“El
presidente de la Juventud Demócrata Cristiana de Suecia, Jens Aron Modig,
insistió el viernes en que no recuerda el accidente en Cuba que les costó la
vida a los disidentes Oswaldo Payá y Harol Cepero Escalante” El Nuevo Herald ,
10/08/2012.
¿Por qué
cuando la gente se desentiende de sus obligaciones en ambos lados del Atlántico
se le echa la culpa a los suecos? ¿Será que como sucede con “la pérfida Albión”
los suecos arrastran por la historia la fama de desentendidos sin merecerlo
verdaderamente? Vamos a ver.
He leído
atentamente sus declaraciones publicadas en el periódico de Miami y sospecho
por su narración que aún no conocemos gran parte de lo sucedido. Primero, porque
aunque diga que “dormitó casi todo el viaje” estaba transitando dentro de Cuba
y cualquiera que lo haya hecho, sabe con absoluta certeza que las carreteras
están en un estado que impide tan plácidas siestas. Segundo, porque la
Seguridad del Estado supo como tratarlo desde el principio. Dos policías lo
escoltaron en su cama de hospital desde que abrió los ojos, más tarde como
sucede en las películas de espionaje, lo secuestraron por la noche para
conducirlo a La Habana y lo mantuvieron cinco días incomunicado en una
dirección desconocida. Durante el trayecto “me dijeron que tenía que bajar la
cabeza” Cuando pudo levantarla se encontraba en una “habitación sin ventanas ni
muebles, sólo una cama” Cuenta el pobre sueco que los interrogatorios duraban
horas o a veces minutos, pero que siempre lo acosaban con las mismas preguntas.
En su conferencia de prensa no habló ni una sola vez de amenazas y es en este
punto donde sospecho que algo muy raro ocurre. Según el periodista, Aron “parece
sentirse seguro y habla con mucho cuidado” ¿A qué le presta tanta atención
Aron? ¿A su perfecto sueco? ¿Al español? ¿Al inglés? No lo creo. Está cagado en
los pantalones el pobre Aron. Quien conoce -como yo los conozco- los interrogatorios de los esbirros de Fidel Castro,
sabe que pueden llegar a ser bastante impresionantes. ¡Vaya Dios a saber con
qué lo amenazaron! La madre, la novia,
el hijo, no importa, pero lo hicieron, de eso no cabe la menor duda. Ya se sabe
que la Revolución tiene las manos muy largas y al que le quepan dudas, les invito
a consultar el artículo titulado “Los sicarios de Fidel Castro” publicado en el
Nuevo Herald el 21 de abril de este año. La inocencia de sus palabras “yo fui
allí con mucho interés a contribuir por una Cuba más libre, pero fui arrestado
e interrogado” prueban con creces en que estaba pecando de ignorancia o
estupidez. En cualquier caso, no se estaba haciendo el sueco sino ¡el suequísimo!
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