Otro interesante artículo desde Cuba
Rayko Macías, para EEC
El programa de sustitución de importaciones no ha podido despojarse del slogan. Su dinámica se tuerce entre los números, las palabras y las necesidades de la nación. Parece mas asunto de entusiasmo o frase de moda.
Según los entendidos, la clave de la estrategia está en ahorrar recursos para producir y evitar inversiones costosas.
Visto así, no existe una real noción del aporte. Solo se sabe que anda aún en pañales. Lo dice una realidad que mantiene al país de rodillas y a expensas de los incrementos de precios en el mercado externo.
Lo más visible ocurre en la agricultura, rama sobre la cual descansa más del ochenta por ciento de las cerca de veinte líneas inscriptas en el programa de la provincia. Aunque los ejemplos son varios, bastarían para ilustrar dos renglones vitales: el frijol y la leche.
En el primer lugar, los agricultores embarcaron al país, que confió en los compromisos de cubrir toda la demanda de la canasta básica del grano lo cual llevó a reducir las compras en el exterior. A la larga, los productores no tradujeron en granos sus palabras al lograr apenas un 30 por ciento de esa exigencia con un negativo impacto en la distribución.
En cuanto la leche, pese a las millonarias cifras producidas, a la sustitución de importaciones corresponde una ínfima parte, sin desestimar que los cumplimientos del líquido no han logrado que se incremente su consumo más allá de los destinos que hace años están definidos.
Otro manto falsea el efecto del programa. En la pasada campaña de cebolla desde lugares distantes más de un trasporte retornó con pocas cantidades del bulbo hacia la industria. Lo mismo sucede con otros surtidos.¿Qué se ahorra en realidad si lo procesado en fábrica no compensa el inútil gasto de combustible, piezas, tiempo?. Dejemos las cuentas a los economistas y matemáticos. A usted, el análisis lógico.
El concepto no puede ser producir solo para cubrir la canasta básica, que como se conoce, no cubre ni la tercera parte de la real demanda de alimentación.
No existe tampoco una suficiente garantía de materia prima para respaldar esas producciones, lo cual genera desvíos, incumplimientos de contratos.
El programa, además, ha estado minado de incongruencias informativas.
También de falta de discusión entre los colectivos de trabajadores que ven la sustitución como un asunto de jefes y de informes y desconocen su protagonismo en el proceso.
¿Hasta dónde la sustitución de importaciones puede echar raíces? La realidad dice que la distancia es de años. Con la falta de seriedad, la incapacidad e ineficiencia mostrada por la agricultura cubana para sostener el país en más de 50 años, resulta más difícil aún. Tampoco puede aspirarse a un salto espectacular cuando los más elementales planes agrícolas, se incumplen.
El horizonte puede complicarse en Sancti Spíritus, inmerso en un entramado que cada vez tiende más a la extraterritorialidad de las ramas decisivas de su economía pues las dependencias centrales no radican en el territorio.
Tal realidad pone en entredicho la fortaleza productiva de la provincia a punto de convertirse en una especie de aldea económica, aun cuando los cambios se rijan por necesidades del proceso de actualización de nuestro modelo.
Pero al margen de estructuras, preocupa, más que todo, eliminar del proceso de sustitución de importaciones, su carácter de slogan. Le urge.
RK.
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