La petición reiterativa del Partido Socialista, para conseguir una España federal, esconde algunos problemas graves que parecen desconocer; el individualismo y la soberbia atávica de los españoles.
Ortega y Gasset, en su “España invertebrada” venía decir exactamente lo mismo que se está diciendo en la actualidad, y estudiaba los regionalismos y separatismos como parte del: "proceso de desintegración que avanza en riguroso orden, desde la periferia al centro, de forma que el desprendimiento de las últimas posesiones ultramarinas parece ser la señal para el comienzo de una dispersión interpeninsular".
Y como ocurre en la actualidad, echaba de menos a una minoría dirigente “capaz de tomar unas decisiones firmes y eficaces”.
Sin duda el mayor pecado de los españoles, no es la lujuria, sino la soberbia (¿qué interés tiene el haberse acostado con fulano o mengana, si no se puede presumir ante los amigo/as? Nadie quiere ser menos que los que le rodean y si hay distinciones sociales, estas se producen, con más frecuencia, entre los niveles de población que podríamos situar de rentas menores a la media, y menos influenciadas por la cultura exterior, que incluso, entre estas y las que ostentan rentas más altas: ¡Fíjate en esa, qué vestido lleva¡¡Como si no supiéramos lo que tiene!
Son surrealistas, cuando uno profundiza en la sociedad, los niveles de esfuerzo que realizan algunos en su intento de apariencia y ostentación ante los demás, como si les fuera la vida en ello, para acceder a un determinado puesto, honorífico, o adquirir un coche de alta gama aunque sea de segunda mano y les resulte un auténtico problema económico, para que se vea su “poderío” . Recuerdo siempre, ante ciertas actitudes, una frase, sacada de la Biblia, del sirio S. Juan Crisóstomo, (el de la boca de oro) y que cualquiera que estudie arte conocerá, ya que le sería imposible, si no, explicar una gran cantidad de cuadros llamados “vanitas” procedentes de los pinceles de nuestros mejores pintores del Siglo de Oro. Y que yo aprendí en el griego clásico,( que suena más pedante), en el que predicaba el Crisóstomo, “ματαιότης ματαιοτήτων kαι πάντα ματαιότης” ( mataiotes mataioteton kai panta mataiotes) “Vanidad de vanidades y todo vanidad”.
Ortega y Gasset, en su “España invertebrada” venía decir exactamente lo mismo que se está diciendo en la actualidad, y estudiaba los regionalismos y separatismos como parte del: "proceso de desintegración que avanza en riguroso orden, desde la periferia al centro, de forma que el desprendimiento de las últimas posesiones ultramarinas parece ser la señal para el comienzo de una dispersión interpeninsular".
Y como ocurre en la actualidad, echaba de menos a una minoría dirigente “capaz de tomar unas decisiones firmes y eficaces”.
Sin duda el mayor pecado de los españoles, no es la lujuria, sino la soberbia (¿qué interés tiene el haberse acostado con fulano o mengana, si no se puede presumir ante los amigo/as? Nadie quiere ser menos que los que le rodean y si hay distinciones sociales, estas se producen, con más frecuencia, entre los niveles de población que podríamos situar de rentas menores a la media, y menos influenciadas por la cultura exterior, que incluso, entre estas y las que ostentan rentas más altas: ¡Fíjate en esa, qué vestido lleva¡¡Como si no supiéramos lo que tiene!
Son surrealistas, cuando uno profundiza en la sociedad, los niveles de esfuerzo que realizan algunos en su intento de apariencia y ostentación ante los demás, como si les fuera la vida en ello, para acceder a un determinado puesto, honorífico, o adquirir un coche de alta gama aunque sea de segunda mano y les resulte un auténtico problema económico, para que se vea su “poderío” . Recuerdo siempre, ante ciertas actitudes, una frase, sacada de la Biblia, del sirio S. Juan Crisóstomo, (el de la boca de oro) y que cualquiera que estudie arte conocerá, ya que le sería imposible, si no, explicar una gran cantidad de cuadros llamados “vanitas” procedentes de los pinceles de nuestros mejores pintores del Siglo de Oro. Y que yo aprendí en el griego clásico,( que suena más pedante), en el que predicaba el Crisóstomo, “ματαιότης ματαιοτήτων kαι πάντα ματαιότης” ( mataiotes mataioteton kai panta mataiotes) “Vanidad de vanidades y todo vanidad”.
Y esto es, fundamentalmente, lo que lleva a la tentación soberanista, a regiones, como Cataluña, pese a las apariencias, no es la economía aunque esgriman argumentos como que; “Espanya ens roba”, porque sin el mercado y apoyo de España su economía se hundiría, sino el que sus dirigentes se suponen con el suficiente nivel y categoría, como para no estar bajo ningún otro. Y si para ello hay que crear una mala imagen del otro y dar una imagen victimista, (si apela a la “pela” llega más al electorado) se hace, para crear una pantalla que oculte una intencionalidad subconsciente, que crearía rechazo.
Pero el gran problema del federalismo está en su misma concepción, que tan mal nos fue con la Primera República. Un estado federal está compuesto por una serie de naciones, o estados, que de común acuerdo se unen para unos intereses comunes. En España, bastaría el pataleo de ciertos gobernantes, porque no se hace lo que ellos quieren, para volver a la población contra esa unión, y como esta es libre, tardarían poco en pedir la secesión. Alemania luchó para reincorporar a la Alemania Oriental, pese a que su territorio tenía el diseño político, desde hacía no demasiados años. Aquí en España, si bien, de hecho, se tiene un estado federal, de derecho no puede tenerse, ya que la integridad histórica como sentimiento unitario, se remonta incluso a antes de los romanos, como puede verse en el apoyo de diversos pueblos a Viriato, frente al que creían ajeno, extranjero. Este sentimiento, pese a las particiones continuas, con la llegada de los diversos grupos bárbaros, suevos, alanos e incluso del territorio bizantino en el sureste, en la época de los godos, o los diversos reinos cristianos y de taifas, en siglos posteriores, siempre, tras las particiones, había un sentimiento de pertenencia a un territorio común, que se culminó con la unión de Castilla y Aragón por el matrimonio de los Reyes Católicos. Pero en el español se da una contradicción interna, una lucha interior, que pese a constituir la nación europea, más antigua en su formación política, el ánimo del español se debate entre el sentimiento de formar parte de un territorio común, y el querer ser independientes, porque mi región y hasta mi pueblo, es “más que la otra”. En ninguna parte se permitiría quemar una bandera de la nación, ni silbar en un acto público su himno, sin graves consecuencias para los que lo hicieran. Sólo aquí, porque, pese a sentirnos uno, el respeto por lo que es patrimonio de todos, por nuestro individualismo, nos hace mirar hacia otro lado. Pero sólo aparentemente, porque las manifestaciones de superioridad de los demás aunque no mostremos nuestra disconformidad momentánea, porque le daríamos más argumentos para afirmarla al otro, nos la guardamos, y el ¡te vas a enterar¡ ¡Ya me necesitarás para algo¡ es un pensamiento, que día a día va creciendo, porque que yo sepa todos podrían poner en su escudo de familia, el lema: Por encima de mí sólo Dios. Y hasta presumo que ni eso, y el ángel que se rebeló y porque quería ser como Dios, "escalaré los cielos; elevaré mi trono por encima de las estrellas de Dios; me sentaré en el monte de la divina asamblea, en el confín del septentrión escalaré las cimas de las nubes, seré semejante al Altísimo”estoy seguro debía de tener ADN español, vamos, que visto lo visto, cada día tengo más claro, que sí.
Pero el gran problema del federalismo está en su misma concepción, que tan mal nos fue con la Primera República. Un estado federal está compuesto por una serie de naciones, o estados, que de común acuerdo se unen para unos intereses comunes. En España, bastaría el pataleo de ciertos gobernantes, porque no se hace lo que ellos quieren, para volver a la población contra esa unión, y como esta es libre, tardarían poco en pedir la secesión. Alemania luchó para reincorporar a la Alemania Oriental, pese a que su territorio tenía el diseño político, desde hacía no demasiados años. Aquí en España, si bien, de hecho, se tiene un estado federal, de derecho no puede tenerse, ya que la integridad histórica como sentimiento unitario, se remonta incluso a antes de los romanos, como puede verse en el apoyo de diversos pueblos a Viriato, frente al que creían ajeno, extranjero. Este sentimiento, pese a las particiones continuas, con la llegada de los diversos grupos bárbaros, suevos, alanos e incluso del territorio bizantino en el sureste, en la época de los godos, o los diversos reinos cristianos y de taifas, en siglos posteriores, siempre, tras las particiones, había un sentimiento de pertenencia a un territorio común, que se culminó con la unión de Castilla y Aragón por el matrimonio de los Reyes Católicos. Pero en el español se da una contradicción interna, una lucha interior, que pese a constituir la nación europea, más antigua en su formación política, el ánimo del español se debate entre el sentimiento de formar parte de un territorio común, y el querer ser independientes, porque mi región y hasta mi pueblo, es “más que la otra”. En ninguna parte se permitiría quemar una bandera de la nación, ni silbar en un acto público su himno, sin graves consecuencias para los que lo hicieran. Sólo aquí, porque, pese a sentirnos uno, el respeto por lo que es patrimonio de todos, por nuestro individualismo, nos hace mirar hacia otro lado. Pero sólo aparentemente, porque las manifestaciones de superioridad de los demás aunque no mostremos nuestra disconformidad momentánea, porque le daríamos más argumentos para afirmarla al otro, nos la guardamos, y el ¡te vas a enterar¡ ¡Ya me necesitarás para algo¡ es un pensamiento, que día a día va creciendo, porque que yo sepa todos podrían poner en su escudo de familia, el lema: Por encima de mí sólo Dios. Y hasta presumo que ni eso, y el ángel que se rebeló y porque quería ser como Dios, "escalaré los cielos; elevaré mi trono por encima de las estrellas de Dios; me sentaré en el monte de la divina asamblea, en el confín del septentrión escalaré las cimas de las nubes, seré semejante al Altísimo”estoy seguro debía de tener ADN español, vamos, que visto lo visto, cada día tengo más claro, que sí.
Lo mismo le pasó y le pasa a Cuba. El GRAN OMBLIGO DEL MUNDO. Tienen todos los derechos del mundo, de este y del futuro, pero ninguno trabaja para mantenerlo; SOLO SE LO EXIGEN NA LOS DEMÁS. Todo muy bonito.
RépondreSupprimerCubanos protagonistas.(Que me perdone el off-topic el redactor de este blog),pero esta es la continuación de una vieja conversación.Osea,antes que nada tener en cuenta que hablamos de un pais tercer mundista de tan solo 11 millones de habitantes.Creo que para muchos cubanos,libres de complejo de inferioridad nuestro protagonismop es creciente.Es un estar,en esto y en lo otro,como se diría en la isla.Un formar parte de la vanguardia,donde menos se espera:
RépondreSupprimer"La reina Isabel II de Reino Unido incluyó en su lista de honor de 2014 al reconocido bailarín cubano Carlos Acosta por sus aportes al ballet, informó en días pasados la Casa Real Británica.
En su tradicional lista de año nuevo, la monarca condecoró a este artista invitado del Royal Ballet de Londres como Comendador de la Excelentísima Orden del Imperio Británico."
muy cierto, pero una golondrina no hace verano...
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