A nuestras manos ha llegado este
brillante ensayo del catedrático
Francisco J. González Sosa. Pensamos que los nombres de Puerto Rico y Cuba
podrían intercambiarse sin muchas dificultades. Después de todo, como dice la
canción “Cuba y Puerto Rico son de un
pájaro las dos alas”. Por su importancia dentro de la campaña de información que
estamos llevando a cabo en nuestra asociación a favor de esta idea, vamos a compartirla con nuestros
lectores a partir de hoy en seis partes. La segunda: LAS ALTERNATIVAS DESCOLONIZADORAS TRADICIONALES
II. Las
alternativas descolonizadoras tradicionales
El estatus
actual de Puerto Rico, el Estado Libre Asociado (ELA) o “Commonwealth”, surge
en 1952 de una convergencia de intereses: por un lado, de la nueva generación
de líderes puertorriqueños que deseaban reformas pragmáticas que otorgasen
mayores poderes de autogobierno local con el propósito de mejorar la situación socio-económica
del país; y por otro, el deseo del Congreso y de la administración del Presidente
Truman de proteger la permanencia de las instalaciones militares y de las
propiedades de inversionistas norteamericanos en la isla. Por consiguiente, los
poderes otorgados por Washington al gobierno local resultan ser más bien
reflejos de las prioridades existentes en la década del 1940 al 1950 y no
representan el máximo grado de autonomía posible bajo la Constitución
estadounidense. Mas aún, en los mas de cuarenta años desde su creación, el
E.L.A. ha sufrido cambios en las premisas que validaron su origen: entre estos,
vale destacar la transformación de la economía de Puerto Rico, reduciéndose la
importancia del sector agrícola en respuesta del crecimiento de la manufactura
y de los servicios profesionales; y el fin de la Guerra Fría entre los EE UU y El
Estado Libre Asociado, creado en virtud del Public Law 600 en el propuesto
plebiscito. Sin un sólido respaldo de amplios sectores en el Congreso (que
tiene la última palabra sobre un cambio en el estatus independientemente de
cuál opción resulte ganadora en un plebiscito), sumado al creciente poder del
elemento conservador dentro Partido Republicano y en la sociedad norteamericana
en general, la estadidad para Puerto Rico no es viable ahora ni en un futuro
cercano.
Por último, los proponentes de la independencia no han logrado crear
un movimiento político de masas que apoye esta alternativa. Las diferencias
ideológicas y de estrategias, sumado a choques de personalidad, han fragmentado
el sector independentista. Sin embargo, el rechazo de la independencia por la
mayoría del electorado puertorriqueño en todos los plebiscitos efectuados hasta
la fecha parece ser más bien reflejo del temor al descalabro económico e
inestabilidad política que surgirían en la isla una vez retirada la presencia
estadounidense. Es decir, el puertorriqueño contempla su entorno caribeño y por
analogía concluye que Puerto Rico no puede existir como una republica
independiente al mismo tiempo que se mantiene la presente estabilidad política
y (comparado con el resto de América Latina y el Caribe) relativamente alto
desarrollo económico de la isla.
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El Partido Independentistas Puertorriqueño (PIP) |
Una conclusión lógica partiendo de la
problemática presentada por cada una de las alternativas presentadas es que el
estatus final de Puerto Rico tiene que llenar los siguientes requisitos:
primero, para que cuente con el apoyo de la mayoría de los puertorriqueños,
debe de asegurarse tanto el respeto y preservación de la identidad cultural
nacional, al igual que garantizar un nivel de desarrollo económico comparable
al obtenido bajo el régimen actual; segundo, que el nuevo estatus sea uno
basado en principios democráticos que faculten al pueblo puertorriqueño para
que participe directamente en la elaboración y aprobación de toda medida legislativa que le afecte; y tercero, que se salvaguarden aquellas
prerrogativas e intereses que el gobierno estadounidense considere esenciales
(como, por ejemplo, acceso a bases militares y facilidades para combatir el
narcotráfico), para lograr así el consentimiento y cooperación de EE UU en este
proceso descolonizador. Los parámetros arriba establecidos pueden acomodarse a
varias formulas políticas, pero no por sí solos definen el universo de posibles
alternativas descolonizadoras que logren la soberanía para Puerto Rico: el
clima internacional permeará las discusiones en torno al estatus e influenciará
el curso de los acontecimientos tanto en la isla como en la metrópolis
estadounidense.
DESCOLONIZANDO A PUERTO
RICO EN EL SIGLO XXI: LA OPCIÓN ESPAÑOLA
Por Francisco J. González Sosa
Sin embargo, el rechazo de la independencia por la mayoría del electorado cubano en todos los plebiscitos efectuados hasta la fecha parece ser más bien reflejo del temor al descalabro económico e inestabilidad política que surgirían en la isla una vez retirada la presencia castrista.
RépondreSupprimerTambién concuerdo plenamente con las conclusiones:
1. Plebiscito
2. Participación popular
3. Acuerdo de los Estados Unidos
Seguramente quiso decir: "por la mayoría del electorado puertorriqueño..."
RépondreSupprimerEs que me parece que donde dice PR ser puede poner Cuba...
RépondreSupprimer:)
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