vendredi 30 août 2013

Cuba es el problema, España la solución.

La Circe de los Historiadores subvierte y convierte todo el pasado en objeto de un pragmático y afanado trabajo a favor de la de-construcción de la historia real, para con los escombros de la verdad construir una nueva historia, haciendo que la ficción o lo aparencial suplante a lo real. Los molinos de vientos ya no son sino gigantes. Los que van encantados no tienen remordimiento, ni necesidad de leer más de tres renglones de aquello que representa una visión diferente y que rompe con los modelos éticos de la tradición.
Árbol de la Hispanidad proyecto del blog Corriente Hispanista

De manera que la fábula ha conseguido convertir a los perceptores en personajes que se mueven en ella y contribuyen a reforzarla. Los moralistas, los inquisidores, los oficialistas, los revolucionarios, los que tienen y promulgan la verdad de la verdad establecen qué es ridículo y qué es sublime. Esto… sin duda se da en los regímenes totalitarios y en individuos que aunque viven en países libres llevan es sí a un dictador como los muros de la Bastilla las piedras que los hacen posibles.

La labor de deshacer “toda la narrativa heroica mística que ha desnaturalizado la historia de la hispanidad” es, creo yo, encomiable aunque solo valga para restaurar con justicia la verdad histórica de nuestros pueblos. La democracia nos permite expresar, argumentar y responder libremente, por tanto debíamos leer, estudiar y razonar los argumentos ajenos sin desmeritarlos por el simple hecho de no coincidir o estar en desacuerdo con ellos. Las normas más elementales de convivencia social no sólo exigen el respeto hacia una mayoría de ciudadanos que coinciden en sus planteamientos, es también el respeto a la opinión de las minorías, incluso al individuo. De hecho no hay democracia en donde el individuo sea marginado o rechazado por tener ideas atípicas o disonantes. La buena salud de una sociedad se expresa en el respeto a todos y cada uno de las personas que la conforman.

Integracionismo no es lo mismo que integrismo, si la premisa es errada la conclusión también debe serla. Tanto el Proyecto de la Asociación Autonomía Concertada para Cuba como el del Partido Autonomista Cubano-Español muestran que toda aspiración o propósito de ellos está basado en el respeto a las reglas democráticas de una Cuba post-Castro.

Por otro lado vivimos en medio de la Tercera Gran Revolución Existencial de la Humanidad, la de las Comunicaciones y la Informática, por tanto no es nada extraño que CUBANET sea un lugar abierto para todas las opiniones, incluso para que las palabras de cuatro gatos y un perro se tomen en cuenta y se divulguen.
“…los Castro abren la válvula de la emigración para calmar las tensiones sociales cada cierto tiempo. Ocurrió en los años ochenta del pasado siglo con el éxodo del Mariel, en los noventa tras el Maleconazo y ahora en los 2000 con el Españolazo…” 
Esto, lo que ha escrito Ferrán y es cierto, decir la verdad honra.

Una población con mucho más del 5% de personas con ciudadanía española claro que es una fuerza que habría necesariamente que tomar en cuenta a la hora de hacer un cambio político o de cualquier índole. Creo que es imposible obviar esa realidad, no sé, señor, qué pega le pone a ese asunto.

Por otro lado Ferrán no miente cuando afirma que no sólo Ignacio Agramonte, era un empedernido anexionista y anti-socialista, lo eran también, por solo citar dos “patriotas” más; Cisneros Betancourt y Narciso López, incluso nuestra enseña nacional tiene algo que ver con eso. Libros de historia de Pichardo o de Emilio Roig de Leusehring nos muestran y demuestran con abundantes pruebas que “nuestros próceres” fueron anexionistas. En el libro de Juan J. Pastrana, editado en Cuba en 1974, aparecen íntegramente documentos y cartas relacionados con Ignacio Agramonte, uno de los firmantes de las cartas de la Asamblea del Centro. En verdad el independentismo fue el instrumento utilizado para facilitar la anexión de Cuba a Estados Unidos.

Las cartas… al presidente Grant y al general Banks del 6 de abril de 1869, firmadas, entre otros, por Ignacio Agramonte demuestran (… que este y muchos de los independentistas optaban por el Anexionismo.) La semántica de estas misivas no admiten duda:
 “Parece que la Providencia ha hecho coincidir estos acontecimientos con la exaltación al Poder del partido radical que representáis, porque sin el apoyo que de ese partido aguardamos, puestos en lucha los cubanos con un enemigo sanguinario, feroz, desesperado y fuerte, si se consideran nuestros recursos para la guerra vencerán ( los cubanos ) si, que siempre vence el que prefiere la muerte a la servidumbre, pero Cuba quedara desolada, asesinados nuestros hijos y nuestras mujeres por el infame gobierno que combatimos, y cuando según el deseo bien manifiesto de nuestro pueblo, la estrella solitaria que hoy nos sirve de bandera, fuera a colocarse entre las que resplandecen en la de los Estados Unidos, sería una estrella pálida y sin valor¨. ¨Cuba desea después de conseguir su libertad, figurar entre los Estados de la gran República; así nos atrevemos a asegurarlo interpretando el sentimiento general. Puede Ud. estar seguro que si los E.U. no se apresuran a proporcionarnos sus valiosos auxilios, una larga guerra mantenida con un enemigo que conociendo su impotencia tala y destruye los campos que ya no volverá a poseer, ha de cubrir de ruinas nuestro hermoso país. A la gran República, como defensora de la libertad, como Nación a cuyos brazos nos lanzaremos terminada la guerra, y como protectora de los destinos de América, le corresponde en rigor, dar con su influjo un término inmediato a esta terrible contienda
Creo que Ferrán acertó al escribir que Máximo Gómez si bien era un buen militar, no fue un buen político; solo con las armas no se conquista la libertad ni se funda una nación. Los militares sirven para obedecer, los políticos para gobernar. Por otro lado para nadie es un secreto que desde la época en que vivió Martí al estado de cosas actual ha cambiado de manera sustanciosa tanto el contexto histórico de Cuba como el internacional. Otros son los problemas por tanto otras deben ser las soluciones. Los que siguen anclados en remedies decimonónicos no comprenden que está sucediendo en un mundo donde los países más poderosos se integran en grupos de poder; políticos, militares y económicos, con el fin de ser más competitivos en todos los aspectos del hacer y saber humano.

Quienes permanezcan al margen de estos núcleos de poder tendrán para sí que son libres e independientes y hasta llevaran sus banderas a Naciones Unidas, enseñaran sus escudos y pájaros nacionales en las aulas, pero les dará vergüenza decirles a sus ciudadanos que son parte de un mundo donde los hombres no son más que mano de obra barata y proveedor de materias primas que tienen precios marcados por los señores y estados que rigen el Nuevo Orden. También, igual a hoy, señalarán con orgullo que tienen fronteras, pero no dirán que quienes pueden entrar y salir de sus países son los poderosos, mientras que para la mayoría de los ciudadanos hijos de países libres e independientes (no integrados) se les seguirá vetando viajar o trabajar fuera de sus fronteras.

Cuba es el problema, España la solución. Cuba necesita estar de golpe entre los países del primer mundo y esto se conseguiría a través de España. En la Unión Europea están los mayores avances sociales conseguidos por la humanidad en toda su historia. No creo que usted sea un Nacionalista de corazón aunque sí lo es sobradamente de palabras. Y digo: lo primero hay que demostrarlo. Y eso es cuando llegue la hora, si Cuba eligiera ser libre e independiente, tendrías una gran oportunidad, en ese nuevo contexto podrás entregar tu pasaporte francés, inglés… o norteamericano para junto a los cubanos libres e independientes de las islas de Cuba trabajar para los franceses, ingleses… o norteamericanos. Si lo haces entonces si eres un nacionalista de corazón, pues por demostrado estaría que lo que has querido para ti lo has deseado para los demás. Si no lo haces, es usted, con todo el respeto que se merece, un cantamañanas. Del tema se puede hablar mucho, pero yo prefiero llegar hasta aquí y dejar por cita una frase de Bachelard:
 “Dos hombres, si quieren entenderse verdaderamente, han debido primero contradecirse. La verdad es hija de la contradicción no de la simpatía

Salud e integración.

Adalberto Ranssell-Levis, 29/08/2013

jeudi 29 août 2013

España o Estados Unidos


Serie de artículos escritos por Adalberto Ranssell-Levis. Inicialmente aparecieron publicados en la página de Cuba Española en un sólo bloque. Nos hemos permitido la libertad de separarlos por temas tratados para proponerlos de esa manera a los lectores de nuestro blog.


El asunto no es incluir los derechos nuevos sino cambiar las estructuras de derecho para que los nuevos derechos tengan lugar, pero en una casa ampliada y no en una casa con un nuevo inquilino en el mismo espacio. No es exclusión-inclusión, sino un nuevo sistema donde ahora tengan lugar los excluidos.”( ) Cuba es la excluida, el problema es Cuba, España o Estados Unidos, la solución. 

La opción por el viejo continente pudiera darle a Cuba un establecimiento dentro de la Unión como un Estado Independiente Europeo de Ultramar, con tutelaje directo de España, tomando en cuenta el aporte de ésta a las islas en el concepto etno-cultural con tilde en lo religioso y lingüístico. Sin soslayar el origen común, pues aproximadamente el 70% de la población cubana actual tiene un abuelo o un bisabuelo español.

España es el mayor inversor en Cuba en estos momentos, sobresaliendo su presencia en el sector turístico y la Banca. Desde el punto de vista histórico sabemos que en la etapa colonial los partidos Autonomista y Reformista gozaron de gran apoyo por parte de cubanos y españoles residentes en las islas, hallamos no poca presencia de insurrectos peninsulares, sobre todo canarios, muchos de ellos alcanzaron cargos importantísimos entre los militares que defendían la causa de la independencia, nombres como los del general Jacinto Hernández, el mayor general Manuel Suárez Delgado, el general de división Matías Vega Alemán son algunos de aquellos que aportan a la historia una compleja relación entre Cuba y España.

No se puede olvidar que la figura más relevante de las letras y del pensamiento cubano en todos los tiempos, el apóstol de la independencia José Martí era hijo de un valenciano y de una canaria. Entre los años 1720 y 1723 protagonizaron actos de rebeldía contra las autoridades españolas, los canarios vegueros, 12 isleños fueron ahorcados en la Calle Jesús del Monte en la Habana. Es ilustrativo que la primera obra literaria cubana “Espejo de Paciencia” fue escrita por Silvestre de Balboa, un español. Son queridos y admirados en Cuba y España hombres de la talla de Bartolomé de las Casas, Francisco de Vitoria, Domingo Soto y el capitán español Federico Capdevila, el que protestó enérgicamente contra el fusilamiento de los estudiantes de medicina y contra los voluntarios cubanos que propiciaron y exigieron el crimen.

Además la constante emigración peninsular a Cuba ha dejado cifras que por sí solas hablan. Por ejemplo en los dos últimos siglos y específicamente entre los años 1868 y 1898, 465.000 civiles y 535.000 militares desembarcaron en las islas, de ellos decidieron no regresar a España 700.000. Así también desde 1902 hasta 1916, 400.000 españoles llegaron, trabajaron y vivieron en las islas; continuando el flujo de emigrantes peninsulares y canarios de manera ininterrumpida y creciente, baste saber que desde 1936 hasta 1959 otros cientos buscaron refugio en la nación caribeña. En la actualidad residen 60.000 insulares en la península. Nunca España y Cuba han estado separadas, pues ni la guerra que proclamó el apóstol de la independencia José Martí sería una guerra de odio, guerra, no contra el pueblo español, -decía- sino contra el régimen colonial. Nada ha podido romper los lazos que han unido a estos pueblos a lo largo de cinco siglos.

Es más fuerte el amor de Cuba por España y de España por Cuba que todas las cercas que impusieron por torpeza la corona y armados hombrecillos.
Para que se articule un movimiento realista a favor de la construcción de un Estado “Independiente” Europeo de ultramar en Cuba y bajo tutelaje español, será necesario que los cubanos consientan y deseen esta unión y “cuenten con el apoyo de la comunidad internacional, más concretamente de la Unión Europea y Latinoamérica, entre ambas España que no puede perder a Cuba por segunda vez”. 


Adalberto Ranssell-Levis


mardi 27 août 2013

La Patria es de todos, también de los traidores.

Empecemos dando las gracias a Mario J. Viera por tomarse la molestia de interesarse en un reciente trabajo de este cronista. Reza un proverbio cubano “Dime de lo que presumes y te diré lo que te falta”. A su sentida respuesta publicada en estas páginas, podría aplicársele perfectamente este inexorable axioma, sin caer demasiado en los excesos a que nos acostumbran los lugares comunes. El tema de la Nación y la Patria, no es privativo de la dictadura castrista. Los extremos se tocan. ¿Es necesario repetir que la Patria es de todos, incluyendo a los traidores?

Las metáforas no explican la realidad pero ayudan a comprenderla mejor, la combinación de dos adjetivos opuestos, generan en poesía el momento mágico del oxímoron, o por el contrario, si los conceptos no tienen que ver,  la sensación de artificio. Es lo que ocurre con la combinación “integrismo desfasado”, absurda cuando se sabe que un integrista no puede ir separado de su contexto ideológico, que es para él un escenario inmutable.

Autonomía Concertada para Cuba no es una idea original, la ideó en 2008 José Ramón Morales, un pintor cubano radicado en Miami desde su blog Cuba española. Su propuesta fue duramente atacada en aquel entonces por el periodismo y los historiadores oficiales con los mismos argumentos esgrimidos hoy por un periodista “independiente.”  Ninguno de los críticos de antes ni de ahora, ha reparado en que es un derecho inalienable del ser humano, tener ideas y hasta creencias, sin que venga nadie a discutirlas, mucho menos en nombre de la fidelidad a la patria. A la única salida que lleva ese escabroso camino es al del Paredón de La Cabaña. Todos los que se adentraron por esa senda, terminaron ejecutando a sus oponentes en el mismo sitio, los capitanes Generales primero y Fidel Castro después.

Sustentar que el acceso a la discusión pública sólo puede estar autorizado a quienes defienden la historia oficial, equivale a sostener la misma línea política de Fidel Castro cuando clamara bajo los aplausos de muchos actuales exiliados “Con la revolución, todo; fuera de la revolución, nada”.  Los adjetivos con los que en su alegato el periodista manifiesta su desprecio por una idea que no comprende (autonomía y anexión son dos conceptos contrapuestos)  y por último, su adhesión intransigente a la línea política oficial, se parece más a una declaración de principios que a verdaderos deseos de contender con las ideas. En otras palabras, Mario J. Viera le  “sale al paso” (para utilizar una siniestra expresión popular) a una “desviación ideológica” que no podría tolerar ningún “patriota” en su sano juicio sin levantar un machete.

No son “cuatro gatos” los que sugieren que Cuba estaría mejor arrimada a otra bandera sin dejar de tener la suya propia, lo clama con creces la historia misma de estos últimos 150 años; pero si esas evidencias pasadas no bastaran, añadiéndose argumentos económicos y geopolíticos actuales  se llegaría sin mucha dificultad exactamente a las mismas conclusiones. De nada vale a aferrarse a una quimera. Las opciones de hoy son las mismas que ayer: vivir bajo el amparo de una entidad política más grande o el caos.
Discutir sobre puntos de vista también es un ejercicio estéril. Los principios, sean estos religiosos, éticos o nacionalistas son los responsables de las guerras, de las revoluciones y otros males que han corrompido la paz y la prosperidad de las naciones. Nunca se desarrollaron más los estados europeos que cuando imperó la primera globalización iniciada por el imperio británico en nombre de la libertad del comercio, la única idea capaz de poner a todos los hombres de acuerdo según D. Ricardo.

Cuba no era una excepción, su prosperidad se debió a la libertad de comercio imaginada por el conde de Villanueva a finales del siglo XVIII. Un sistema que hasta la creación del primer Banco Estatal y la puesta en circulación de la moneda fiduciaria, fue envidiado hasta en los propios Estados Unidos. Fueron las medidas centralizadoras y reguladoras de la Metrópoli las que iniciaron la decadencia económica de La Habana, agravada por la crisis económica de 1867, desencadenada por la anterior manipulación de la moneda. La guerra civil de independencia desatada al año siguiente, no hizo más que agravar una situación ya existente.

Una Cuba realmente democrática debería comenzar por quitarse de encima el santoral revolucionario, separando para siempre la Historia de la Política. Sólo con bases sanas podrían concretarse primero  los ideales de la unidad hispanoamericana y después, como consecuencia lógica, el de un territorio nacional donde todos los cubanos puedan hablarse sin exclusiones posibles.

Revisar la Historia no es peligroso porque los hechos pasados son incontrovertibles. In fine, resulta insignificante dilucidar, por ejemplo, si las naciones latinoamericanas son causa o consecuencia de las Guerras de Independencia. A pesar de la ilusión que nos hacemos, la historia tampoco permite predecir el futuro, sino juzgar mejor el presente. 

Hoy, a pesar de la valoración que puedan hacer los historiadores de las “causas primeras”,  las naciones hispanoamericanas desunidas y débiles frente a los Estados Unidos (pero también Brasil) son una realidad que nadie en su sano juicio negaría. Y ese es el problema que ha de encararse prioritariamente y no el de sostener a toda costa un discurso oficial nacionalista, que sólo conduce donde se aplica, con el acuerdo y consentimiento de la élites pensantes, creadoras de opinión, a la usurpación de la riqueza nacional por grupos privilegiados y al surgimiento de Fideles y de Chávez para perpetuar, por la fuerza, el mayor tiempo posible ese delito. Con España y Europa, Cuba sería mucho más fuerte y próspera que navegando sola bajo el imperio de ladrones o de nuevos iluminados ¿Qué duda cabe?

lundi 26 août 2013

Los Caballeros de Lanad'Or

Como resultado de una biblioteca quemada, se entremezclan las páginas de varios libros - las crónicas de las Conquistas de México y Perú; El Amadis de Gaula; Las Memorias de Granvela, Canciller de Carlos V y Felipe II: El libro de Caballería, de Raymundo Lulio... - Unas monjas toman las páginas dispersas y las recomponen en un solo libro; el resultado: La historia del Imperio Español del siglo XVI contada como si fuese una épica y mágica Novela de Caballería....

Una novela de Josean Figueroa

Respuesta a un integrista desfasado

 | Por Mario J. Viera

MIAMI, Florida, agosto, www.cubanet.org – Como contrapartida a las tesis ideológicas del castrismo y su fuerte retórica anti imperialista ha renacido en algunos cubanos la idea del anexionismo, corriente que tuvo un poderoso rechazo en el ideario de José Martí.
Por estos días ha surgido un ridículo movimiento de cuatro gatos con un programa neo anexionista o de integrismo ibérico totalmente desfasado de la realidad auto denominado Asociación Autonomía Concertada para Cuba. Su propósito, así lo explican “es reintegrar a Cuba dentro de España a través de un referendo, una vez restablecido el derecho a la ciudadanía española de todos los cubanos”. Tienen como propósito deshacer “toda la narrativa heroico mística que ha desnaturalizado la historia de la hispanidad”. Y en virtud de esta propuesta, ya los neo-integristas han comenzado a lanzar lodo sobre la historia cubana.
Fernando Núñez, el presidente de la Asociación, ha tomado al portal CUBANET, como tribuna de sus ataques contra la nacionalidad cubana por medio de artículos de opinión o apostillando los de otros comentaristas. En artículos tempranos ya mostraba evidencias de que preparaba el terreno para hacer campaña a favor de suprimir la independencia de Cuba a favor del integrismo español en artículos como “La que se avecina: El españolazo” donde declara casi sin sutilezas: “…los Castro abren la válvula de la emigración para calmar las tensiones sociales cada cierto tiempo.  Ocurrió en los años ochenta del pasado siglo con el éxodo del Mariel, en los noventa tras el Maleconazo y ahora en los 2000 con el Españolazo que se prepara discretamente con el contubernio de las autoridades de la península, incapaces no sólo de aprovechar el momento histórico que se les ofrece para reincorporar la isla dentro de una Federación Española, sino de refundar un proyecto nacional que brinde a sus propios ciudadanos  un poco de esperanza y de ilusión”.
En “Cuba y España, de un pájaro la dos alas” ya su posición a favor de la asimilación española de Cuba está más definida. En ese artículo, Núñez, expone que en Cuba “el creciente número de neo españoles que pronto llegará a la significativa cifra de 300 mil personas, es decir, el 5 por ciento de la población residente dentro de la isla, (…) constituye una potencial – y singular ─ fuerza política, capaz de impulsar desde dentro, la idea de una reintegración a la Corona española”.
En el artículo“Los cubanos no quieren la libertad” expuso una serie de inexactitudes sobre la historia de Cuba, y lanzó toda su bilis contra Máximo Gómez ─ “entregaron las riendas del Ejército Libertador a un extranjero, que, con la muerte de Maceo, se convirtió en un actor político de primer orden, sin contrapeso posible”. Núñez dixit ─ y que fuera rebatido certeramente por la periodista independiente cubana Miriam Celaya en su artículo “Gómez era un genio militar, no un político”.
Replicando a Miriam, Ferrán publicó otro artículo ─ no aparecido en CUBANET ─ titulado “Máximo Gómez no fue un genio militar, ni un buen político y ni siquiera era cubano” yendo más lejos en su desprecio por los próceres cubanos: “Anexionistas ─ dice ─ fueron casi todos aquellos patricios cubanos, desde Céspedes hasta José Martí (este último propuso la anexión de la isla a México). El mismo Ignacio Agramonte cayó en combate con una bandera norteamericana cosida a la chaqueta”.
Núñez adelanta la tesis que planteara sin fuentes verificables ni material documentado Manuel Moreno Fraginals en un ensayo donde dice: “Todavía a fines del Siglo XIX, algunos pensaron, como solución al conflicto cubano, que si no se le podía ganar la guerra a España lo mejor era anexarse a México (…) se sabe de las conversaciones que a este respecto sostuvo José Martí con (…) Porfirio Díaz”.
En su último artículo “Crisis de identidad”, el blanco de sus denuestos es Carlos Manuel de Céspedes. Dolido porque su adorado imperio español fue derruido en 1898, señala: “La gesta independentista criolla fue construida por los ganadores de la República Mambisa y sus ideólogos con el fin de justificar lo injustificable en el imaginario nacional”.
Digámoslo sin ambages, estas declaraciones que denigran la historia de Cuba constituyen traición. El artículo 37 de la Constitución de 1940 estableció: “Es ilícita la formación y existencia de organizaciones políticas contrarias al régimen del gobierno representativo democrático de la República, o QUE ATENTEN contra la plenitud de la soberanía nacional”. Por tanto todo intento de promover la anexión de Cuba a cualquier potencia es ilícito por constituir un atentado contra la plenitud de su soberanía nacional.
Practique Núñez su malabarismo lingüístico en Francia y no invada páginas donde opinan cubanos que se sienten orgullosos de serlo y que veneran al estandarte de la estrella solitaria. Quizá ahora me acuse de nacionalista, le contesto: sí, soy furibundo nacionalista en cuanto a una Cuba independiente y soberana, sin tutelaje o dominio de potencia extranjera, sea Rusia, sea Estados Unidos o sea España.

samedi 24 août 2013

Crisis de identidad

PARIS, Francia, agosto, www.cubanet.org -La esquizofrenia cubana actual tiene su origen en lo desacertado e incongruente de su propuesta libertaria originada en 1868. Los actuales estudios históricos sobre la independencia de América, apuntan más a una confluencia de intereses económicos foráneos y privados locales que a sinceras reivindicaciones políticas.

El caso de Cuba es un ejemplo típico de coincidencias egoístas, de colusión, diríamos hoy, entre las élites de las dos orillas, encaminada a apoderarse del poder y, en consecuencia, de la riqueza nacional en su propio beneficio.

Sin ir más lejos, el “padre del patria” Carlos Manuel de Céspedes inicia su gesta de Yara cubierto de deudas. El negocio de la guerra de independencia resultó mucho más lucrativo para él y su familia que toda su capacidad empresarial; es conocido que el “impuesto revolucionario” (sin cuyo pago sus propiedades serían destruidas) exigido a los propietarios de la región Oriental, contribuyó enormemente al traspaso de la riqueza por medio de la violencia en aquellas regiones.

Fidel Castro no subvirtió el orden legal en 1959, ya se había hecho un siglo antes por lo primeros revolucionarios cubanos. La idea matriz de la rebelión de Yara consistía en afirmar que nacer en Cuba nos hacía diferentes de nuestros padres y, que por esa razón, más que merecerlo, teníamos derecho a crear un país diferente, no sólo no se sustenta desde el punto de vista lógico, sino que construye una verdadera aberración psicológica. El asesinato simbólico de la Madre Patria, perpetrado en 1868 trajo gravísimas consecuencias aún no resueltas en la estructura psíquica nacional. En Cuba no se decapitó a un Rey con nombre y apellidos, símbolo palpable de un orden odioso, se extirpó (o al menos eso se pretendía) de las conciencias la identidad española.

La actual crisis de identidad en España desencadenada por los nacionalistas catalanes se justifica con los dos mismos argumentos levantados en su día por los criollos cubanos: España nos roba y aquí somos catalanes y no españoles.

Si bien en el caso de Cuba la situación era más confusa, dada la realidad geográfica, la situación puede resumirse de la misma manera. La propaganda levantada en Cataluña para probar ambos argumentos y justificar la autodeterminación, se parecen punto por punto a los esgrimidos hace 115 años por los revolucionarios cubanos y tienen hoy la misma legitimidad que aquellos. Valga señalar que la estúpida respuesta del Estado español fue y sigue siendo la misma en ambos casos: la integridad del territorio nacional y la preservación de éste cueste lo que cueste.

De hecho a finales de 1898 “El PNV (Partido Nacionalista Vasco) observará la independencia cubana como el preludio de la desmembración hispana, incluso Arana felicita a EEUU por la victoria. En Cataluña, Prat de la Riba encabezará un movimiento tendente a obtener una Mancomunidad para Cataluña que desequilibrará la política de la Restauración de las primeras décadas del siglo XX.”

La gesta independentista criolla fue construida por los ganadores de la República Mambisa y sus ideólogos con el fin de justificar lo injustificable en el imaginario nacional. La culpabilización de la nación española en su totalidad por la llamada “Generación del 98” estuvo encaminada (y fue alentada) por los verdaderos culpables de la fragmentación del territorio, es decir los mismos que lucraron con la(s) guerra(s) y se beneficiaron durante años de las ventajas de un mercado cautivo en Cuba Puerto Rico y Filipinas para nada interesados en perder sus privilegios.

La situación de Cuba hoy no puede comprenderse a cabalidad sin hacer un trabajo serio de memoria histórica, los cubanos tenemos que poner las cosas en su sitio, en pocas palabras, salir de la dicotomía América o el caos, si deseamos de veras erigirnos algún día como nación independiente y soberana.


vendredi 23 août 2013

Máximo Gómez no fue un genio militar, ni un buen político y ni siquiera era cubano.

La independencia de los países de América no significó un avance para su tiempo, tal afirmación impulsada hasta hace poco en los ámbitos académicos de América española, carece de fundamentos reales y, son numerosos los historiadores y estudiosos que se dedican actualmente a mostrar -para quien desee saber-, una interpretación mucho más equilibrada de lo que significó en su momento la fragmentación del otrora imperio español.


La primera es evidente, el conjunto de Virreinatos americanos constituían unidades políticas y económicas casi autónomas y, como lo constató el propio A. Humboldt, ofrecían a sus habitantes altos niveles de lo que hoy se conoce como “índices de desarrollo humano.” Muchas de sus capitales nada tenían que envidiarle a las de Europa de su tiempo, sin olvidar que las comunidades indígenas dada sus especificidades, se hallaban amparadas por leyes particulares que garantizaban su protección genuina. La posterior fragmentación de este conjunto en pequeñas naciones debido al caudillismo, (que no la libertad) la clara influencia de intereses anglosajones y posteriormente socialistas, las hizo más débiles empobreciéndolas hasta hoy. En resumen, la independencia en América como en Cuba, favoreció a una clase alta de españoles de ultramar que se sustituyeron sin contrapeso democrático (a las muchas veces corrupta) administración peninsular.

La política decimonónica en Cuba siempre estuvo impregnada de un descarado pragmatismo con el que concuerdan todos los historiadores cubanos. Es un hecho que la plantocracia criolla, ante la que se agitaba el desastre haitiano, hizo que abortaran en La Habana los intentos de implantación de las “Juntas de información” que proliferaron el resto del continente (las mismas que dieron origen al posterior separatismo americano), no es un secreto para nadie, que luego reclamaran la independencia cuando la restauración borbónica barrió su ascendencia y preponderancia política es otro asunto bien distinto.

Anexionistas fueron casi todos aquellos patricios cubanos, desde Céspedes hasta José Martí (este último propuso la anexión de la isla a México). El mismo Ignacio Agramonte cayó en combate con una bandera norteamericana cosida a la chaqueta. Que no aparezcan en los documentos “oficiales” constitutivos de la República cubana no significa que no esté avalado estos hechos (¡abundantemente!) en sus correspondencias privadas. Por otro lado, sería algo absurdo, alzar un movimiento de independencia reclamando la anexión a otro estado, pero aunque parezca una locura ésto también está atestado por los historiadores.* 

A pesar de lo poco estudiado del asunto, esta corriente de pensamiento no desapareció, sino que se mantuvo viva hasta el final de la guerra y si no llegó a materializarse fue por el desenlace de la Guerra de Secesión, que hizo que la anexión de Cuba dejara de tener sentido para los políticos norteamericanos y no por un cambio ideológico de aquellas élites criollas, que seguían viendo en los Estados Unidos el paradigma del desarrollo y democracia que deseaban para Cuba.

El caso de Máximo Gómez es paradigmático y de plena actualidad. Dejar los asuntos de interés colectivo en manos de militares en el pasado y el presente siempre ha dado malos resultados; si no que le pregunten a los egipcios de hoy y a los cubanos de ayer.

Gómez fue la pieza fundamental, no sólo para la desarticulación del Ejército Libertador, sino para la intervención y desembarco de las tropas del general Shafter en Daiquirí. Facilitar la intervención y la posterior ocupación de un país (que le había confiado -ingenuamente- la jefatura militar) por un ejército extranjero, se llamó traición ayer y hoy, por más que lo políticamente correcto haya cambiado las maneras de nombrar las cosas, el concepto sigue vigente. En resumen, sin caer en el pecado de “presentismo”, a un extranjero que va a otro país a hacer la guerra por dinero se le llamaba durante el Renacimiento “condottieri” y más adelante el nombre que lleva, por mucho que duela, es el de “mercenario” pues, según las listas reproducidas por Robert T. Porter, mencionadas por Antonio Piqueras en su libro de 2004 “Sociedad y poder civil en Cuba” los haberes de Gómez terminada la guerra ascendían a 20 mil pesos. Destituido* *o desautorizado para el caso es lo mismo, Gómez y Wood alzaron juntos la bandera de la “República” y una foto vale más que mil palabras. 

En cuanto a sus méritos guerreros, sin llegar a la genialidad que le presta el vulgo, es cierto que fueron reconocidos por sus propios adversarios cuando tenían la suerte de poder entrar en combate con sus tropas, ya que como es sabido por cualquiera que se interese a la historia militar cubana, el Generalísimo se pasó la mayor parte del tiempo eludiendo los combates y esperando la invasión norteamericana. Esa es la verdad histórica y es un deber que se conozca y divulgue. El futuro de la nación depende.

El cuidado y el respeto que ha puesto la señora Miriam Celaya en la elaboración de su respuesta es digno de encomio, pues hemos de discutir tranquila y pacíficamente todos los cubanos sobre el pasado y el presente, la “polemorrea” no debe ser un fin en sí mismo; sin embargo, no puedo dejar de hacer una observación personal que me sugieren las conclusiones de su enjundioso y brillante artículo.

Vale que la periodista crea en la solución de la independencia plena de una islita que nunca lo fue realmente; pero una nación destruida, con las arcas del estado vacías, inserta mal que nos pese, en un mundo globalizado que se reagrupa a marchas forzadas: RCEP, TLCAN, Mercosur…, hasta incluso en algunos casos como el de Europa, perdiendo la soberanía (monetaria entre otras), es más un voto piadoso que una posibilidad real. Como cubano española la señora Celaya podría, por ejemplo, si de veras quisiera hacer algo objetivo por el bien del país en que vive, organizar de algún modo a los 300 mil cubanos españoles actualmente a la deriva, en una fuerza política capaz de pesar en la Cuba y en la España de mañana, pero esto, claro, ya pertenece al dominio de la ciencia ficción y no de la real política.


Notas

* Tampoco es cierto que no existan documentos oficiales (además de los que abundan en las correspondencias privadas firmadas individual o colectivamente) dirigidas a las autoridades norteamericanas. Una nota oficial del 20 de abril de 1869, la Cámara de Representante reunida en Guáimaro acordó comunicar al pueblo y al gobierno de los Estados Unidos que era deseo casi unánime de los cubanos incorporarse a la federación norteamericana y que “si la guerra actual permitiese que se acudiera al sufragio universal, único medio de que la anexión se verificara, ésta se realizaría sin demora” Roig de Leuchsenring, 1950, p.133.

**Acuerdo aprobado por mayoría en sesión de la Asamblea del 12 de marzo de 1899. Pichardo Hortensia. Documentos para la Historia de Cuba Tomo II, p. 29.

"La asamblea de Representantes, en atención a la conducta últimamente observada por el General en Jefe del Ejército Cubano (...)
Acuerda: 
Destituir de su empleo al General en Jefe, pasando en consecuencia el Mayor General Máximo Gómez, que hasta ahora lo desempeñaba, (...) suprimiéndose por innecesario y perjudicial en la actualidad el cargo de General en Jefe."

jeudi 22 août 2013

Diario El Mundo » Cuba informa que vallista Orlando Ortega desertó en Mundial Moscú

Diario El Mundo » Cuba informa que vallista Orlando Ortega desertó en Mundial Moscú

Estados Unidos emite alerta de cólera en Cuba - Cuba - ElNuevoHerald.com



La aldea afgana

¿Dónde se esconde el Mulá Omar? Una investigación policial desarticula un atentado en París el mismo día en que llega a La Habana una hija ilegítima de Fidel Castro decidida a encontrarse con su padre cueste lo que cueste. Un día intenso en la vida de una galería de personajes inesperados.



lundi 19 août 2013

La familia de Oswaldo Payá se querella en la Audiencia Nacional la dictadura cubana

Como anunció, la familia del disidente cubano ha llevado a la Audiencia Nacional la muerte de Payá. El objetivo, aclarar si fue un asesinato.


RUBÉN FERNÁNDEZ 2013-08-19

La familia del disidente cubano Oswaldo Payá ha presentado este lunes una querella en la Audiencia Nacional por la muerte de éste hace un año en Cuba, con la intención de aclarar las causas y determinar que no fue un accidente de tráfico.

La querella ha sido presentada por Ofelia Acevedo Maura, viuda del fallecido, y Rosa Maria Payá Acevedo, hija de Oswaldo Payá. Lo han hecho ante la Audiencia Nacional ya que el disidente contaba con la doble nacionaldiad, cubana y española.

El hermano del disidente fallecido, Carlos Payá, ha confirmado aLibertad Digital que la querella es por delitos de "lesa humanidad". "Es lo mismo que venimos diciendo desde el primer momento. Esto es un crimen de lesa humanidad porque es como culminan años de amenazas contra Oswaldo y el Movimiento Cristiano de Liberación", asegura Payá. "Esto no sucedió de manera aislada. Nosotros relatamos en la demanda episodios anteriores. Esto podía haber pasado hace tres años. Era una operación permanente de acoso contra Oswaldo que podía acabar con su muerte, como así fue", remata.

Payá falleció junto a Harold Cepero tras estrellarse su coche, que conducía el español Ángel Carromero. Éste último ha venido sosteniendo que el accidente no existió sino que fue una operación del gobierno cubano para eliminar a los dos opositores. La familia "agradece la información" al dirigente de Nuevas Generaciones pero insisten en que sus palabras no han variado su agenda. "Ángel ya nos contó en tiempo real lo que ha aparecido ahora en la prensa", asegura Payá en referencia a la polémica persecución. "Venimos trabajando enla querella mucho tiempo", remata en referencia a las nuevas revelaciones.

La querella va dirigida contra el Teniente Coronel Águilas y el Coronel Llanes, encargados de delitos de la Seguridad del Estado Cubano, así como contra "el resto de personas que el juzgado determine en el curso de su investigación como partícipes en los delitos de Lesa Humanidad".

El ministerio de Exteriores español ha prometido a la familia que no intercederá en las investigaciones judiciales. "Eso se da por entendido. En España hay división de poderes", concluye Carlos Payá.

Antúnez llama a Paro Nacional contra régimen cubano.

"Va a ser un proceso gradual, paciente y arduo. No pensamos en paralizar al país mañana". Martí Noticias.

El líder opositor cubano Jorge Luis García Pérez "Antúnez" llamó hoy en Miami (Florida) a un "gradual" Paro Nacional en Cuba que paralice las "estructuras del régimen castrista" y le "prive" de su capacidad de represión del pueblo.

Como continuación de la campaña de resistencia y de no cooperación con el régimen comunista cubano, esta iniciativa del Paro Nacional ha tenido ya su reflejo, según dijo "Antúnez", en el "abstencionismo" que se registró en 2012 en las votaciones para las Asambleas municipales del Poder Popular.

"Va a ser un proceso gradual, paciente y arduo. No pensamos en paralizar al país mañana", pero se trata de una iniciativa que ha sido clave para la resistencia cubana de dentro y fuera de la isla, señaló "Antúnez" en una conferencia celebrada en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos.

El exprisionero político y líder del Frente Nacional de Resistencia Cívica Orlando Zapata Tamayo llegó a Miami el domingo pasado junto con su mujer, Yris Pérez Aguilera, en su primera salida fuera de la isla.

Resaltó con optimismo que el denominado Paro Nacional está logrando "movilizar al pueblo" cubano para que se adhiera a los movimientos opositores que exigen un cambio democrático en la isla, para lo que es de vital importancia el respaldo del exilio.

"El incremento de las protestas y la simpatía del pueblo por la oposición" se ha ido haciendo más visible. "Nunca como antes ha estado tan cerca la libertad de Cuba", afirmó el disidente cubano de 49 años.

La salida del líder opositor se produce en el marco de la nueva reforma migratoria que ha flexibilizado los movimientos de los cubanos fuera de la isla y que ha permitido salir ya a disidentes como la líder del movimiento opositor cubano Damas de Blanco, Berta Soler, Guillermo Fariñas o Yoani Sánchez.

Pero, para "Antúnez", se trata sólo de una "maniobra y estrategia del régimen" para "confundir" a la comunidad internacional y la opinión pública con un mecanismo "maquiavélico" de mera apariencia reformista.

"Esto que les estoy diciendo ahora a ustedes, si lo digo en Cuba me cuesta golpizas", aseguró este disidente que estuvo preso 17 años.

"Sólo quieren legitimar y dar continuidad a la dictadura", hizo hincapié el disidente, quien criticó el periodismo domesticado que desarrollan a menudo los medios extranjeros en la isla.

Así, por ejemplo, "hay un evento oficial y los medios son los que lo promueven, como si al pueblo de Cuba le importara. Al pueblo cubano le importa un bledo", porque sólo es para "la represión y el continuismo" del sistema, dejó claro.

La resistencia cubana está convencida de que el "cambio debe venir del pueblo, y no vamos a esperar que el régimen que tanto ha matado, oprimido y asesinado venga a dictarnos las pautas del cambio que queremos", exclamó.

De igual manera, calificó de "trampa" para retener el poder la llamada "actualización" del modelo económico socialista, una serie de reformas emprendidas bajo el Gobierno del general Raúl Castro.

"Son trampas. No hay ninguna actualización ni la queremos. Al cubano sólo le interesa la libertad", apostilló el opositor, quien aseguró que la pretendida división de la oposición interna que circula fuera de la isla es una afirmación falsa.

Sobre los comentarios de Ángel Carromero, el dirigente español de Nuevas Generaciones del gubernamental Partido Popular (PP) que afirmó recientemente en una entrevista con el diario El Mundo que "los servicios secretos cubanos asesinaron a disidente Oswaldo Payá", aseguró: "Todos los opositores en Cuba estamos en peligro de muerte".

"Lo que le hicieron a Payá y (Harold) Cepero es poco para lo que es capaz de hacer el régimen. El asesinato de Payá es una manifestación más del sistema perverso que impera en Cuba y no será nada extraño que al regresar a Cuba nos pudiera suceder algo", alertó.

samedi 17 août 2013

Los demócratas egipcios en acción...

Un manifestante pacífico es baleado mientras intenta reeditar el gesto de Tian'anmen: sobran las palabras

Gonzalo Anes asegura que Fray Bartolomé de las Casas "falsificó" la conquista española de América

El director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes, ha alertado hoy sobre las consecuencias que pueden tener los actuales "intentos desintegradores" de Cataluña y ha aconsejado tener presente el empobrecimiento de las repúblicas hispanoamericanas tras independizarse de la corona española, según informa Efe.

"Nada más sensible a la incertidumbre que el dinero", aseguraba Anes al presentar, en la sede de la Academia, el libro La paz imposible. Los intentos de paz en la independencia de América, de Íñigo Moreno y de Arteaga, marqués de Laserna, y con prólogo de Hugo O'Donnell.

Publicado por la editorial Csed, el libro se extiende desde que se hicieron sentir "las primeras voces de independencia" en las repúblicas hasta la pérdida definitiva de la América española.

Esa "paz imposible" es "una historia de lo que pudo ser y no fue", dijo el autor, para quien "hubo una cerrazón" en no querer ver desde España que "aquellos pueblos podían ser independientes".


Contrarrestando ideas preconcebidas


Ante numerosos invitados, entre ellos el infante don Carlos y la princesa Ana de Francia, duques de Calabria, Gonzalo Anes aprovechó la ocasión para tratar de contrarrestar algunas "ideas preconcebidas", entre ellas la de que América fue una colonia española.

"Nunca lo fue". En ese continente los españoles fundaron reinos, como los de la Nueva España o el de Perú, señaló el director de la Academia.

Los procesos de independencia en Hispanoamérica pusieron fin a 300 años de paz en América

Esa falsificación, prosiguió Anes, tiene su origen en la propia España y en la visión que dio de la conquista de América Fray Bartolomé de las Casas, que se propagó por toda Europa.

Los procesos de independencia de las repúblicas hispanoamericanas "pusieron fin a 300 años de paz en América", y la prueba es que "no hay ciudades amuralladas en la América española, aunque sí hay ciudades costeras con fortines, para defenderse de los ataques de los corsarios".

La paz favoreció la formación de ciudades y la urbanización de las mismas, "prueba evidente de que hubo un desarrollo económico importante".

"La América española logró unos niveles de prosperidad que, a finales del XVIII y comienzos del XIX, eran análogos a los de la Europa desarrollada", señaló Gonzalo Anes, catedrático de Historia e Instituciones Económicas.


El final de la prosperidad


La independencia "significó la ruptura de muchas cosas", y la desintegración de los virreinatos supuso "la aparición de fronteras entre las repúblicas y de aduanas" y dio pie a guerras.

"La prosperidad que había habido hasta entonces se quebró. Hubo un gran descenso del PIB de la América virreinal, y el de finales del siglo XVIII no se volvió a alcanzar hasta finales del XIX", afirmó Anes.

Con la aparición de las fronteras, disminuyó el comercio interior y se desintegró también la justicia virreinal. Eso produjo "inseguridad jurídica, incertidumbre y, cuando las hay, los posibles inversores se llevan el dinero a un lugar seguro", aseguró Gonzalo Anes.

"Hay que tener presente todo este proceso en nuestros días para que podamos ver las consecuencias de los intentos desintegradores y a dónde pueden conducir", concluyó Anes.

vendredi 16 août 2013

Gómez era un genio militar, no un político

LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -Varias semanas atrás, Cubanet publicó un artículo (“Los cubanos no quieren la libertad”, Fernando Núñez, 1ro. de julio de 2013), un sugerente título que, no obstante, entraña varias inexactitudes históricas y una peculiar interpretación de los hechos en los que pretende apoyar su tesis.

La primera debilidad del texto de referencia es precisamente la indefinición del término “libertad”, supuesto plato fuerte del autor. Por mi parte, como herramienta para este análisis, sentaré algunos presupuestos generales de lo que asumo como “libertad”, principio del cual el Hombre es centro y esencia.
La libertad es la conjunción de determinados valores y la garantía del derecho de su ejercicio. No existe un concepto único e inmutable de “libertad” sino que ésta asume definiciones relativas, en dependencia de factores de índole histórica, social, geográfica y cultural, entre otras. No obstante, existen elementos básicos consustanciales a toda definición de “libertad”, como por ejemplo la dignidad, la responsabilidad, la conciencia, la ética, la expresión del pensamiento, la voluntad, la búsqueda de la verdad, el bien común. La libertad es, en su definición más simple y resumida, la condición primera de todos los derechos humanos.
Una vez establecido esto, tratemos de entender en qué basa Núñez su idea de que los cubanos no queremos la libertad, a partir de algunos hitos seleccionados para el análisis.
En el párrafo 2 de su artículo, plantea que “El largo fracaso de las naciones independizadas de España, observado por los intelectuales decimonónicos, (…), se debe a la falta de visión y a la incultura política de aquellos líderes que, alzados también en nombre de la libertad, sólo trajeron pobreza y atraso para sus países”.
Desde la perspectiva de hoy, tal observación quizás sería relativamente válida. Sin embargo, la independencia por parte de los países de Hispanoamérica significó un importante avance en su tiempo, toda vez que la Metrópoli constituía un freno para el nacimiento y desarrollo de cualquier proyecto de nación. Si existieron intereses materiales y espirituales que entraron en contradicción con el ideal libertario de independencia retrasando y lastrando hasta hoy a nuestras naciones, o si existía entre algunos líderes una incultura política, ello no niega en ningún sentido que la libertad e independencia logradas por las acciones de “aquellos líderes” fueron los pilares fundacionales de esas naciones.
Los cubanos también se alzaron en armas contra España, no para alcanzar una libertad abstracta, sino vinculada a sus intereses, fuerza motriz de todos los fenómenos sociales. Eso explica que los alzamientos de 1868 se produjeron en el Oriente del país y no en el Occidente, ya que entre ambas regiones existían intereses diferentes. Los de Oriente, con menos poder económico y al borde de la ruina, no estaban en condiciones de subsistir sin una reforma. Así, el fracaso de las gestiones para promover dichas reformas en las Cortes constituyó el catalizador para el inicio de la guerra por esa región, animada por los independentistas. Tanto para ellos como para los reformistas, la libertad estaba supeditada a la economía, pero muchos de esos líderes estaban influidos por las ideas más modernas de la época, en particular, las surgidas de las  revoluciones norteamericana y francesa, lo que descarta la idea de una incultura política absoluta.
Españoles de Cuba y un dominicano cubano
En el párrafo 4 se lee: “Los españoles de Cuba comenzaron el camino de la independencia solicitando no ya la libertad, sino la anexión a los Estados Unidos”.
Asumiendo que lo que Núñez denomina españoles de Cuba sean los criollos ricos de mediados del siglo XVIII, habría que recordarle que ellos no comenzaron exactamente “el camino de la independencia”. Cuando más se podría sugerir que portaban los gérmenes de un proceso que, en su desarrollo, acabaría conduciendo a la independencia. Los españoles de Cuba, o para ser más precisos, los españoles de La Habana, conformaron una oligarquía criolla con intereses diferentes a los peninsulares pero no desvinculados de España. Su primera aspiración, por tanto, no podía ser la libertad ni la independencia, ni mucho menos la anexión a Estados Unidos, sino la equiparación de sus derechos a los de los españoles peninsulares.
El anexionismo cobró fuerzas después, en pleno siglo XIX, particularmente entre 1840 y 1855, cuando esta corriente política predominó en Cuba. Su  fundamento principal se sostenía en el interés de la burguesía cubana por preservar la esclavitud y en menor medida el deseo de ganar para Cuba las libertades democráticas, pero tuvo también otras tendencias. Por ejemplo, su máximo ideólogo en Cuba fue Gaspar  Betancourt Cisneros (El Lugareño), quien aspiraba a una libertad basada en la abolición de la esclavitud, la distribución de las grandes extensiones de tierra en pequeñas propiedades y el desarrollo técnico y educacional del país. Para ello consideraba que entre los modelos de España y Estados Unidos, el segundo era el mejor y por tanto prefería la anexión a ese país antes que la subordinación a España.
Los hombres de 1868, algunos de los cuales estuvieron influidos por el anexionismo que predominó anteriormente y miraban con buenos ojos el modelo norteamericano –el más desarrollado y democrático desde aquella época–, ya tenían un ideario independentista.
En fin, que los españoles de Cuba ni comenzaron por la anexión el camino de la independencia ni la plasmaron en ninguno de los documentos programáticos que van del programa de Céspedes a la Carta de Martí a Manuel Mercado, pasando por las constituciones mambisas de Guáimaro, Jimaguayú y la Yaya, así como por los Estatutos del Partido Revolucionario Cubano (PRC) y el Manifiesto de Montecristi; en todos los cuales resalta el ideario nacionalista y libertario.
Sin ofrecer mayores datos, Núñez señala que a la muerte de Martí, el PRC quedó “en manos de fuerzas e intereses pronorteamericanos” que nunca habían pensado en la construcción de una nación soberana; criterio que pretende fundamentar en el párrafo 7: “Prueba de ello es que entregaron las riendas del Ejército Libertador a un extranjero, que, con la muerte de Maceo, se convirtió en un actor político de primer orden, sin contrapeso posible. Un señor que, ignorando los deseos de la Asamblea Constituyente (que lo destituyó), y negociando directamente con los Estados Unidos la desmovilización del Ejército Libertador, contribuyó muchísimo a la aprobación de la Enmienda Platt, que sancionaría de manera oficial el protectorado Norteamericano sobre Cuba (…)”.
Y aquí sí tengo muchas objeciones que hacer a Núñez, en primer lugar porque los cubanos no entregaron las riendas del Ejército Libertador “a un extranjero”, sino que ese dominicano, por sus acciones respecto a Cuba, adquirió todos los derechos entre los mejores cubanos. En segundo lugar, Máximo Gómez no fue destituido por la Asamblea Constituyente, pues la del Cerro no ejerció esa función; ni tampoco negoció directamente con Estados Unidos la desmovilización del Ejército Libertador.
Veamos:
Poco después del alzamiento de Céspedes en 1868, Máximo Gómez, con  conocimientos militares y ya radicado en Cuba, se unió a la insurrección. Después de las primeras derrotas mambisas recibió la misión de detener una columna enemiga de 700 hombres y 2 piezas de artillería, que marchaba de Santiago de Cuba hacia Bayamo. Escenificó entonces la primera carga al machete, que le ocasionó a las fuerzas españolas más de 200 muertos y la obligó a retroceder. Así salvó a Bayamo y con Bayamo a la naciente revolución, de modo que si Yara inició la guerra, la acción de Pinos de Baire, bajo el mando de Gómez, garantizó su continuidad.
A esa primera hazaña se unieron después la invasión a Guantánamo en 1871,  según el historiador Fernando Figueredo, el lauro más notable alcanzado hasta entonces por ningún jefe cubano; la batalla de Palo Seco, que el también historiador Miró Argenter calificó como la función más sonada de la caballería insurrecta. A la muerte de Ignacio Agramonte, Gómez fue designado a Camagüey e hizo la Invasión a las Villas, a fin de llevar la guerra y la tea incendiaria hasta Occidente para destruir la economía española y obligar a replegar su ejército por todo el país.
En 1895 se incorporó a la nueva guerra y, tras firmar junto a Martí el Manifiesto de Montecristi en su condición de Jefe del Ejército Libertador, regresó a Cuba y llevó la guerra hasta Pinar del Río. Protagonizó entonces otra de sus proezas estratégicas: las contramarchas, que tanto confundieron al enemigo. En 41 encuentros Máximo Gómez enfrentó 40 mil soldados españoles, con sólo 4 mil bajo su mando, ocasionándole al enemigo más de 25 mil muertos y heridos, contra solo 28 muertos y 80 heridos de su parte. Por su genialidad militar fue bautizado como el “Napoleón de las Guerrillas”. No hubo, pues, tal entrega de las riendas del poder “a un extranjero”, sino que las ganó como un valiente y patriota cubano.
Tampoco Gómez fue destituido por la Asamblea Constituyente. Lo ocurrido, en síntesis, fue lo siguiente: Mientras se negociaba el Tratado de París al terminar la guerra, el Ejército Libertador permanecía en los campamentos. En ese contexto ya no había soberanía de España sobre Cuba, pero el Consejo de Gobierno, elegido en la Asamblea de la Yaya  tampoco fue reconocido por Estados Unidos, por tanto, no pudo asumir el poder en un país ocupado por las fuerzas militares estadounidenses. En tales circunstancias el abastecimiento al Ejército Libertador era un serio problema, para cuya solución, entre otros, se reunió la Asamblea de Santa Cruz el 24 de octubre de 1898. Los mambises esperaban que dicha Asamblea, dotada de máximos poderes, lograra lo que no pudo el Consejo de Gobierno: el reconocimiento por Washington. Con ese fin, 44 delegados se constituyeron en Asamblea representante de Cuba Libre, de la cual Máximo Gómez no formaba parte.
Aunque con la Resolución Conjunta del 19 de abril Estados Unidos se había comprometido ante el mundo a ocupar provisionalmente a Cuba y luego entregarla a un gobierno cubano, el trato dado al Ejército Libertador sugería un peligro potencial. El reto de la Asamblea era tratar de forzar al gobierno norteño a cumplir lo acordado, de manera que prefirió disolver el Ejército Libertador y respaldó una proposición de Juan Gualberto Gómez, dirigida a que Washington reconociera la Asamblea como representante legítima. Con ese fin salió una Comisión hacia Estados Unidos con la intención de conseguir un préstamo para licenciar al Ejército y devolverlo “después de la independencia”; por tanto, para que el gobierno de Estados Unidos pudiese cobrarlo tendrían que reconocer la independencia de Cuba. Pero el presidente McKinley no mordió el anzuelo y argumentó que la Constitución impedía hacer tal préstamo. En cambio, estaba dispuesto a ofrecer un donativo de 3 millones. La Comisión tampoco mordió el anzuelo estadounidense y rechazó esta oferta.
Desde su campamento, el 29 de diciembre de 1898, Gómez, también partidario del licenciamiento, proclamó queCuba no es libre ni independiente todavía, y solicitó a la Comisión Ejecutiva de la Asamblea  adoptar una Constitución para la República de Cuba, lo cual imprimiría legitimidad y fuerza a la independencia. Inmediatamente, conociendo el prestigio de Gómez, el gobierno norteamericano utilizó la diplomacia, y para calmar al veterano guerrero enviaron a Mr. Robert Porter, amigo personal de McKinley, a visitarlo. En la reunión, celebrada en Remedios, Poster tranquilizó a Gómez y logró indisponerlo con la Asamblea. Gómez, sin comprender la jugada, se convirtió en un aliado de Estados Unidos contra la Asamblea, la cual ya había perdido cohesión con la muerte de Calixto García.
El garrotero C.M. Coen
Fue entonces que apareció en escena  el banquero norteamericano C.M. Coen, quien ofreció un préstamo de 12.4  millones (para devolver 20 millones en un plazo de 30 años, a un 5% de interés anual). La Asamblea estimó que esa solución conducía a los mismos objetivos del préstamo antes solicitado. Entonces ocurrió el desacato de Gómez a la Asamblea, quien, desde su honestidad e ingenuidad política, planteaba que no tenía sentido tal  préstamo si se había propuesto por Estados Unidos un donativo de 3 millones.
El 9 de marzo de 1899 la Asamblea acordó aceptar la oferta de Coen y pidió a Gómez no expresarse contra el préstamo, lo que desencadenó el enfrentamiento que condujo a la destitución de éste. Gómez respondió con un manifiesto público que lanzó al pueblo contra la Asamblea. Pero en realidad Gómez nunca negoció directamente con Estados Unidos la desmovilización del Ejército Libertador, sino que fue utilizado por el gobierno de ese país para el enfrentamiento con la Asamblea.
En realidad, el Generalísimo no comprendía la política ni tenía talento para ella. Sencillamente, después de la muerte de Martí y de Maceo, los acontecimientos lo llevaron a ocupar una posición para la cual no estaba preparado. Era un genio militar, no un político. Pero la forma simplista en que Núñez plantea los hechos, además de falsearlos, tampoco refuerza su tesis acerca de que los “cubanos no quieren la libertad”.
Más adelante, en el párrafo 9 de su artículo, Núñez decide que “No se afianzó la democracia en Cuba por diversas razones, la primera de ellas, la comodidad, (al menor contratiempo se apelaba a la US Navy para poner orden), y la segunda, por idiosincrasia, pues aquellos que debían crear una patria soñada, descendientes de españoles al fin y al cabo, animaron el caudillismo y apelaron a la violencia política durante todo el siglo”.
Tampoco es exacto. La primera intervención, madre de todas las intervenciones e injerencias posteriores, no resultó de una apelación a la “US Navy” sino de la rivalidad de las potencias de la época. Ningún cubano la solicitó. Lo cierto es que ese acontecimiento, por la forma en que se produjo y por sus consecuencias, dañó la autoestima de los cubanos, un factor que no debe ignorarse en el análisis y que no puede tildarse de “comodidad”.
También el planteamiento de que “animaron el caudillismo y apelaron a la violencia política durante todo el siglo”, requiere una explicación. Es cierto que los cubanos no estamos exentos de virtudes y defectos derivados de nuestra herencia hispana, entre estos últimos el caudillismo. Sin embargo, Núñez olvida que todas las guerras son generadas y generadoras de violencia y los que tomaron las riendas del poder en la República no eran sino los militares del siglo anterior, que vivieron 30 años en guerras y en campamentos, y que la generación que los desplazó en la década del 30 del pasado siglo, emergió también de un contexto caracterizado por la violencia.
De hecho, todas las revoluciones sociales son violentas en mayor o menor medida, la norteamericana y la francesa incluidas. Las civilizaciones occidentales que conocemos y cuyos modelos admiramos también han emergido desde la violencia. Pero no es el caudillismo de herencia hispana el factor único de los lastres políticos que nos pesan, sino también el desconocimiento de nuestras propias capacidades, y en particular, de nuestra historia.
Precisamente por esa historia, ningún individuo o grupo porta en sí la autoridad política o moral suficientes para decidir que los cubanos no queremos la libertad. En todo caso, en aras de ella, quizás llegará el día en que podamos elegir entre independencia, anexión o autonomía. Desde hoy le aseguro a Núñez que esta cubana-española vota por la primera.