueses estaría dispuesto a formar un solo país con España pero al no existir precedentes oficiales es difícil determinar si la propuesta de una federación política gana o pierde adeptos. La principal conclusión extraída del estudio presentado ayer en la sede de la Secretaría General Iberoamericana en Madrid es que la propuesta de una posible unión política con España divide a los portugueses y causa indiferencia entre los españoles. A ello hay que sumarle el creciente interés de los lusos por aprender español.
La encuesta, llevada a cabo durante los meses de abril y mayo de 2009 a través de la realización de entrevistas telefónicas a 876 personas, ha sido publicada hoy. Los datos muestran que los portugueses poseen un elevado grado de interés por el aprendizaje del español en sus escuelas. El 50% considera que su enseñanza debe ser obligatoria en Primaria y Secundaria. El porcentaje sube hasta el 85,1% si la cuestión planteada es la posibilidad de incluir el español como lengua optativa en las escuelas. Por el contrario, un 76,2% de los españoles rechaza la propuesta de estudio obligatorio del portugués.
MOTIVACIÓN ECONÓMICA PARA PORTUGAL
Pese a que el debate sobre la posible unión de España y Portugal aparece cada cierto tiempo en la escena política lusa, ésta es una cuestión a la que la mayoría de los españoles permanece ajena. El mayor grado de interés de los portugueses está determinado por una motivación fundamentalmente económica. El estudio publicado en 2006 por el semanario ‘Sol’ sacaba a la luz que el 97% de los encuestados opinaba que Portugal se desarrollaría más si se uniera a España. Sin embargo, con un 34%, el porcentaje de portugueses que rechazaría la creación de una federación ibérica es prácticamente similar al de los que la apoyarían.
Otros temas como el aumento de la cooperación política entre ambos países, la propuesta de creación de un sistema fiscal conjunto o la supresión de todas las restricciones a la movilidad y asentamiento de profesionales también encuentran más apoyo en Portugal que en España. Mientras que el 59% de los portugueses estaría a favor de la creación de un sistema fiscal conjunto, sólo el 39% de los españoles opina de la misma forma. Incluso una iniciativa con un elevado simbolismo como sería la presentación de una candidatura conjunta para eventos internacionales encuentra el apoyo de tres de cada cuatro portugueses frente a uno de cada dos españoles. Lo cierto es que la candidatura ibérica para organizar el Mundial de fútbol de 2018 es un proyecto en marcha que debe ser resuelto por la FIFA en diciembre de 2010.
Los principales motivos de preocupación son diferentes. Mientras que para los portugueses la cuestión fundamental reside en el aprovechamiento del agua de los ríos compartidos, en el caso de los españoles es la posibilidad de que Portugal se convirtiera en refugio de terroristas. Es por ello por lo que la gran mayoría de la sociedad española reclama un aumento de la cooperación policial, militar y judicial. Los españoles conceden además una especial importancia a la mejora de la comunicación por carretera y por ferrocarril. Sin embargo, los responsables del sondeo afirman QUE esta preocupación “probablemente coincidiría con la demanda que existe para mejorar las comunicaciones con cualquier otro punto del territorio peninsular".
“Los portugueses tienen una relación de amor-odio con respecto a España, algo similar a lo que nos pasa a los españoles con los franceses", afirma Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca y responsable del estudio. “El paralelismo resulta de la posición geográfica y del diferente grado de desarrollo económico”.
ESPAÑA-PORTUGAL: UNA RELACIÓN SIN CONFLICTOS
Pese a ello el estudio muestra que las relaciones entre España y Portugal no están marcadas por ningún asunto conflictivo. La mayoría de ciudadanos de ambos países considera que las relaciones bilaterales son buenas o muy buenas. Sin embargo, resulta curioso que mientras que el 51% de los españoles opina que éstas se han mantenido igual durante los últimos años, el 53,9% de los portugueses cree que han mejorado.
Las respectivas historias de Portugal y de España han seguido rumbos distintos. Si exceptuamos que en 1143 el país luso se convirtió en un reino autónomo de la corona de Castilla y que de 1580 a 1640 Portugal formó parte de la monarquía española, los caminos de Portugal y de España escasamente se han cruzado. Mientras que el primero ha tenido como referente a Reino Unido, el segundo siempre se ha centrado más en Francia.
Si finalmente la unión de España y Portugal diera luz a una federación ibérica, el país resultante sería el de mayor extensión de la Unión Europea y el quinto en población. La suma del PIB de los dos países daría como resultado la quinta economía de la UE, la misma posición que ocupa actualmente España.
El ‘Iberismo’, corriente política nacida en el siglo XIX promovida por burgueses e intelectuales peninsulares, abogaba ya entonces por la unión política peninsular. Sin embargo la iniciativa nunca ha tenido continuidad histórica. Fernández Enguita explica que a día de hoy la posible creación de una federación ibérica es una idea que no se considera seriamente a ninguno de los dos lados de la frontera.

jeudi 30 janvier 2014

Luis Zapater, doctor en Derecho: “Las independencias en América Hispana fueron dirigidas por políticos y militares masones”

Luis Zapater, doctor en Derecho: “Las independencias en América Hispana fueron dirigidas por políticos y militares masones”


La reunión de San Martín (derecha) y Simón Bolívar (izquierda) en Guayaquil, Ecuador, el 26 de julio de 1822, donde se decidió la campaña de liberación de Sudamérica del control español.
La reunión de San Martín (derecha) y Simón Bolívar (izquierda) en Guayaquil, Ecuador, el 26 de julio de 1822, donde se decidió la campaña de liberación de Sudamérica del control español.
Luis Tovar.- Profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Valencia y portavoz del partido SOLUCIONA, Luis Zapater Espí (Valencia, 1970), intervino el pasado jueves en ‘La Ratonera’ para hablar del nuevo orden mundial y también del papel de la masonería en la génesis de las revoluciones liberales y nacionalistas.
Sostiene Zapater que las independencias en América Hispana fueron dirigidas por políticos y militares criollos que eran masones y denuncia con datos la existencia en España de un clima inquisitidor para blindar a la masonería de cualquier crítica o responsabilidad frente a determinados hechos históricos tan importantes como la destrucción de algunos imperios cristianos.
-Vas a hablar de masonería y de su influencia en los tres últimos siglos de historia. Entiendo que lo primero que habría que preguntarte es: ¿qué es la masonería?
Se puede contestar a esta pregunta de dos maneras. Una, la definición que la propia masonería da de sí misma y otra la definición en la que suelen coincidir los estudiosos de esa organización.
Según John Truth, la masonería según los propios masones es “una asociación universal, filantrópica, filosófica y progresista que pretende inculcar en sus adeptos el amor a la verdad, uniendo a todos los hombres por lazos de solidaridad de manera más universal que las religiones reveladas, todas ellas exclusivistas, puesto que califican a los no pertenecientes a las mismas de idólatras, paganos, herejes o cismáticos. El objetivo de la Masonería puede resumirse en estas palabras: Borrar entre los hombres las distinciones de casta, orígenes, opiniones, nacionalidades, combatir el fanatismo y la superstición, extirpar los odios nacionales que son origen de la guerra y llegar por proceso libre y pacífico a formular un Derecho Universal…”[1]
Una respuesta más genérica y menos apologética a la pregunta de qué es la masonería la da Christian Jacq, también reconocido masón, que afirma que es una sociedad secreta, que hunde sus raíces en el gnosticismo, y que desea la influencia social gracias a la colaboración entre sus miembros. Eso es la masonería.
- ¿Y qué es el gnosticismo?
El gnosticismo, que no hay que confundir con el agnosticismo, es la creencia en una verdad oculta universal sólo apta para unos pocos iniciados que puede encontrarse por medio de la aspiración a la búsqueda de la Verdad y de la libertad por parte de hombre individual, sin los intermediarios de las grandes religiones reveladas. El gnosticismo es un conjunto de corrientes sincréticas filosófico-religiosas que naciendo en el paganismo llegaron a mimetizarse con el cristianismo en los tres primeros siglos de nuestra era, convirtiéndose finalmente en un pensamiento declarado herético después de una etapa de cierto prestigio entre los intelectuales cristianos. En efecto, puede hablarse de un gnosticismo pagano y de un gnosticismo cristiano, aunque el más significativo pensamiento gnóstico se alcanzó como rama heterodoxa del cristianismo primitivo. Características esenciales del gnosticismo son:
Primero, su carácter iniciático, pues defiende que la verdad solo está depositada en determinadas organizaciones secretas creadas a partir de un reducido núcleo de iniciados que contactaron con la Divinidad.
Segundo, su dualismo metafísico: en la creación y desarrollo del Universo inciden dos fuerzas, el Bien y el Mal, ambas igualmente poderosas y que han existido y existirán siempre.
Tercero, el establecimiento de jerarquías espirituales y sociopolíticas entre las personas. Solo los iniciados deben tener el poder y a mayor grado de iniciación mayor poder político y social. Cada estamento de la pirámide del conocimiento espiritual debe obedecer al siguiente nivel.
El gnosticismo va a ser el padre espiritual de la Masonería, porque independientemente de cuándo y dónde situemos su origen, (tema que es muy debatido entre los historiadores y los estudiosos de las religiones), lo cierto es que la Masonería supone un cierto sincretismo de creencias gnósticas de antes y después del Cristianismo. Como digo, el origen de la fraternidad masónica, se ha situado en muy distintas épocas y lugares. Charles Bernardin, miembro del Gran Oriente de Francia, consultó nada menos que 206 obras sobre masonería y obtuvo 39 creencias distintas sobre el origen de la Sociedad; por poner ejemplos conocidos, unos afirmaban que se sitúa en la Orden del Temple, (12 autores) otros en la Orden Rosacruz, (7) otros en la antigua Grecia, (7) otros en Egipto (18), otros en el Cristianismo, (10), otros en los constructores del Templo de Salomón (3), otros en los judíos (6).[2] Pero la opinión más generalizada entre los historiadores de la secta la sitúa en los constructores de las catedrales de la Edad Media (28 autores en el estudio de Bernardin). Esto supondría que la Orden empezó con una función meramente gremial o profesional, luego evolucionaría hacia una posición de ofrecer a sus miembros una cosmovisión espiritual (la masonería contemplativa) para terminar reclamando la toma del poder político (masonería especulativa).
Según la creencia más extendida entre sus estudiosos, la Masonería nace en la Edad Media cuando los constructores de las catedrales góticas, con el fin de evitar la publicidad de sus secretos profesionales practicaron el secretismo en su profesión y establecieron ritos de iniciación, códigos y símbolos secretos sólo conocidos por los miembros de la Orden. Con el transcurrir de los siglos se incorporaron personas no pertenecientes al gremio de la construcción -intelectuales, políticos, militares, banqueros-, que fueron aceptados a cambio de someterse a la disciplina de la organización, de manera que a partir del siglo XVIII lo iniciático pasaría a un segundo plano cobrando más importancia el aspecto político. Desde ese momento han tratado de influir en los gobiernos y de provocar cambios políticos.
- Sobre la influencia de la masonería en la génesis de las revoluciones liberales y nacionalistas, tales como la Revolución Francesa, la Revolución Americana y las revoluciones por las independencias del siglo XIX, ¿cómo influye la masonería en las revoluciones francesas y americanas, en 1776 y 1789, respectivamente?
Lo primero que debo decir sobre la influencia masónica en el desarrollo de los hechos históricos que se generan en el mundo occidental desde el siglo XVIII es que precisamente la élite intelectual que propicia el cambio ideológico preparando el camino a la revolución Francesa es masónica; existe una fuerte influencia masónica en la Ilustración: Masones fueron los ilustrados Voltaire, Diderot, D’ Alembert y Condorcet. Como hemos dicho en este programa varias veces, las revoluciones no las hacen las masas por sí mismas, sino que son preparadas por minorías selectas. Esto es algo a lo que una persona con sentido común, sin necesitar ser un Ortega y Gasset, puede concluir. De ahí que citara en mi anterior intervención a la tesis doctoral de Alberto Valín, Doctor en Geografía e Historia, de la que se desprende que los partidos políticos que aparecen en el mundo con la revolución de 1789 fueron una creación de la masonería.
Esta influencia de la masonería en la revolución es puesta de manifiesto, no sólo por historiadores que cuestionan el Sistema actual como Ricardo de la Cierva, incluso por algunos historiadores del Sistema, como César Vidal. También la ponen de relieve estudiosos de los principales organismos internacionales actuales.
No sólo en la revolución Francesa, sino también en la revolución de las 13 Colonias de Norteamérica la influencia de la masonería fue esencial; así, los padres de la patria estadounidense como George Washington, eran masones.[3] Washington en 1752 con tan solo 20 años se unió a la logia de Fredericksburg. En la historia de los Estados Unidos encontramos 14 presidentes masones.
Luis Zapater Espí.
Luis Zapater Espí.
- Hablaste recientemente de la influencia de la masonería en la destrucción de los imperios cristianos. ¿En qué pruebas te basas para realizar una afirmación tan rotunda?
Respecto al plan de destrucción de los imperios cristianos, a las pruebas me remito. Las independencias en América Hispana fueron dirigidas por políticos y militares criollos que eran masones, como San Martín en Argentina, O-Higgins en Chile, Bolívar en Perú y demás, etc. Todos eran masones. Todos pertenecientes a la “Logia Lautaro”.
Esto es un hecho que los mismos masones reconocen porque para ellos es un honor que los presuntos ‘libertadores’ de las Américas fueran masones. Lo que no comparten es que con esas independencias se buscara la destrucción de los imperios cristianos, primero del Imperio Español y después con las independencias posteriores a la I Guerra Mundial, se buscara la destrucción del Imperio Cristiano Austro-Húngaro. Es posible que algunos o incluso todos los próceres de las independencias no buscaran directamente ese resultado, o incluso desconocieran que con su política independentista se propiciara, pero los hechos históricos que se producen desde las mismas llevan a que sus respectivos países cayeran bajo la órbita del poder mundial masón. Con ello quiero decir que una cosa son los objetivos personales de los miembros de la orden y otra los objetivos secretos de la misma como persona jurídica de la que solo son conocedores sus principales dirigentes mundiales. Creo como Von Gierke que la Persona Jurídica tiene una voluntad propia con independencia de la que tengan los individuos que la componen, y difícilmente encontraríamos un ejemplo mejor para ilustrar esta tesis que la Masonería.
Yo entiendo que sí existen pruebas sobradas de que propiciando durante el siglo XIX determinados nacionalismos la Masonería consiguió el objetivo de destruir los imperios cristianos por la política que emprendieron esos nacionalismos frente a la religión católica o frente a leyes de los imperios que abolieron que tenían fuerte inspiración católica. Por ejemplo, cuando San Martín o Bolívar toman el poder no inician una guerra contra la Iglesia, pero sí se inicia un camino de un lado hacia la separación Iglesia Estado en el ámbito del poder político, y de otra, hacia la derogación de una legislación española de fuerte impronta católica que defendía los derechos de los pueblos indígenas frente a la burguesía criolla. No olvidemos, por ejemplo, que la primera regulación de la jornada laboral máxima fue establecida en el Imperio español para evitar el abuso de explotación de los indios. La burguesía criolla no quería límites, una vez alcanzado el poder, al establecimiento de una nueva política social o económica. La posición anti-indígena a de la oligarquía independentista criolla llevó a decenas de miles de indios a combatir a favor de España en las guerras de las independencias.[4]
De otro lado, los Presidentes masones que establecen las independencias de la América Hispana son deudores de la Gran Bretaña en el momento que toman el poder, lo que se traduce, como se refleja en el informe de Alexander Von Humboldt, viajero alemán por la Iberoamérica del siglo XIX, que a partir de ese momento las prósperas colonias americanas españolas, con capacidad de generar una economía autosuficiente y con sus propias industrias que había visitado Humboldt, pasan a ser países exportadores de materias primas para Gran Bretaña y acaban siendo dominados y colonizados económicamente, primero por Gran Bretaña y después por Estados Unidos, dos de los tres grandes países del mundo donde el poder de la masonería es mayor.
En tercer lugar, una vez estas oligarquías masónicas se asientan en el poder en algunos países comienza una campaña de ataque contra la Iglesia. El caso más evidente es el del Estado Mexicano. Ya lo decía el Presidente mexicano Emilio Portes Gil en 1929: “En México, el Estado y la masonería son una misma cosa”.[5] En México los presidentes Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, todos masones y socialistas, impulsaron una Constitución anti-católica que en su represión anti-religiosa copió a la política de la Unión Soviética, hasta el punto de que con el Gobierno de Calles el enfrentamiento entre el poder y la Iglesia acabo en guerra civil, la famosa “Guerra de los Cristeros” de la que se ha hecho una brillante película (“La Cristiada”), que tuve el gusto de ver el año pasado cuando se estrenó en los cines españoles.
- ¿Que fue la logia Lautaro?
La Logia Lautaro fue una organización española de la Gran Reunión Americana, también conocida como “Logia de los Caballeros Racionales” o “Logia Lautarina”, fundada por Francisco de Miranda en el año 1797 en Londres.
El objetivo de esta logia era lograr la independencia de América de los españoles, estableciendo un sistema republicano unitario y un gobierno unipersonal. La primera filial de la Logia se fundó en Cádiz en el año 1811, con el nombre de “Logia Lautaro”, en honor al caudillo mapuche llamado Lautaro, que llamó a su pueblo a sublevarse contra los conquistadores españoles de Chile en el siglo XVI.
- Si existen tantos datos que apuntan a la masonería en su labor de ataque contra la Iglesia Católica y en su papel de propiciador de revoluciones y movimientos nacionalistas, ¿Por qué crees que se ataca o se critica tanto en España a aquel que trata de informar sobre estos temas?
Fundamentalmente por dos motivos: El primero, de carácter general, por el poder que tienen tanto en los gobiernos como en los medios de comunicación más populares de los diversos Estados. En el caso de España en particular hay que añadir que la fraseología antimasónica del franquismo ha sido repetidamente utilizada por la izquierda para hacer burla de aquellos que han investigado a la Masonería. La izquierda, dueña de la cultura en España, utiliza el siguiente silogismo a partir de tres premisas para llegar a una conclusión que ha conseguido calar y manipular a la opinión pública española:
La primera premisa es que el Franquismo es atraso y opresión. Esta premisa es falsa, porque Franco convierte a España, país casi en la Edad Media a nivel económico cuando lo recibe, con una economía basada en la agricultura, pesca y ganadería, en la décima potencia económica del mundo, con una economía basada en la industria y el sector servicios, pasando los españoles del burro al Seiscientos. La segunda premisa, ésta verdadera, que el franquismo era anti-masón. La tercera, que el Franquismo justificaba su dictadura basándose en una propaganda contra una falsa amenaza judeo-masónica, premisa que también es una falacia. En conclusión, cualquier referencia a la conspiración masónica es falsa porque es una reliquia del Franquismo. Pero los que sostienen esta conclusión manipulada ignoran que Napoleón también acabó siendo anti-masón, al igual que Pinochet, como también fue anti-masón Fidel Castro, y como lo son algunos destacados liberales nada sospechosos de franquismo como César Vidal. Si personas que han acaparado tanto poder o tanta información pertenecientes a ideologías tan diversas han hablado de conspiración masónica, por algo será. Que cada cual saque sus propias conclusiones.
NOTAS A PIE DE PÁGINA:
[1] John Truth, La Francmasonería, Madrid, 1870 (op. cit. en Gabriel de Rojas, La Masonería Secreta, Grupo Editorial Protusa Art Divino, Barcelona, 1995, p.11).
2 Gabriel de Rojas, La Masonería Secreta, …págs. 59-60.
3 La lista de Presidentes Masones de Estados Unidos es la siguiente:
George Washington, primer Presidente, 1789 – 1797, Capitán General de la Revolución Americana, se hizo un masón en Agosto 4, 1753, en la logia Fredericksburg (ahora No. 4), A. F. & A. M., Fredericksburg, Virginia.
James Monroe, quinto Presidente, 1817 – 1825, hecho un masón Noviembre 9, 1775, en la logia Williamsburg (ahora No. 6), A.F. & A.M., Williamsburg, Virginia.
Andrew Jackson, Séptimo Presidente, 1829 – 1837 Logia Harmony No. 1, Nashville, Tennessee, un miembro honorario de la Logia Federal No. 1, F. & A.M., Washington, D.C., y la Logia Jackson No. 1, F. & A.M., Tallahassee, Florida. En 1822 y 1823 él sirvió como el Gran Master de Masones en Tennessee.
James Knox Polk, Décimo primer Presidente, 1845 – 1849, hecho un Mason en Septiembre 4, 1820, en la Logia de Columbia No. 31, F. & A.M., Columbia, Tennessee.
James Buchanan, Décimo quinto Presidente, 1857 – 1861, hecho un Mason en Enero 24, 1817, en la Logia No. 43 (no tiene nombre), F. & A.M., Lancaster, Pennsylvania.
Andrew Johnson, Décimo Séptimo Presidente, 1865 – 1869, hecho un Mason durante mayo, 1851, en la Logia Greeneville No. 119 (ahora No. 3), F. & A.M., Greeneville, Tennessee.
James Abram Garfield, Vigécimo Presidente. 1881, hecho un Mason en Noviembre 22, 1864, en la Logia Columbus No. 30 F. & A.M., Columbus, Ohio.
William McKinley, Vigécimo quinto Presidente, 1897 – 1901, hecho un Mason en May 3, 1865, en la Logia Hiram No. 21, A.F. & A.M., Winchester, Virginia.
Theodore Roosevelt, Vigécimo sexto Presidente, 1901 – 1909, hecho un Mason Abril 24, 1901, en la Logia Matinecock No. 806, F. & A.M., Oyster Bay, New York.
William Howard Taft, Vigécimo Séptimo Presidente, 1909 – 1913 – Principal Juez de Justicia en Corte Suprema 1921 – 1930, hecho un “Mason a la vista” en una “Logia Ocasional” llamada para ese propósito en Febrero 18, 1909, en la Catedral del Rito Escoces, Cincinnati, Ohio, por Charles S. Hoskinson, Gran Master de Masons en Ohio.
Warren Gamaliel Harding, Vigécimo noveno Presidente, 1921 – 1923, hecho un Mason en Agosto 27, 1920, en la Logia Marion No. 70, F. & A.M., Marion, Ohio.
Franklin Delano Roosevelt, Trigécimo segundo Presidente, 1933 – 1945, hecho un Mason Noviembre 28, 1911, en la Logia Holland No. 8, F. & A.M., New York, New York, la misma Logia en que George Washington, el primer Presidente de la Nación, tuvo membresía honoraria.
Harry S. Truman, Trigécimo tercer Presidente, 1945 – 1951, hecho un Mason en Marzo 18, 1909, en la Logia Belton No. 450, A.F. & A.M., Belton, Missouri. Él sirvió como el Gran Master de Masones de Missouri en 1940. Iniciado: Febrero 9, 1909, en la Logia Belton No. 450, Belton, Missouri. En Mayo 18, 1959, el Hermano y expresidente Truman fue condecorado con un premio de 50 años, el único presidente de los Estados Unidos en alcanzar ese aniversario dorado en la Masonería.
Gerald R. Ford, Junior. Trigécimo octavo Presidente, 1974 – 1977. Él fue levantado al grado sublime de Master Mason en Mayo 18, 1951 in Columbia Lodge No. 3, F. &.A.M., of Washington, D.C., como una cortesía por la Logia Malta Lodge No. 465, F. & A.M. of Grand Rapids, Michigan.
Lyndon Baines Johnson 1908-1973. Trigécimo sexto Presidente, 1963 – 1969. Entró grado Apprendiz en Logia Johnson City No. 561, Johnson City, Texas Octubre 30, 1937. no avanzó
1993-2000 William J. Clinton, Cuadragécimo segundo Presidente de los Estados Unidos (D) Confirmado Mason. Clinton, A Rhodes Scholar, un miembro CFR, un miembro de la comisión Trilateral y un participante Bilderberger. Él se unió al Concejo de Relaciones Extranjeras en 1989, atendió una reunión Bilderberg en 1991 y era un miembro corriente de la Comisión Trilateral en el tiempo de su nominación.
Vice Presidente Al Gore 1993-2000. Confirmado Mason.
Diciembre 13, 2000 – George Bush Jr. Se convierte en cuadragésimo tercer Presidente.
Respecto a Obama, algunos estudiosos afirman que es Masón del Grado 32, y otros niegan su filiación a la Masonería, por lo que no se puede confirmar ni desmentir.
4 Como se recoge en el ensayo “La “emancipación” de Hispanoamérica (1810-1825)” en http//hispanidad.info, “Los abusos sobre los indios y negros fueron realizados por una parte de los españoles que fueron a América, no de los que no fueron. De ellos desciende la oligarquía que continúa rigiendo esos países a los que dividieron y subdividieron cuando algunos caudillos promovieron la independización para tener ellos su propio poder personal. Con la pretensión de la mayor parte de los criollos de seguir controlando, ya más plenamente, la sociedad americana como élite y oligarquía. Siempre se trata de estar ellos en la más alta posición social, económica (como antes de la independencia) y también política tras la independencia.
Los sectores populares, indios, mestizos, negros y mulatos no sólo no apoyaron la revolución liberal e independentista de hace doscientos años, sino que la combatieron haciendo causa común con las autoridades virreinales. Aunque éstas en muchos casos no se emplearon muy a fondo contra los criollos independentistas, porque compartían sus ideas liberales y su vinculación a la masonería. Pero los sectores populares, indios, mestizos, negros y mulatos que combatieron a los independentistas fueron realistas tradicionales, como los de España, fieles a la Hispanidad y a la monarquía en conexión con su fe católica, sabedores de que de España recibieron la civilización.
Ahora, conectado con la fase socialista de la revolución, el indigenismo, que presenta como enemiga y opresora a España, sirve para desviar hacia un supuesto enemigo opresor lejano las críticas que saben que merecen los opresores locales y presentes. Pero han conseguido contagiar al pueblo de sus ideas falsas y tóxicas, dañándole aún más que con la opresión económica, social y política, arrebatándole el alma además del cuerpo. Y han conseguido que el pueblo interiorice lo que los criollos en la fase liberal de la revolución proclamaban contra España y se autodenomine latino como quería el imperialismo francés de Napoleón III.”
5 El propio Portes Gil fue Gran Maestre ” Álex Rosal, “Masonería, represión anticatólica y cristeros “. Madrid, junio y julio de 2007, Revista Chesterton, (www.chesterton.com)

mercredi 29 janvier 2014

La marcha de las antorchas

No cabe duda que las reformas en Cuba están dando los resultados esperados

martes, enero 28, 2014 | Fernando Nuñez |
marcha-antorchas-2014PARIS, Francia, enero -No cabe duda que las reformas en Cuba están dando los resultados esperados. No podía resultar de otro modo, pues el acercamiento pragmático, es decir económico, a los difíciles acertijos que impone el arte de vivir en sociedad, ha resultado a través de la historia el más adecuado.
Por ejemplo, la Unión Europea comenzó siendo un acuerdo comercial, firmado en la primavera de 1951 titulado Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) y que agrupaba en sus inicios a sólo seis países del continente, separados todos por irreconciliables y mortíferas querellas durante siglos. Hoy el éxito de la eurozona es una evidencia como prueba el interés por la adhesión al Eurogrupo de países tan improbables como Turquía.
Mientras que dentro y fuera de la isla los contendientes de siempre, de espaldas a las realidades económicas se siguen dando puñetazos y puñaladas traperas, poco a poco se está levantando un incipiente sector empresarial, que si bien resulta pequeño por el momento, proyecta absorber para 2016 el 40 % del sector productivo  y que hoy ya casi emplea a 300 mil personas. Según los criterios marxistas, la base de la sociedad define la superestructura de la misma, en consecuencia, podemos imaginar sin dificultades que si este camino, al parecer irreversible, continúa como hasta ahora, emergerán en breve tiempo hombres afirmados por el trabajo libre, que irán abriendo nuevos espacios políticos necesarios para su propio desarrollo.
No es la primera vez que esto sucede en la Historia. Los españoles de Cuba atravesaron el Atlántico para hacer América y los que decidieron por diversas razones instalarse en la Isla, lo hicieron porque a pesar de las dificultades del momento (todo el mundo se marchaba hacia el dorado del Continente) creyeron en las ilimitadas posibilidades de fortuna personal que brindaban sus características geográficas, climáticas y geológicas.
Hay dos Historias que han convivido ignorándose mutuamente a lo largo del tiempo y, como ya ocurrió antes, a los cubanos los salvará la economía y no la política. Antes de la toma de La Habana por los ingleses, en Cuba se desarrolló la industria naval más importante del imperio español. Hoy ese hecho ignorado y casi olvidado dice mucho de la clase de personas que fabricaron aquel país. Luego cuando le llegó el turno al azúcar no sólo se experimentaron en Cuba, las tecnologías más avanzadas de la época, sino que se logró alzar dicha producción al primer nivel mundial. El secreto: la libertad de comercio y la liberalización de los sectores productivos.
Una vez conseguida la relativa estabilidad política de la península, a la que no poco contribuyeron ingenuamente las fortunas cubanas. El restablecimiento del absolutismo de Fernando VII trajo aparejado un control más estricto de la riqueza generada, con un aumento impositivo exponencial de las exportaciones, sin olvidar la creación de un mercado cautivo para las incipientes producciones textiles catalanas y mineras vascas. Pero fue la creación del Banco Español de la Habana, y la centralización de las relaciones comerciales por parte del Estado a través de un Banco Central, las que terminaron provocando la pérdida de influencia primero y la ruina después, sobre todo en la parte oriental de la Isla, de una gran parte de aquella oligarquía criolla industriosa que se financiaba principalmente con capitales foráneos en Londres y en Nueva York.
Algún día se escribirá una Historia económica de la isla de Cuba y podrán distinguirse claramente estos tres momentos fundamentales, el primero, que se terminó con el fracaso de la Junta de Información en 1867, pues allí se puso claramente en evidencia que ya los criollos no eran los dueños de la finca; el segundo, cuando esos mismos criollos ganaron ayudados por Estados Unidos la Guerra Civil contra España. Para aquel sector de la sociedad cubana, 1902 supuso una momentánea restauración de sus fueros históricos mantenidos durante siglos. El restablecimiento de la plaza como principal productor de azúcar en tan breve plazo la década siguiente, no podría explicarse racionalmente sin las competencias y experiencias acumuladas el siglo anterior.
Fidel Castro representa el último movimiento de esta historia, la revancha en suma de los modestos inmigrantes españoles que vinieron a Cuba buscando fortuna y que perdieron en la Guerra Civil. No hay que hacer un gran esfuerzo de imaginación para imaginar a Angel Castro inculcando a su progenitura el odio a aquella oligarquía criolla tradicional impermeable, responsable no sólo de acaparar ilegalmente las riquezas nacionales, sino haciéndola gestora de la ruina de España. En consecuencia, contra ella valían todos los recursos incluyendo el de la expoliación. Por esa razón, la destrucción definitiva de la riqueza acumulada por la antigua oligarquía antes y sobre todo durante la República Mambisa, era legítima ante los ojos de los españoles recién llegados y cuyos descendientes no lo olvidemos apoyaron masivamente a Castro en 1959. Para ellos fue muy fácil favorecer el discurso de un Mesías que prometía por fin justicia para todos y al mismo tiempo cerrar los ojos contemplando con entusiasmo como se desarticulaban las estructuras productivas, las redes sociales y la industria creada por los ganadores del 98.
Los lazos económicos entre España y Cuba nunca se rompieron definitivamente y hoy sin el engorro de tener que administrarla directamente España le saca todavía bastante provecho, o lo que es lo mismo: España perdió la batalla del 98 pero por causas ajenas a su voluntad ha terminado ganando la guerra. Si los cubanos no pueden ver hoy esta realidad es porque durante más de 100 años, historiadores de aquel grupo oligárquico se fabricaron a la medida una historia que impide por el momento atar los cabos sueltos. Desde esta perspectiva se explican muchas cosas, incluyendo el cambio de la Posición Común.
Cuba nunca fue una colonia como las otras. En lo inmediato la Península no va a pasar de repente al primer plano pero su hora llegará. La colonia española en la isla está llamada a crecer exponencialmente (sobre todo si se extiende la ley de abuelos), tampoco sus miembros a pesar del tiempo perdido en experimentos revolucionarios han olvidado que una vez sus antepasados cruzaron el Atlántico para hacer América. Ahora sólo les falta reclamar el poder político que les corresponde.

mardi 28 janvier 2014

José Martí, la libertad, los medios y los fines

"Manuel García en carta triste y sumisa, espera órdenes". (J. Martí, Obras Completas, La Habana, 1975, p. 389).
José Martí.

 Publican nuevo libro sobre José Martí Académico de origen cubano publica un nuevo libro sobre la historia de las imágenes visuales del Apóstol de Cuba, José Martí

Armando de Armas, enero 27, 2014

Cada 28 de enero, fecha fausta en el orden de los natalicios isleños, sería saludable tener presente que a José Martí se le ha manipulado hasta la saciedad, y a veces hasta la ridiculez, como se apreciaría en los denodados esfuerzos de algunos bien intencionados activistas para que el poeta pase a integrar las huestes del pacifismo.

Ningún problema con la estrategia pacifista, es inclusive una estrategia que ha dado resultados en otras latitudes. El problema estaría en que se le quiera endilgar la dicha estrategia a un hombre que, como sabrá todo el que asistió a la escuela primaria en Cuba en tiempos de la República o en tiempos de Fidel Castro, murió en combate, no se sabe si de cara al sol como él pedía, pero sí empuñando un revólver sobre un caballo blanco y frente a una descarga cerrada de la fusilería española.

Un hombre que, como sabrá todo el que ha profundizado algo en la historia de la isla, murió con los grados de Mayor General del Ejército Libertador. Pero más significativo que todo lo anterior, final espectacular al fin y al cabo, atribuido por unos al suicidio y por otros a la equivocación, es que Martí, escritor aparte, fue el certero conspirador y el eficaz organizador de una guerra, la más sangrienta y devastadora de la historia isleña, y la que finalmente llevaría a los cubanos a la independencia y por tanto, y en definitiva, se debería reconocer a estas alturas, un excelente estratega militar, que si bien no dirigió el entramado en el teatro de las operaciones, sí supo aunar las voluntades, crear el concepto y trazar las pautas para la eficaz manifestación de ese entramado.

Y es que Martí, ese (ya se sabe) gran desconocido entre los cubanos, se nos hace más desconocido aún a la luz, o las tinieblas, de esa especie de dictadura vegetariana y centrista, no por vegetariana y centrista menos dictadura, que procura prevalecer hoy en Occidente.

Un Martí sometido a un doble escamoteo, por un lado, un escamoteo de la misma índole del que padece la modernidad y que correspondería al socialismo de la hipnopedia inducida (ese del libro "Un mundo feliz", de Aldous Huxley), y, por otro lado, el escamoteo, duro y directo, impuesto en Cuba durante el último medio siglo y que correspondería al socialismo científico de Carlos Marx; aunque, a fuer de sinceros, debería reconocerse que el escamoteo de la figura de Martí se inicia ya con su propia muerte y el posterior apostolado; ese que permitía declararse martiano, ¡sin ruborizarse siquiera!, lo mismo a un doméstico hijo de vecino, al asaltante de un banco que al asaltante del cuartel Moncada.

La verdad parece ser que Martí viola la mayoría de los lugares comunes de la moral, las costumbres, la religión y las leyes, sobre todo de las leyes, de su época; vamos, que no era lo que hoy llamarían una persona decente, precisamente por no encajar en los tópicos de las manidas normativas de la masa diligente (que puede y ciertamente es instruida y ni siquiera se cree masa, sino élite); y ello es particularmente apreciable en sus enrevesadas relaciones amorosas (no suficientemente estudiadas), en su iniciación masónica y afinidad con el espiritualismo orientalista (tampoco suficientemente estudiadas) y en la desobediencia de la legislación española, y aun de la norteamericana (ver sucesos de la Fernandina relacionados con la incautación de las armas y pertrechos de los vapores Lagonda, Baracoa y Amadís, en enero de 1895).

Y es que el radicalismo de la libertad en José Martí se pone de manifiesto ostentosamente en todos y cada uno de los aspectos de su vida y obra. Mal momento el presente para la palabra radical, se olvida que viene de raíz, de ir a la raíz de los fenómenos de la realidad, y se le pone el mote de radical al primer fanático que se reviente por los aires matando civiles inocentes en nombre de la verdad revelada. Mal momento para la palabra libertad, apenas ni se le nombra y va camino de convertirse en uno de esos vocablos arcaicos y en desuso. Mal momento para Martí, para la libre expresión del pensamiento; para el pensamiento.

Martí más que el libertador de su patria, fue el libertador del idioma español de su tiempo; un escritor tan radical que fue capaz de rescatar un idioma que, como los restos del imperio que lo globalizó, agonizaba bajo las normativas de un romanticismo tardío que se expresaba entre espasmos, suspiros y exotismos arábigos; capaz no sólo de rescatarlo sino de conducirlo hacia el inicio de una renovación que acertadamente después se nombró Modernismo y que sería el primer, y probablemente el único, movimiento literario, y de cualquier índole, que nacido en el Nuevo Mundo incidiera sobre Europa.

Revólver original Colt Frontier, Six Shooter, calibre 44 de seis balas,
que fuera un regalo hecho a Martí; por su amigo mexicano Manuel Mercado.
 Aunque el poeta siempre portaba esta arma, no era la que sostenía en su mano al morir.Si alguien dudara de la vitalidad y la fuerza que imprimió Martí al idioma español nada más tendría que leer su "Diario de campaña: De Cabo Haitiano a Dos Ríos"; por cierto que nunca como en este caso van tan firmemente de la mano el radicalismo de la prosa, el radicalismo del pensamiento y el radicalismo de la acción en pos de la libertad.

No sería prudente extenderse en citas de Martí acerca de la libertad, muchas de las cuales han recitado los niños cubanos de todos los tiempos en un ejercicio meramente escolástico, pero bastaría saber que si algo define el pensamiento martiano es la defensa radical de la libertad como llamado y realización del hombre; el vislumbre del hombre como esencialmente mutilado cuando de la libertad carece, cuando de la práctica de la libertad es privado.

En cambio, sí resultaría prudente citar a ese precursor de José Martí en el radicalismo libertario que sería don Miguel de Cervantes y Saavedra quien, en el Capítulo 58 de su obra Don Quijote de la Mancha, dice en boca del loco sublime: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida..."

Porque Martí hace suya la frase cervantina, la cumplimenta en su accionar y la sobrepasa, pues no sólo aventura la vida, que ya es mucho, sino que la entrega, la clava en la conciencia de la futura República aquel 19 de mayo de 1895; pero este hombre ulcerado y seductor va mucho más lejos todavía, y pone de manifiesto de manera indeleble en lo que vino a ser el súmmum de su obra política (la Guerra de Independencia) que por la libertad no sólo se puede y debe aventurar la vida, sino que por la libertad se puede y debe matar.

Pero Martí no sólo transgrede la ley en los grandes temas de la vida y de la muerte, los de la gloria en suma, sino que como endurecido conspirador que era lo habría hecho también, y sobre todo, en los pequeños temas; esos que resultan más escabrosos a la historiografía y la hagiografía al uso, a uno y otro bando del espectro ideológico nacional.

Y en ese contexto es que se sitúa una de las más ardientes polémicas que estremeciera a la joven República en fecha tan temprana como 1906; polémica en torno a si Martí aceptó o no los dineros del bandolero Manuel García, Rey de los campos de Cuba, específicamente los que provendrían del secuestro de Antonio Fernández de Castro, hermano del destacado autonomista Rafael Fernández de Castro; cosa negada enfáticamente, entre otros, por Fermín Valdés Domínguez, amigo íntimo de Martí; pero afirmada por el Doctor Martín Marrero, jefe del movimiento independentista en Jagüey Grande, que en su Diario de Operaciones del Coronel de Caballería Martín Marrero (Fondo Emeterio Santovenia, Leg. 35, # 71) asegura haber ido a Cayo Hueso, EE.UU, en 1893 y recibido instrucciones verbales de Martí sobre el bandolerismo, quien le habría dicho que
 "En cuanto a los bandoleros, es necesario tener presente que, al estallar la guerra, todos aquellos que estén fuera de la ley no puedan permanecer neutrales y por lo tanto, tienen que caer al lado o del lado de nosotros. Estando ellos de nuestro lado, esto resultaría beneficioso para todos (...) De otro modo, ellos al lado de los enemigos, resultarían todo lo contrario, pues toda maldad, sería estimulada y aumentada, empleada en prejuicio nuestro..."

Manuel García, bandolero y patriota.
Más allá de la veracidad o no del testimonio brindado por Marrero, lo que sí parece fuera de toda duda es la participación en los afanes independentistas de bandoleros como Manuel García y José Álvarez Arteaga, alias Matagás, ambos muertos en combate con el grado de oficiales del Ejército Libertador; y en cuanto a la participación del primero, al menos, no hay duda de que fue aceptada por José Martí quien, en misiva al generalísimo Máximo Gómez, de agosto de 1893, y en referencia a los preparativos revolucionarios en el interior de la isla, asegura que "Manuel García en carta triste y sumisa, espera órdenes". (J. Martí, Obras Completas, La Habana, 1975, p. 389).

Más allá del anecdotario histórico, lo que sí podría establecerse acá es que la figura de José Martí evidencia, más que ninguna otra en el contexto nacional cubano, lo falible del apotegma repetido hasta el cansancio acerca de que el fin nunca justifica los medios; y vendría a mostrar, a los que tengan ojos para ver, que la realidad resulta siempre mucho más rica y compleja que cualquier acertijo de lo políticamente correcto, del bien pensar y el mejor actuar, y que su radical ideario de libertad pasó, a la hora de las decisiones y las acciones, por el justo balance ético indispensable a los hombres que sobre los hombros se han echado, o les han echado, la ardua faena de fundar naciones.

El pensamiento martiano, asignatura pendiente

El retroceso sufrido por la sociedad cubana la sitúa en condiciones muy similares a las de la época en que Martí vivió.

DIMAS CASTELLANOS DDC

Las efemérides, además de recuerdos, constituyen una fuente viva de experiencias. Si las mismas están referidas a figuras cuyas ideas fundacionales no se han concretado, entonces asumen un significado mayor. Ese es el caso de José Martí y Pérez al arribar al 161 aniversario de su natalicio.
El pensamiento martiano no tiene valor para todas las épocas, pero el retroceso sufrido por la sociedad cubana la sitúa en condiciones muy similares a las de la época en que Martí vivió. Su programa, fruto del análisis de un momento de la historia, no tuvo como propósito servir de guía al presente. Las respuestas a los problemas de hoy hay que deducirlas de la actual situación, por tanto, no están y no pueden estar en la obra martiana. Sin embargo, debido al estancamiento social sufrido, el núcleo esencial de sus ideas conforma una asignatura pendiente; una peculiaridad que le otorga vigencia a su pensamiento.
Autor de una obra universal y prolífica, José Martí fue y sigue siendo usado para justificar desde la más noble hasta la peor de las causas, incluyendo la autoría de acciones posteriores a su desaparición física, los intentos de emparentarlo con ideologías ajenas a él como es el caso de la doctrina comunista y de cercenar su pensamiento para solapar deficiencias y ocultar la falta de voluntad política para asumir su conducta.
Entre las cualidades que distinguen a Martí como político, crítico, historiador, literato, periodista, predicador y maestro, sobresale la ética, expresada en su dimensión humana y universal, en su correspondencia entre pensamiento y acción y en su conducta privada y pública; una de las asignaturas pendientes de antes y de ahora.
Su amor al prójimo abarcó toda su obra práctica e intelectual. Lo prueba el hecho de que, a pesar del inhumano trato recibido en el presidio político, nunca odio a España ni a los españoles, como tampoco, a pesar de su fuerte oposición a la idea de una Roma americana, odió a Estados Unidos; una conducta diametralmente opuesta a los que infunden odio y culpan al otro de males que emanan de su propio egoísmo, irresponsabilidad y limitaciones. Esa conducta de amor al prójimo es asignatura pendiente.
Martí también fue un enemigo declarado del empleo de la violencia. En mayo de 1883, en el artículo Karl Marx ha muerto, a la vez que reconoce los méritos del fundador del marxismo, Martí señala lo que considera sus limitaciones: "Kart Marx estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa, y un tanto a la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de la mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa… Suenan músicas; resuenan coros, pero se nota que no son los de la paz". Y en 1892 expresó: "Y no es el caso preguntarse si la guerra es apetecible o no, puesto que ninguna alma piadosa la puede apetecer, sino ordenarla de modo que con ella venga la paz republicana, y después de ella no sean justificables ni necesarios los trastornos a que han tenido que acudir".
Esa tendencia a la violencia, viejo mal de nuestra historia, es asignatura pendiente.
Las interrogantes contenidas en su estudio crítico de 1880 acerca de los errores de la Guerra de los Diez Años, referidas según sus palabras "a una guerra que no la había ganado España, sino que la perdieron los cubanos", tenía como objetivo descubrir las claves del fracaso. Precisamente de ese análisis emergieron los cimientos de la teoría de la revolución. En su discurso Con todos y para el bien de todos, pronunciado en 1891, Martí explicó que la república —que en su ideario era forma y estación de destino— se diferenciaba de la guerra y del partido, concebidos como eslabones mediadores para arribar a ella. Así, la república, que tuvo su primera manifestación en Guáimaro, asumió su más alta definición como "alma democrática de la nación". Y en el Manifiesto de Montecristi, repitió: La guerra no es "el insano triunfo de un partido cubano sobre otro, o la humillación siquiera de un grupo equivocado de cubanos; sino la demostración solemne de la voluntad de un país harto probado en la guerra anterior para lanzarse a la ligera en un conflicto sólo terminable por la victoria o el sepulcro". Si no, como expresó en el acto de fundación del Partido Revolucionario Cubano, ello se hace "de modo que en la conquista de la independencia de hoy vayan los gérmenes de la independencia definitiva de mañana". Es decir, el partido en Martí —como unidad de todas las fuerzas— era necesidad táctica acotada en el tiempo, algo que es hoy asignatura pendiente.
En las Resoluciones de noviembre de 1891, consideradas como el prólogo a las Bases del PRC, planteó: "la organización revolucionaria ha de tener en cuenta las necesidades prácticas derivadas de la constitución e historia del país y no ha de trabajar por el predominio, actual o venidero, de clase alguna; sino por la agrupación, conforme métodos democráticos, de todas las fuerzas vivas de la patria; por la hermandad y acción común de los cubanos residentes en el extranjero; y por la creación de una república justa y abierta…para el bien de todos". Otra asignatura pendiente.
Su desprecio a todo tipo de despotismo, lo llevó a rechazar su participación en el Plan Gómez-Maceo, cuando le escribió al generalísimo Máximo Gómez, "Un pueblo no se funda General, como se manda un campamento". Y en 1894, recordaba que "un pueblo no es la voluntad de un hombre solo, por pura que ella sea… Un pueblo es composición de muchas voluntades, viles o puras, francas o torvas, impedidas por la timidez o precipitadas por la ignorancia"; una conducta que se repite una y otra vez en la actualidad y por tanto es asignatura pendiente.
Para Martí, el concepto de patria, que José Antonio Saco había elevado hasta el de "patria-nación", era "comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, dulcísimo y consoladora de amores y esperanzas"; mientras el de república, era "estado de igualdad de derecho de todo el que haya nacido en Cuba; espacio de libertad para la expresión del pensamiento; de muchos pequeños propietarios; de justicia social, que implicaba el amor y el perdón mutuo de una y otra raza, edificada sin mano ajena ni tiranía, para que cada cubano sea hombre político enteramente libre". Definiciones que remata con un ideal devenido puro formalismo: "yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre".
José Martí, que además de historia es presente, nuevamente nos invita en el aniversario de su natalicio no a que lo calquemos, pues estamos en tiempos distintos de los suyos, pero si a que tengamos en cuenta las claves y esencias de un ideario que conserva su vigencia, razón por la cual tiene un lugar reservado en los cambios que reclama la sociedad cubana.  
Por todo ello y por mucho más, la mejor manera de honrarlo es asumir las asignaturas pendientes con una conducta consecuente. Su pensamiento, síntesis de amor, virtud y civismo debe y tiene que estar en las bases de la nueva sociedad, de la nación por concluir y de una república inspirada en la dignidad plena del hombre, todo lo cual es asignatura pendiente.

Marx, Martí y la Cuba del siglo XXI

RAFAEL ROJAS


En la segunda década del siglo XXI, la sociedad cubana, cada vez más globalizada y heterogénea, sigue estando regida por una Constitución que en sus artículos 5º y 39º establece, como ideología de Estado, el marxismo-leninismo y el "ideario martiano". Un país cuyo orden social se vuelve cada vez más multicultural, como cualquiera del planeta, es gobernado desde las premisas ideológicas del republicanismo decimonónico de José Martí y del marxismo-leninismo más ortodoxo que conoció el siglo XX: aquel que se armó doctrinalmente durante la Unión Soviética de Stalin y que colapsó, en la teoría y en la práctica, desde 1989.

Muy pocos países del mundo establecen en sus cartas magnas el principio constitucional de una ideología de Estado. De hecho, fuera de las teocracias islámicas, los únicos que lo hacen son los cinco países comunistas que quedan en el planeta: China, Corea del Norte, Vietnam, Laos y Cuba.


Ni el republicanismo decimonónico ni la doctrina comunista tienen respuestas para los retos de hoy


La isla sigue al margen del debate sobre democracia, multiculturalismo y plurinacionalidad

En China, por ejemplo, el Partido Comunista asume como ideología oficial, rectora de la educación y la cultura, el pensamiento marxista-leninista-maoísta, el cual presupone que lo que Mao aportó a dicha doctrina "sintetiza", a su vez, tradiciones filosóficas, religiosas, políticas y jurídicas nacionales y milenarias, que se remontan a lasAnalectas de Confucio y el Tao Te Ching de Lao Tsé.

En el país gobernado por el principal aliado de Fidel y Raúl Castro, Venezuela, por ejemplo, no existe el principio constitucional de una ideología de Estado. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, de 1999, vindica en su preámbulo el "ejemplo histórico de nuestro Libertador, Simón Bolívar, y el heroísmo y sacrificios de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana", pero en sus artículos 99 y 109 reconoce la "autonomía de la administración cultural" y la "autonomía universitaria", con lo cual queda constitucionalmente cancelada la posibilidad de una ideología de Estado que rija la vida intelectual y educativa.

La crítica de ese principio, típicamente totalitario, no debería concentrarse en las limitaciones que, como en cualquier otro pensador de los dos últimos siglos, podrían encontrarse en la obra de Marx o de Martí. A estas alturas del desarrollo de las ciencias sociales pocos ponen en duda que sin Marx es difícil comprender cómo funciona el capitalismo moderno o que sin sus brillantes diatribas es casi imposible articular una crítica seria a dicho sistema económico. Las virtudes de José Martí como político y como organizador de laúltima guerra de independencia de Cuba o su talento literario, en poesía y en prosa, como renovador de la literatura modernista hispanoamericana, también están fuera de dudas.

La relación, sin embargo, entre las ideas políticas de Karl Marx y José Martí es, cuando menos, problemática, si se quiere traducir en una mezcla doctrinal trasmisible a la ciudadanía por medio de la educación y la cultura. Como muchos liberales y positivistas de su época, Marx tuvo ideas prejuiciadas sobre las repúblicas hispanoamericanas y sobre su resistencia a la hegemonía regional de Estados Unidos, tema central en la obra de Martí. Este último, por su parte, dejó escritas sus diferencias con el socialismo europeo de su época cuando suscribió la profecía de Herbert Spencer de que el mismo se convertiría en una "futura esclavitud", en la que el "hombre, de ser siervo de sí mismo, pasaría a ser siervo del Estado", o cuando en su nota a la muerte de Marx para La Nación de Buenos Aires señaló que "aunque Marx merecía honor", porque "se puso del lado de los débiles", "no enseñó remedio blanco al daño" y se dio a la tarea de "echar a los hombres sobre los hombres".

Durante el último siglo, algunos de los mejores marxistas cubanos (Diego Vicente Tejera, Julio Antonio Mella, Juan Marinello, Mirta Aguirre, Antonio Martínez Bello, Pedro Pablo Rodríguez, Fernando Martínez Heredia...) han intentado sobrellevar las contradicciones ideológicas entre Marx y Martí. Pero ese esfuerzo de mixtura no ha pasado de una solución compensatoria, en la que se toma del primero su crítica del capitalismo y su apuesta por la lucha de clases, y del segundo, su defensa de la soberanía nacional cubana y sus objeciones al expansionismo norteamericano. La síntesis no pasa de una mecánica compensación porque no hay manera de extraer un nacionalismo descolonizador de la obra de Marx, así como no hay forma de encontrar la idea del partido único o de la dictadura del proletariado en Martí.

Tan curioso es que esta síntesis imposible de Marx y Martí haya producido una vastísima literatura política de pésima calidad y escaso rigor, en las instituciones culturales de la isla, como que la misma pase de largo sobre el punto de posible convergencia entre el alemán y el cubano. Me refiero a lo que, desde distintas cosmovisiones, compartieron el comunismo y el republicanismo del siglo XIX, esto es, una idea homogénea de la comunidad en la que el ciudadano no posee más identidad que la que le asegura la igualdad de derechos. Marx imaginó una sociedad sin diferencias de clases, compuesta por individuos libres y asociados; Martí, una república con "todos y para el bien de todos", en la que la condición de ciudadano no estaría determinada por identidades raciales, religiosas o sociales, sino por la dotación universal de derechos.

Marx y Martí fueron animales públicos de la modernidad, que defendieron la libertad de expresión y asociación, la abolición de la esclavitud, la igualdad social y la separación de la Iglesia y el Estado. En esa vocación moderna, uno y otro siguen siendo contemporáneos imprescindibles. Pero en la proyección de ciudadanías homogéneas, ambos parecen afincarse en un tiempo ajeno al de las comunidades multiculturales del siglo XXI.

Una sociedad como la cubana, cada vez más estratificada desde el punto de vista económico, regional o social, y cada vez más envuelta en la afirmación de alteridades raciales, generacionales, religiosas, sexuales, genéricas y migratorias, encuentra pocas respuestas en el pensamiento de un comunista europeo o un republicano caribeño del siglo XIX. Fernando Ortiz y su teoría de la transculturación tendrían más que decir a la Cuba del siglo XXI y a nadie se le ocurre agregarlos al artículo 39º de la Constitución.

Lo objetable, por tanto, no es ese desencuentro histórico, sino el principio constitucional que garantiza que algunos pensadores y sus obras integren una ideología de Estado. Si mañana el Gobierno cubano rompiera definitivamente con la tradición soviética y redefiniera su marxismo, acercándose a cualquiera de las muchas corrientes críticas del mismo producidas en Europa o América en el último medio siglo, tal vez tendría mayores posibilidades de dialogar con la heterogeneidad que se reproduce en la isla, pero nunca podría asegurar que la complejidad social no lo rebase en la práctica diaria. Por algo Cuba, símbolo según algunos del "socialismo del siglo XXI", está al margen del debate constitucional sobre multiculturalismo, plurinacionalidad y democracia que tiene lugar en la izquierda latinoamericana actual.

Martí, el poeta manipulado


¿Hubiese podido Martí lidiar con los que pretendían la república como un campamento militar?


Marti Cuba.FidelCastro.02“Martí no debió de morir”, decía una conocida canción en tiempo de habanera de inicios del siglo pasado. Efectivamente, no debió morir. Aunque cumplió bien la obra de la vida –como él mismo hubiese dicho–  Cuba perdió a un hombre realmente excepcional. ¿Pero su muerte torció el destino nacional?  
Siempre he pensado que al dejar en marcha “la guerra necesaria”, ya Martí había desempeñado su principal rol histórico. Luego de La Mejorana,  ya poco más podía hacer frente a los jefes militares.  Su muerte en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, fue casi un suicidio. Le facilitó la salida que  no hallaba ante tanta tozudez e incomprensión.
¿Hubiese podido Martí, después de la independencia,  lidiar con los que pretendían dirigir la república como si fuese un campamento militar, e imponerles su visión  civilista y democrática?
Habría que ver, con tan abigarrado y confuso ideario político como mostró en sus escritos, qué hubiera hecho si  le hubiese correspondido ser el primer presidente de la república.
Los cubanos hemos explotado, sin oficio ni beneficio, la leyenda martiana.
Pocos pueblos tienen el privilegio de tener un poeta como héroe nacional. Los húngaros tienen a Sandor Petofi. Los cubanos tenemos a Martí. Ambos murieron en el campo de batalla, enfrentados a un opresor extranjero. Pero mientras  Petofi  está confinado en sus inflamados versos,  Martí se quedó en la vida nacional.  Poeta al fin, también tenía algo de profeta. Solo que nunca  entendimos sus profecías, demasiado ambiguas por demás,  y las desaprovechamos.
Queriendo  redimir  errores y culpas,  lo que consiguió Martí, por nuestra incomprensión,  fue legarnos fue la mala conciencia, el complejo de culpa y el hado de la fatalidad nacional. De ahí se derivan muchos de nuestros males, de ayer y de hoy.
Nunca hemos sabido interpretar a Martí, que ante todo, repito, era un poeta, con todo lo que ello implica.  En realidad, muy pocos cubanos lo han leído a cabalidad. Lo que sí han abundado los tergiversadores y los manipuladores de su ideario. Así, han creado un  Martí multipropósito, útil y conveniente para todos. Lo mismo para los políticos de la República que para Fidel Castro o los más acérrimos anticastristas.
Marti   grr-billete-de-cuba-1-peso-1995-jose-marti-y-fidel-castro-3720-MLM58670494_2259-O Las palmas en el plagio se las lleva Fidel Castro, que hizo de Martí el autor intelectual del ataque al cuartel Moncada.  No conforme con eso, utilizó el Partido Revolucionario Cubano que fue creado para organizar la guerra por la independencia, para justificar la dictadura de Partido Único-Estado que impuso. Y encima de todo, basó su patológica confrontación con los Estados Unidos en la curiosa relación amor-odio de Martí por el país norteño, del cual era un gran conocedor de sus entresijos políticos y culturales.
La leyenda martiana contribuyó a la construcción de un meta-relato histórico, una teleología del destino nacional,  que nos ha hecho más daño que bien.
Durante más de un siglo, los cubanos hemos idealizado un Martí que a su vez, desde el exilio, idealizó con su pluma a los cubanos y a Cuba, en la que no vivió en total ni siquiera 20 años de su vida.
Tal vez no la conoció lo suficiente, pero la que fabricó hubiese sido mucho mejor que la real, si los cubanos hubiésemos logrado llevarla a vía de hechos.
billete cubano FidelHemos hecho un mito, pero no hemos hecho caso de las enseñanzas martianas. Más bien nos hemos dedicado sistemáticamente a contrariarlas. Como aquello tan citado y que nunca ha sido de “con todos y para el bien de todos”.
Los cubanos, con el culto a Martí  que nos inculcan desde pequeños y que luego se convierte simplemente en dos o tres frases aprendidas de carretilla y en dos efemérides, la de su natalicio y la de su muerte, más bien deberíamos sentir bochorno ante tanto desconocimiento y tergiversación. Pero supongo sea más fácil lamentarse, eso sí, siempre con alguna frase de Martí a flor de labios.
¿A quién puede resultar  conveniente, si es que conviene a alguien, hurgar, precisamente ahora,  en chismes históricos, broncas entre próceres y páginas de diarios  perdidas? ¿Será cínica y dolorosamente cierto, también para las naciones,  que algunas mentiras, en adecuadas dosis, ayudan a vivir?
CUBANET, luicino2012@gmail.com

lundi 27 janvier 2014

José Martí. ¿Un traidor como los otros?

En ocasión del aniversario del natalicio de José Martí.

28 de enero de 1853. En un par de días estaremos conmemorando una vez más el natalacio de José Martí. Martí dedicó casi toda su vida a combatir la injusticia en tiempos de esclavitud en Cuba, por ejemplo, y por esa lucha suya le considero un hombre admirable. Como hombre de letras resalta en medio de muchas otras plumas célebres de su época y esa es otra cualidad que yo admiro. Como patriota, pues pongo su conducta contra España en tela de juicio. 


Cuba no fué una isla conquistada, donde una cultura superior venció a la natural del país. Cuba no fué México, ni fue Perú, donde se sometieron pueblos a culturas foráneas. Cuba fué una isla poblada íntegramente por españoles, con un porciento de la población negra y españolizada, destinada a servir, que tampoco era netamente cubana. La patria de los cubanos, por raza y por cultura, era España. La bandera de los cubanos era la bandera española y el rey de España era nuestro rey.


Promover con discursos incendiarios una revolución en contra de España era enfrentar a hermanos contra hermanos. Era traicionar a la patria para fundar una otra que fuese exclusivamente de los cubanos, como ahora pretenden hacer algunos catalanes con Cataluña. Desmembrar a España no fué un acto de patriotismo, sino de regionalismo puro. La guerra de independencia de Cuba fué una guerra de secesión, como la guerra civil norteamericana, cuando un grupo de estados sureños pretendieron separarse de la Union. Acto nada admirable en los anales de la Historia de ese país. Hubo cubanos separatistas y tambien hubo quienes repudiaron la idea, como mismo ocurre hoy con Cataluña, y no se les podría considerar anti-cubanos por elegir quedarse dentro de una misma patria, grande y sólida, bajo una misma bandera. 

Si Martí vivió en las ''entrañas del monstruo,'' como él mismo dijo, y reconoció las intenciones de Estados Unidos de adueñarse de Cuba, entonces lo que Martí sintió no fué patriotismo sino un deseo malsano de herir a la patria, a su patria, a la patria de sus padres, que tampoco favorecían la separación de Cuba de la corona española, para entregar a Cuba un destino incierto, como al final ocurrió.