Aquí unos apuntes sobre Quintin Banderas, negro que llegó a general en el Ejercito mambí, de muy baja extraccion, analfabeto y "fañoso" (defecto del habla) debió en verdad ser muy arrojado y valiente para alcanzar estos grados, tuvo un final tragico a manos de sus antiguos camaradas de armas en 1906:
José Quintín Banderas Betancourt era hijo de negros libertos. Nació en Santiago de Cuba el 10 de enero de 1833. Con solo 11 años comenzó una vida llena de aventuras al colarse en un vapor que navegaba a España. donde al final lo cogieron como como grumete. Se enroló de marinero en otros barcos y regresó a su ciudad natal en 1847.
Se dice que presenció en La Habana la ejecucion de Narciso Lopez, ex militar español nacido en Venezuela, quien comandó una expedicion filibustera en 1853 patrocinada por los estados del Sur de norteamerica con el objetivo de anexar a Cuba, y diseñador de la actual bandera cubana. Se alzó contra España en la guerra de 1868-78, el 1º de diciembre de 1868 en Palma Soriano con la tropa mambisa de Donato Mármol. En 1870 ya era alférez, en 1872 teniente, en 1873 capitán, Antonio Maceo lo ascendió a teniente coronel en 1878 y le encomendó la jefatura del regimiento de infantería Santiago (conocido como Infantería de Cambute). Estuvo en la Protesta de Baraguá. Despues del Pacto del Zanjón se presentó al general español Francisco Ochande, y se dice que rechazó el dinero de la paga estipulada para los insurrectos presentados.
Se alzó de nuevo en la llamada Guerra Chiquita, en 1879 (duró 6 meses esta rebelion) y por esto cumplió prision en España en Chafarinas y Mahon (6 años).
En 1895 ya bastante mayor se alza de nuevo contra España, siempre comandando la infanteria oriental participa en la Invasion de Occidente, por lo que es ascendido a General de Division, pero en Pinar del Rio (extremo occidental de Cuba) sufre una reprimenda de Maceo por un incumplimineto de ordenes durante el combate de Galope, y este lo envía de vuelta a Oriente. Se ve que tenia problemas de disciplina porque meses más tarde, es destituido por el General en Jefe Maximo Gómez, ante denuncias de "inmoralidades" (de faldas), que le valieron, además, consejo de guerra, y, por sanción de éste, rebajado en su graduación militar de general de división. Se ve que era bastante mujeriego, a su ultima esposa y viuda le llevaba mas de 40 años, algunos dicen que tuvo una esposa blanca, española ella, pero no he podido comprobarlo. Tambien se ve que tuvo muchas rencillas con Guillermon Moncada, otro general negro de los insurrectos, en la manigua y hasta en prision era manifiesta su animadversion. Terminó la guerra en en excedencia del servicio.
Se le achacan crueldades contra los prisioneros: al finalizar cada combate, les preguntaba a los enemigos capturados su nombre, cuando respondian, les decía simplemente: “Te ñamabas” (recordar que era fañoso), y ordenaba ejecutarlo en el acto. Esto, leyenda o no, quedó como un dicho popular, y aun hoy perdura aun en Cuba.
Cuando licenciaron al Ejército Libertador, Quintín al estar degradado no le consideraron el grado de general y su pensión fue ínfima. Con casi 70 años, 30 de ellos dedicados a la independencia de Cuba, y una
familia que mantener, se vio en una mala situacion económica. Tuvo un puesto en los servicios de Recogida de Basura de la capital cubana, algunos historiadores dicen que esto fue una humillación, pero conociendo como funcionaba aquella Republica, bien pudiera ser una prebenda, una "botella" como le llamaban, es decir, cobraba como funcionario pero no trabajaba en al realidad (esta es mi opinion particular). Una firma jabonera (propiedad del industrial Ramón Crusellas) le ofreció trabajo como "imagen corporativa", ya que se suponía que al ser la mayoria de las lavanderas negras y mulatas, sentirian simpatia por le general negro. Su efigie recorrió la República en propagandas del jabón Candado.
Quintín era analfabeto, siempre firmó con tres puntos sus cartas y documentos y al cesar la dominación española continuó haciéndolo. Ingresó a la masonería en una logia mambisa en la manigua. Ya en la Republica, residente en La Habana, solicitó seguir militando en esa asociación pero recibió las “siete bolas negras” (símbolo de la no aceptación) por parte de sus “hermanos”, algunos dicen que tuvo que ver el color de su piel.
Cuando en 1906 Tomás Estrada Palma fué reelegido como presidente, sus rivales liberales lo acusaron de fraude, y siguiendo la tradicion de violencia politica de la Isla, realizaron el correspondiente alzamiento. Veteranos mambises, se levantaron contra el régimen de otros veteranos mambises. Quintín, ya con 72 años, quiza resentido por el abandono en que lo tuvo el gobierno de Estrada Plama, se levantó contra este. Despues de algunas escaramuzas se refugió en la finca El Garro, entre Arroyo Arenas y El Cano (La Habana), propiedad de Manuel Silveira, un simpatizante de los sublevados. A traves de este envió una carta solicitando un salvoconducto al Gobierno, como solian hacer muchos insurrectos cuando luchaban contra España.
Pero se ve que sus antiguos compañeros de armas no eran tan dispuestos a negociar perdones e indultos como la Madre Patria:
Según testimonio de Loynaz del Castillo, recogido por el historiador Basilio Espinosa Morejón, el viejo mambí consideraba fracasada la sublevación y quería marchar al extranjero. “Silveira llevó la carta a Palacio, pero el presidente Estrada Palma, en vez de darle el salvoconducto, dijo que había que hacer un escarmiento y se le dio órdenes al general en jefe de las fuerzas, Alejandro Rodríguez, que se hallaba allí, que mandara hombres a coparlo”.
Entretanto, en la hacienda de Silveira, Evaristo Estenoz (este debe ser el mismo que años depues protagonizó el alzamiento del Partido Indepediente de Color) y Desiderio Piloto, los ayudantes del general Quintín, insistían en abandonar el lugar, pero el combatiente de las tres guerras de independencia no quiso irse de allí, pues estaba esperando respuesta a su solicitud. Se ve que estos ayudantes se marcharon y el veterano mambí se quedó solo con dos soldados de su escolta.
Guiados por un trabajador de la finca, las fuerzas del Gobierno rodearon el sitio. Años después, el periodista Manuel Cuéllar Vizcaíno, describiría este momento: “Los soldados que se habían adelantado al capitán Ignacio Delgado a cierta distancia, se detuvieron ante Quintín, ... el viejo les dijo sonriente: ‘¡Esto se acabó ya, muchachos! ¡Yo sabía que ustedes venían a buscarme con el papel del gobierno!’ (refiriendose al esperado salvoconducto para abandonar el pais). En lugar de eso lo mataron a tiros y machetazos al igual que a los dos partidarios que habían apresado. Luego dispararon infinidad de tiros al aire para simular un combate.
Su cadáver estuvo expuesto al público como si fuera un delincuente. Los soldados se negaron a entregar los restos del viejo soldado mambí a Virginia Zuaznábar, su viuda. Según le comunicaron a ella "el señor presidente ha ordenado que no se le pongan flores y se le entierre en una fosa común". En un carromato sucio y destartalado de cargar carbón lo llevaron al Cementerio de Colón en la capital.
Un cura rescató sus restos y los depositó en la tumba que supuestamente reservaba para sí. "Aquí yace Felipe Augusto Caballero (nombre del cura), fallecido el 23 de agosto de 1906", decía la inscripción apócrifa. Diez años después, ya gobernando los liberales de José Miguel Gómez, otro general mambí, en la misma necrópolis se le construyó un panteón. Por una malvada ironía del destino, la batería de artilleros que le rindió homenaje durante su exhumación estaba capitaneada por Ignacio Delgado, su asesino.
José Quintín Banderas Betancourt era hijo de negros libertos. Nació en Santiago de Cuba el 10 de enero de 1833. Con solo 11 años comenzó una vida llena de aventuras al colarse en un vapor que navegaba a España. donde al final lo cogieron como como grumete. Se enroló de marinero en otros barcos y regresó a su ciudad natal en 1847.
Se dice que presenció en La Habana la ejecucion de Narciso Lopez, ex militar español nacido en Venezuela, quien comandó una expedicion filibustera en 1853 patrocinada por los estados del Sur de norteamerica con el objetivo de anexar a Cuba, y diseñador de la actual bandera cubana. Se alzó contra España en la guerra de 1868-78, el 1º de diciembre de 1868 en Palma Soriano con la tropa mambisa de Donato Mármol. En 1870 ya era alférez, en 1872 teniente, en 1873 capitán, Antonio Maceo lo ascendió a teniente coronel en 1878 y le encomendó la jefatura del regimiento de infantería Santiago (conocido como Infantería de Cambute). Estuvo en la Protesta de Baraguá. Despues del Pacto del Zanjón se presentó al general español Francisco Ochande, y se dice que rechazó el dinero de la paga estipulada para los insurrectos presentados.
Se alzó de nuevo en la llamada Guerra Chiquita, en 1879 (duró 6 meses esta rebelion) y por esto cumplió prision en España en Chafarinas y Mahon (6 años).
En 1895 ya bastante mayor se alza de nuevo contra España, siempre comandando la infanteria oriental participa en la Invasion de Occidente, por lo que es ascendido a General de Division, pero en Pinar del Rio (extremo occidental de Cuba) sufre una reprimenda de Maceo por un incumplimineto de ordenes durante el combate de Galope, y este lo envía de vuelta a Oriente. Se ve que tenia problemas de disciplina porque meses más tarde, es destituido por el General en Jefe Maximo Gómez, ante denuncias de "inmoralidades" (de faldas), que le valieron, además, consejo de guerra, y, por sanción de éste, rebajado en su graduación militar de general de división. Se ve que era bastante mujeriego, a su ultima esposa y viuda le llevaba mas de 40 años, algunos dicen que tuvo una esposa blanca, española ella, pero no he podido comprobarlo. Tambien se ve que tuvo muchas rencillas con Guillermon Moncada, otro general negro de los insurrectos, en la manigua y hasta en prision era manifiesta su animadversion. Terminó la guerra en en excedencia del servicio.
Se le achacan crueldades contra los prisioneros: al finalizar cada combate, les preguntaba a los enemigos capturados su nombre, cuando respondian, les decía simplemente: “Te ñamabas” (recordar que era fañoso), y ordenaba ejecutarlo en el acto. Esto, leyenda o no, quedó como un dicho popular, y aun hoy perdura aun en Cuba.
Cuando licenciaron al Ejército Libertador, Quintín al estar degradado no le consideraron el grado de general y su pensión fue ínfima. Con casi 70 años, 30 de ellos dedicados a la independencia de Cuba, y una
familia que mantener, se vio en una mala situacion económica. Tuvo un puesto en los servicios de Recogida de Basura de la capital cubana, algunos historiadores dicen que esto fue una humillación, pero conociendo como funcionaba aquella Republica, bien pudiera ser una prebenda, una "botella" como le llamaban, es decir, cobraba como funcionario pero no trabajaba en al realidad (esta es mi opinion particular). Una firma jabonera (propiedad del industrial Ramón Crusellas) le ofreció trabajo como "imagen corporativa", ya que se suponía que al ser la mayoria de las lavanderas negras y mulatas, sentirian simpatia por le general negro. Su efigie recorrió la República en propagandas del jabón Candado.
Quintín era analfabeto, siempre firmó con tres puntos sus cartas y documentos y al cesar la dominación española continuó haciéndolo. Ingresó a la masonería en una logia mambisa en la manigua. Ya en la Republica, residente en La Habana, solicitó seguir militando en esa asociación pero recibió las “siete bolas negras” (símbolo de la no aceptación) por parte de sus “hermanos”, algunos dicen que tuvo que ver el color de su piel.
Cuando en 1906 Tomás Estrada Palma fué reelegido como presidente, sus rivales liberales lo acusaron de fraude, y siguiendo la tradicion de violencia politica de la Isla, realizaron el correspondiente alzamiento. Veteranos mambises, se levantaron contra el régimen de otros veteranos mambises. Quintín, ya con 72 años, quiza resentido por el abandono en que lo tuvo el gobierno de Estrada Plama, se levantó contra este. Despues de algunas escaramuzas se refugió en la finca El Garro, entre Arroyo Arenas y El Cano (La Habana), propiedad de Manuel Silveira, un simpatizante de los sublevados. A traves de este envió una carta solicitando un salvoconducto al Gobierno, como solian hacer muchos insurrectos cuando luchaban contra España.
Pero se ve que sus antiguos compañeros de armas no eran tan dispuestos a negociar perdones e indultos como la Madre Patria:
Según testimonio de Loynaz del Castillo, recogido por el historiador Basilio Espinosa Morejón, el viejo mambí consideraba fracasada la sublevación y quería marchar al extranjero. “Silveira llevó la carta a Palacio, pero el presidente Estrada Palma, en vez de darle el salvoconducto, dijo que había que hacer un escarmiento y se le dio órdenes al general en jefe de las fuerzas, Alejandro Rodríguez, que se hallaba allí, que mandara hombres a coparlo”.
Entretanto, en la hacienda de Silveira, Evaristo Estenoz (este debe ser el mismo que años depues protagonizó el alzamiento del Partido Indepediente de Color) y Desiderio Piloto, los ayudantes del general Quintín, insistían en abandonar el lugar, pero el combatiente de las tres guerras de independencia no quiso irse de allí, pues estaba esperando respuesta a su solicitud. Se ve que estos ayudantes se marcharon y el veterano mambí se quedó solo con dos soldados de su escolta.
Guiados por un trabajador de la finca, las fuerzas del Gobierno rodearon el sitio. Años después, el periodista Manuel Cuéllar Vizcaíno, describiría este momento: “Los soldados que se habían adelantado al capitán Ignacio Delgado a cierta distancia, se detuvieron ante Quintín, ... el viejo les dijo sonriente: ‘¡Esto se acabó ya, muchachos! ¡Yo sabía que ustedes venían a buscarme con el papel del gobierno!’ (refiriendose al esperado salvoconducto para abandonar el pais). En lugar de eso lo mataron a tiros y machetazos al igual que a los dos partidarios que habían apresado. Luego dispararon infinidad de tiros al aire para simular un combate.
Su cadáver estuvo expuesto al público como si fuera un delincuente. Los soldados se negaron a entregar los restos del viejo soldado mambí a Virginia Zuaznábar, su viuda. Según le comunicaron a ella "el señor presidente ha ordenado que no se le pongan flores y se le entierre en una fosa común". En un carromato sucio y destartalado de cargar carbón lo llevaron al Cementerio de Colón en la capital.
Un cura rescató sus restos y los depositó en la tumba que supuestamente reservaba para sí. "Aquí yace Felipe Augusto Caballero (nombre del cura), fallecido el 23 de agosto de 1906", decía la inscripción apócrifa. Diez años después, ya gobernando los liberales de José Miguel Gómez, otro general mambí, en la misma necrópolis se le construyó un panteón. Por una malvada ironía del destino, la batería de artilleros que le rindió homenaje durante su exhumación estaba capitaneada por Ignacio Delgado, su asesino.
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