lundi 12 novembre 2012

Los cubanos en EE.UU. se inclinan hacia los demócratas

Por ARIAN CAMPO-FLORES

MIAMI—Al igual que muchos cubano-estadounidenses aquí, Mark Blanco dice que se crió en una familia estrictamente republicana que veneraba a Ronald Reagan y votaba consistentemente en cada elección por los candidatos del Partido Republicano.

Por eso es que su abuelo se enfureció cuando Blanco le dijo que votaría por el presidente Barack Obama el día de la elección. "Se acaloró y se puso colorado", cuenta Blanco, de 33 años. "Él piensa que Obama es socialista".

El presidente obtuvo 48% del voto cubano-estadounidense en Florida, un récord para un demócrata, frente al 52% del republicano Mitt Romney, según una encuesta a boca de urna realizada por Bendixen & Amandi International, una firma encuestadora hispana que trabajó con la campaña de Obama.

La cifra está respaldada por una encuesta a boca de urna de medios de comunicación que mostraron que el presidente ganó 49% del voto cubano-estadounidense en el estado.

Se trata de un sorprendente acontecimiento, dado el tradicionalmente firme apoyo de los cubano-estadounidenses al Partido Republicano, que podría ayudar a reformar la política de Estados Unidos hacia Cuba.

Gracias al abrumador apoyo entre los votantes hispanos no cubanos de Florida, que forman una porción cada vez más grande del electorado, Obama obtuvo 61% del voto latino en el estado, frente a 39% para Romney, superando el margen conseguido en 2008 por siete puntos porcentuales. En conjunto, ambas tendencias están acelerando un realineamiento del voto hispano en el estado, de sólidamente republicano a demócrata en la actualidad, dicen los analistas.

"El presidente ha abierto con éxito la cerradura en Florida", señala Fernand Amandi, socio gerente de la firma encuestadora.

Algunos republicanos niegan que haya un cambio en la opinión política entre los cubano-estadounidenses. "Vengo leyendo sobre este llamado cambio desde hace 30 años", dice el representante Mario Díaz-Balart, un republicano cubano-estadounidense de Miami. "La comunidad no ha cambiado". Como evidencia, señala el hecho de que los votantes cubano-estadounidenses siguen reeligiendo a él y a la representante Ileana Ros-Lehtinen, también republicana de Miami.

Sin embargo, los votantes acaban de elegir para el Congreso al primer cubano-estadounidense demócrata de Florida: Joe García, un ex integrante del gobierno de Obama, que derrotó al representante actual, el republicano David Rivera.

Varios factores explican los aparentes cambios en la comunidad cubano-estadounidense, sostiene Andy Gómez, investigador del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Estadounidenses de la Universidad de Miami. La vieja generación de exiliados cubanos que huyó del gobierno de Fidel Castro en las décadas de los 50 y 60 y era conservadora está muriendo. Está siendo reemplazada por una generación más joven nacida en EE.UU. que tiende a ser más progresista y por inmigrantes más recientes que llegan principalmente por motivos económicos, dice Gómez.

Ambos grupos tienden a preocuparse menos por la política de EE.UU. hacia Cuba —un tema que los candidatos presidenciales suelen aprovechar cuando hacen campaña en Miami— y más por asuntos como la salud y la educación, opina.

La encuesta a boca de urna de Bendixen & Amandi encontró que Obama un 60% de los cubano-estadounidenses nacidos en EE.UU, votó por Obama y un 40% lo hizo por Mitt Romney. Entre los cubanos nacidos en la isla, Romney se impuso por 55% contra 45%.

Cuando Blanco, el elector de Obama, se inscribió por primera vez para votar, en 1998, lo hizo como republicano. "Había sido educado de esa forma", dice. Pero pronto, añade, "me di cuenta de que no era la mejor decisión para mí".

Sus posturas en los temas valóricos, como el apoyo al matrimonio entre homosexuales y el derecho al aborto, lo hacían sentirse incómodo en el Partido Republicano, dijo. Poco después de las elecciones de 2000, en las que votó por el demócrata Al Gore, se registró como independiente. Este año, cambió a demócrata.

El cambio de parecer en la comunidad cubano-estadounidense podría allanar el camino para cambios en la política de EE.UU. hacia Cuba, sostiene Geoff Thale, director del programa de Washington Office on Latin America, una organización sin fines de lucro que se opone al embargo comercial de EE.UU. contra Cuba.

Aunque Obama tomó medidas para mejorar las relaciones con Cuba a poco de asumir el cargo —tales como relajar las restricciones a los viajes y remesas a la isla—, la relación se agrió luego de que el gobierno cubano encarcelara a un subcontratista estadounidense, Alan Gross, en 2009.

Si los dos gobiernos llegan a un acuerdo para la liberación de Gross, Obama podría buscar nuevas aperturas en relación con la isla, tal vez distendiendo todavía más las restricciones a los viajes, opina Thale. Y teniendo en cuenta la evolución de la opinión política de los cubano-estadounidenses, "el presidente tiene más flexibilidad que la que él o sus asesores políticos podrían haber imaginado", añade.

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