Por Lincoln Díaz-Balart
Entre los crímenes más crueles que ha cometido la anti-Cuba de los Castro contra los cubanos, sobresale el robo de su historia. Ha habido miles de otros crímenes. Continúan hasta el día de hoy. En algunas formas los crímenes de los Castro están creciendo en intensidad, en violencia y en vulgaridad contra los cubanos. Mujeres desarmadas están siendo golpeadas, escupidas, insultadas. Todos estos son síntomas de la mentalidad de “bunker” de los Castro. Saben que ya sólo inspiran repulsión en el pueblo. Por lo tanto, incrementan su vulgar y violenta represión contra los cubanos. Hay que recordar que los hermanos Castro son mellizos siameses. Uno no puedo vivir sin el otro. Fidel Castro ha podido prolongar su régimen unos años tras la enfermedad que lo dejó casi inmóvil convirtiendo a Raúl Castro en el tirano en funciones.
Pero, sin duda alguna, el robo de su historia está entre los peores crímenes de la anti-Cuba. Como escribió Rafael Díaz-Balart, Fidel Castro no se ha limitado a destruir a una de las naciones más prósperas y felices del continente americano, sino que ha tergiversado la historia en un esfuerzo por demostrar que lo que destruyó valía la pena destruirlo. Comenzó por atribuirle actitudes totalitarias a José Martí, queriendo confundirle con el gobernador militar de la colonia española, el "carnicero" Valeriano Weyler, a cuyas órdenes combatió contra los cubanos el padre del tirano, Ángel Castro. El autócrata de características totalitarias fue Weyler, no Martí; el inventor de los campos de concentración fue Weyler, no Martí. Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano precisamente para dotar al esfuerzo independentista de una dirección política por encima de las estructuras militares. En la guerra, ese partido, como es natural, era el único y al darle categoría de partido político, Martí señaló el sendero de la democracia, para que hubiera unidad -no uniformidad- en el combate y echar las bases del pluralismo democrático en la paz.
De igual forma, los Castro no se han cansado de calumniar a la República, que desde 1902 a 1958 logró situar a Cuba en los más altos niveles de desarrollo económico y justicia social. Es verdad que hubo trágicos y condenables errores en ese período, como los asesinatos de Quintín Banderas, Pelayo Cuervo y otros patriotas, la incomprensión y violación de las reglas del juego de la democracia, y, sobre todo, el no haber extirpado el foco violento de la Sierra Maestra en sus inicios, cuando era posible hacerlo, antes de que múltiples factores lo hicieran imposible. Pero la República alcanzó extraordinarios logros mucho antes que otras naciones más antiguas. Y aún con todos sus errores juntos, los errores de la República resultaron insignificantes ante la innumerable nómina de infamias, destrucción, confiscaciones, incapacidad, torturas, miserias y muertes de este sistema brutal e infrahumano que se autocalifica como revolución, una palabra y un concepto, como también solía repetir Rafael Díaz-Balart, que será saludable enterrar para siempre en la Cuba libre.
Entre los crímenes más crueles que ha cometido la anti-Cuba de los Castro contra los cubanos, sobresale el robo de su historia. Ha habido miles de otros crímenes. Continúan hasta el día de hoy. En algunas formas los crímenes de los Castro están creciendo en intensidad, en violencia y en vulgaridad contra los cubanos. Mujeres desarmadas están siendo golpeadas, escupidas, insultadas. Todos estos son síntomas de la mentalidad de “bunker” de los Castro. Saben que ya sólo inspiran repulsión en el pueblo. Por lo tanto, incrementan su vulgar y violenta represión contra los cubanos. Hay que recordar que los hermanos Castro son mellizos siameses. Uno no puedo vivir sin el otro. Fidel Castro ha podido prolongar su régimen unos años tras la enfermedad que lo dejó casi inmóvil convirtiendo a Raúl Castro en el tirano en funciones.
Pero, sin duda alguna, el robo de su historia está entre los peores crímenes de la anti-Cuba. Como escribió Rafael Díaz-Balart, Fidel Castro no se ha limitado a destruir a una de las naciones más prósperas y felices del continente americano, sino que ha tergiversado la historia en un esfuerzo por demostrar que lo que destruyó valía la pena destruirlo. Comenzó por atribuirle actitudes totalitarias a José Martí, queriendo confundirle con el gobernador militar de la colonia española, el "carnicero" Valeriano Weyler, a cuyas órdenes combatió contra los cubanos el padre del tirano, Ángel Castro. El autócrata de características totalitarias fue Weyler, no Martí; el inventor de los campos de concentración fue Weyler, no Martí. Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano precisamente para dotar al esfuerzo independentista de una dirección política por encima de las estructuras militares. En la guerra, ese partido, como es natural, era el único y al darle categoría de partido político, Martí señaló el sendero de la democracia, para que hubiera unidad -no uniformidad- en el combate y echar las bases del pluralismo democrático en la paz.
De igual forma, los Castro no se han cansado de calumniar a la República, que desde 1902 a 1958 logró situar a Cuba en los más altos niveles de desarrollo económico y justicia social. Es verdad que hubo trágicos y condenables errores en ese período, como los asesinatos de Quintín Banderas, Pelayo Cuervo y otros patriotas, la incomprensión y violación de las reglas del juego de la democracia, y, sobre todo, el no haber extirpado el foco violento de la Sierra Maestra en sus inicios, cuando era posible hacerlo, antes de que múltiples factores lo hicieran imposible. Pero la República alcanzó extraordinarios logros mucho antes que otras naciones más antiguas. Y aún con todos sus errores juntos, los errores de la República resultaron insignificantes ante la innumerable nómina de infamias, destrucción, confiscaciones, incapacidad, torturas, miserias y muertes de este sistema brutal e infrahumano que se autocalifica como revolución, una palabra y un concepto, como también solía repetir Rafael Díaz-Balart, que será saludable enterrar para siempre en la Cuba libre.
Según tengo entendido, EUA ponia a dedo a los dirigentes de la isla hasta la revolución de 1959 para poder sus empresas instalarse libremente en Cuba con toda facilidad.
RépondreSupprimerCierto es que los Castro la han llevado a la pobreza, pero en parte también es culpa del bloqueo de Estados Unidos, si comprara y dejara comprar a otros países el poder adquisitivo de los cubanos y producción en la isla se vería, seguramente, incrementado...
La independencia de Cuba no fue una realidad en 1902. Los cubanos no fueron capaces de administrar correctamente el país, conclusión: dictadura castrista. Con respecto al bloqueo o embargo, le remito a la entrada del blog donde lo explica: http://referendumparacubaya.blogspot.fr/2012/08/deshaciendo-mentiras-el-embargo.html Saludos!
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