lundi 20 août 2012

Poca vergüenza

Picture, Kaihsu Tai (photograph by Kaihsu Tai) Wikipedia. English: The thrones for Elizabeth II as Queen of Canada, and the Duke of Edinburgh (back) in the Canadian Senate, Ottawa (CAN). They are usually occupied by the Governor General and his/her spouse at the Opening of Parliament. The chair in the foreground is for the speaker of the senate.



Al expresidente de Cuba le encanta criticar a los demás. Esto no es una reciente manía provocada por su enfermedad, sino algo consustancial a su manera de ver el mundo.
En una de sus recientes y eclécticas “Reflexiones” la emprende contra el gobierno de Canadá y su primer ministro Stephen J. Harper, nada menos y nada más que para criticar el estatuto institucional su país y por ende, su legitimidad política.
Como se sabe Canadá es una monarquía constitucional. No es un secreto y aparece en todos los documentos oficiales, empezando por la Constitución aprobada por toda la nación. Tal vez el señor Castro lo ha olvidado, pero este régimen, también es compartido por otros países respetadísimos en el mundo como Australia y Nueva Zelandia.
¿Qué significa ser una Monarquía Constitucional? Pues muy sencillo, a pesar de estar representado en las instituciones internacionales, tener su propia bandera, su propio parlamento y su gobierno independiente, Canadá pertenece al Commonwealth, un conjunto de naciones independientes que reconocen a la reina de Inglaterra como su monarca. Dicho en otras palabras, Canadá es una provincia autónoma de Inglaterra.
Este sistema le ha permitido a Canadá alcanzar los altos estándares de desarrollo que conocemos.  Así es que el señor Harper puede sentirse orgulloso de los logros alcanzados por su país sin tener que andar justificándolos sin descanso ¿Acaso el señor Castro podría decir lo mismo de su propio sistema político  supuestamente independiente? Cuando una persona tiene bajo su responsabilidad una nación por más de cincuenta años y sólo ha cosechado fracasos, debería por lo menos, tener la decencia de callarse la boca.
Bajo un régimen semejante, Cuba no estaría donde hoy se encuentra, atrasada, destruida, en ruinas y, no precisamente por culpa del embargo norteamericano como nos quiere hacer creer la propaganda castrocomunista. Los cubanos tienen todavía el derecho de optar por este régimen, que fue aprobado por España para Cuba y Puerto Rico en 1897. El primer gobierno autonómico de Cuba fue traicionado por las por la oligarquías hispano cubanas, más preocupadas por sus cajas de café y sus sacos de azúcar que por el interés nacional. Hoy si los cubanos lo quisieran tendrían la oportunidad de reintegrar el reino de España por plebiscito. Ningún poder podría oponerse si toda la nación expresa claramente este deseo.

ACC, 20 de agosto de 2012

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