Pascual Albanese El Tribuno
La Cuba del Sur, con capital en La Habana, empieza a buscar en Cuba del Norte, con sede en Miami, las inversiones necesarias para su supervivencia. El régimen cubano es consciente de las implicancias negativas de la muerte de Hugo Chávez. Este año tendrá que importar alimentos por 2.000 millones de dólares. El estrangulamiento externo que se cierne sobre la isla tiene una dimensión comparable a la catástrofe que supuso la desaparición de la Unión Soviética.
Los 145 kilómetros que separan a Cuba de la costa de Florida incentivan esa posibilidad. La diplomacia cubana desarrolla una activa política en la comunidad de exiliados de Miami para publicitarlas reformas económicas impulsadas por Raúl Castro y mostrar los beneficios de invertir en la isla.
El cónsul general Llanio González, titular de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington y en ese carácter el máximo diplomático cubano instalado en territorio estadounidense, sostiene que “el país está en un proceso de grandes cambios, no sólo desde el punto de vista de actualización del modelo económico, sino también de lo que se llama la institucionalización. Hay muchas leyes nuevas que se están estudiando. Va a ver una nueva ley de inversión extranjera donde, por supuesto, van a estar incluidos los cubanos”.
En múltiples rondas de reuniones sostenidas con empresarios cubano-estadounidenses, González y el vicecónsul Armando Bencomo explican las características de la apertura económica. Un grupo de exiliados, nucleados en la Alianza Martiana, en referencia al máximo héroe de la independencia cubana, José Martí, difundió inclusive un video con parte de una de las exposiciones del diplomático castrista.
Vivir en dos ciudades
Un aspecto importante de este giro surge de la reforma migratoria que entró en vigencia en enero pasado, que establece una flexibilización en materia de viajes. Hasta entonces, los cubanos residentes en Estados Unidos que deseaban visitar la isla tenían que solicitar una visa por cada viaje. Ahora, las visas otorgadas no tienen fecha de vencimiento. Esa habilitación les permite a los cubanos residentes en el exterior estar en Cuba hasta un máximo de tres meses, pero pueden hacerlo todas las veces que quieran.
Se trata de un sistema de repatriación parcial. González señala que, a partir de las recientes reformas, “muchos cubanos de acá dicen: yo ya tengo cierta edad. Cuba ya no me impide entrar ni salir. Entonces, qué hago yo? Voy a repatriarme, mantengo todos mis derechos igualen Estados Unidos, porque llevo veinte años, y ahora con la repatriación tengo derecho a abrir mi negocio en Cuba y a comprar mi casa en Cuba. Entonces se mantienen en los dos lados. Tienen allá sus propiedades, todo allá y lo que hacen es viajar cada tres meses”. Uno de los aspectos más atractivos de la propuesta tiene que ver con el fortalecimiento de los vínculos familiares y también la posibilidad de vivir en Cuba, con un costo de vida promedio muy inferior al norteamericano, pero con las jubilaciones, pensiones y seguro social estadounidenses. González subraya que “siempre hemos tenido en claro en la política lo que hemos llamado la agenda familiar”.
Dinero y know how
El economista Ricardo Herrero, titular del Cuba StudyGroup, una organización no gubernamental creada en el año 2000 por un grupo de empresarios y líderes comunitarios de origen cubano que buscan un enfoque más pragmático para la política de Washington hacia la isla, sostiene que “la diáspora cubana representa una fuente de bienes importantes, tanto en experiencia como en recursos, para los millones de cubanos que están por primera vez tomando control sobre su destino económico”, en alusión a los más de 400.000 cuentapropistas que integran el emergente sector privado de la economía cubano, aún demasiado pequeño pero en rápida expansión.
Con su programa “Cuba emprende”, enmarcado en el ambicioso proyecto “Desatando reformas microeconómicas en Cuba”, el Cuba StudyGroup ofrece soporte financiero y transferencia de conocimientos a los ciudadanos cubanos que, aprovechando la tímida liberalización económica iniciada por el régimen, quieren desarrollar pequeñas empresas. Esta original combinación de microcrédito y formación empresaria constituye a la vez una incubadora de empresas y una virtual escuela de capitalismo. Este enfoque revela el recambio generacional registrado dentro de la comunidad del exilio, que mayoritariamente dejó atrás su tradicional anticastrismo cerril para tantear caminos que permitan acelerar el ritmo de una transición económica y política que, a esta altura de los acontecimientos históricos, resulta inevitable.
En este cambio cumple un papel relevante la Iglesia Católica, tanto cubana como estadounidense, empeñada en una estrategia de “reconciliación nacional”. En un gesto inédito, durante la visita a Cuba del Papa Benedicto XVI, que motivó la presencia en la isla de una numerosa delegación de cubanos de la diáspora, el arzobispo de Miami ofició en la catedral de La Habana una misa en la que se congregaron cubanos de “las dos orillas”.
Una burguesía exportada
Según un estudio realizado por The Havana Consulting Group, con sede en Miami, el exilio cubano en Estados Unidos ya aporta más dinero líquido a la economía cubana que la industria del azúcar y del turismo. En 2012, las remesas enviadas a la isla desde “el imperio” alcanzaron la cifra récord de 2.605 millones de dólares, un 13% más que el año anterior.
La comunidad cubana de Miami es propietaria de alrededor de 140.000 empresas, que en su conjunto facturan anualmente alrededor de 50.000 millones de dólares, casi la mitad del producto bruto interno cubano. Pero su tasa de ahorro y su capacidad de inversión es muy superior al de la totalidad de la economía cubana.
Miami es un verdadero “milagro cubano”. Desde 1959, fecha del triunfo de Fidel Castro, la velocidad de su crecimiento económico no tiene parangón en la historia estadounidense. Hasta entonces, Miami era una pequeña ciudad, con una población compuesta mayoritariamente por jubilados que tenía como única industria el turismo de invierno. En medio siglo, la pujante migración cubana la transformó en un vigoroso centro económico, erigido en un segundo hogar para un elevado porcentaje de la gran burguesía latinoamericana. El 45% de las exportaciones estadounidenses a América Latina se realizan hoy a través de Miami.
Esta burguesía compulsivamente exportada por Fidel Castro a Estados Unidos, exponencialmente enriquecida en territorio norteamericano, representa ahora la gran esperanza cubana. Hay un antecedente valioso: China. Cuando en 1979, Deng Xiaoping puso en marcha su estrategia de modernización y apertura internacional, la principal fuente de inversión extranjera directa que tuvo China por muchos años para financiar su espectacular crecimiento provino de las prósperas comunidades empresarias chinas de Hong Kong, Taiwán, Indonesia y Singapur. Las compañías multinacionales estadounidenses, japonesas y europeas llegaron después.
Esa misma burguesía “exportada” hace cinco décadas por Fidel Castro en su empeño de construir el socialismo es ahora “reimportada” por su hermano Raúl para rescatarlo del colapso.
La Cuba del Sur, con capital en La Habana, empieza a buscar en Cuba del Norte, con sede en Miami, las inversiones necesarias para su supervivencia. El régimen cubano es consciente de las implicancias negativas de la muerte de Hugo Chávez. Este año tendrá que importar alimentos por 2.000 millones de dólares. El estrangulamiento externo que se cierne sobre la isla tiene una dimensión comparable a la catástrofe que supuso la desaparición de la Unión Soviética.
Los 145 kilómetros que separan a Cuba de la costa de Florida incentivan esa posibilidad. La diplomacia cubana desarrolla una activa política en la comunidad de exiliados de Miami para publicitarlas reformas económicas impulsadas por Raúl Castro y mostrar los beneficios de invertir en la isla.
El cónsul general Llanio González, titular de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington y en ese carácter el máximo diplomático cubano instalado en territorio estadounidense, sostiene que “el país está en un proceso de grandes cambios, no sólo desde el punto de vista de actualización del modelo económico, sino también de lo que se llama la institucionalización. Hay muchas leyes nuevas que se están estudiando. Va a ver una nueva ley de inversión extranjera donde, por supuesto, van a estar incluidos los cubanos”.
En múltiples rondas de reuniones sostenidas con empresarios cubano-estadounidenses, González y el vicecónsul Armando Bencomo explican las características de la apertura económica. Un grupo de exiliados, nucleados en la Alianza Martiana, en referencia al máximo héroe de la independencia cubana, José Martí, difundió inclusive un video con parte de una de las exposiciones del diplomático castrista.
Vivir en dos ciudades
Un aspecto importante de este giro surge de la reforma migratoria que entró en vigencia en enero pasado, que establece una flexibilización en materia de viajes. Hasta entonces, los cubanos residentes en Estados Unidos que deseaban visitar la isla tenían que solicitar una visa por cada viaje. Ahora, las visas otorgadas no tienen fecha de vencimiento. Esa habilitación les permite a los cubanos residentes en el exterior estar en Cuba hasta un máximo de tres meses, pero pueden hacerlo todas las veces que quieran.
Se trata de un sistema de repatriación parcial. González señala que, a partir de las recientes reformas, “muchos cubanos de acá dicen: yo ya tengo cierta edad. Cuba ya no me impide entrar ni salir. Entonces, qué hago yo? Voy a repatriarme, mantengo todos mis derechos igualen Estados Unidos, porque llevo veinte años, y ahora con la repatriación tengo derecho a abrir mi negocio en Cuba y a comprar mi casa en Cuba. Entonces se mantienen en los dos lados. Tienen allá sus propiedades, todo allá y lo que hacen es viajar cada tres meses”. Uno de los aspectos más atractivos de la propuesta tiene que ver con el fortalecimiento de los vínculos familiares y también la posibilidad de vivir en Cuba, con un costo de vida promedio muy inferior al norteamericano, pero con las jubilaciones, pensiones y seguro social estadounidenses. González subraya que “siempre hemos tenido en claro en la política lo que hemos llamado la agenda familiar”.
Dinero y know how
El economista Ricardo Herrero, titular del Cuba StudyGroup, una organización no gubernamental creada en el año 2000 por un grupo de empresarios y líderes comunitarios de origen cubano que buscan un enfoque más pragmático para la política de Washington hacia la isla, sostiene que “la diáspora cubana representa una fuente de bienes importantes, tanto en experiencia como en recursos, para los millones de cubanos que están por primera vez tomando control sobre su destino económico”, en alusión a los más de 400.000 cuentapropistas que integran el emergente sector privado de la economía cubano, aún demasiado pequeño pero en rápida expansión.
Con su programa “Cuba emprende”, enmarcado en el ambicioso proyecto “Desatando reformas microeconómicas en Cuba”, el Cuba StudyGroup ofrece soporte financiero y transferencia de conocimientos a los ciudadanos cubanos que, aprovechando la tímida liberalización económica iniciada por el régimen, quieren desarrollar pequeñas empresas. Esta original combinación de microcrédito y formación empresaria constituye a la vez una incubadora de empresas y una virtual escuela de capitalismo. Este enfoque revela el recambio generacional registrado dentro de la comunidad del exilio, que mayoritariamente dejó atrás su tradicional anticastrismo cerril para tantear caminos que permitan acelerar el ritmo de una transición económica y política que, a esta altura de los acontecimientos históricos, resulta inevitable.
En este cambio cumple un papel relevante la Iglesia Católica, tanto cubana como estadounidense, empeñada en una estrategia de “reconciliación nacional”. En un gesto inédito, durante la visita a Cuba del Papa Benedicto XVI, que motivó la presencia en la isla de una numerosa delegación de cubanos de la diáspora, el arzobispo de Miami ofició en la catedral de La Habana una misa en la que se congregaron cubanos de “las dos orillas”.
Una burguesía exportada
Según un estudio realizado por The Havana Consulting Group, con sede en Miami, el exilio cubano en Estados Unidos ya aporta más dinero líquido a la economía cubana que la industria del azúcar y del turismo. En 2012, las remesas enviadas a la isla desde “el imperio” alcanzaron la cifra récord de 2.605 millones de dólares, un 13% más que el año anterior.
La comunidad cubana de Miami es propietaria de alrededor de 140.000 empresas, que en su conjunto facturan anualmente alrededor de 50.000 millones de dólares, casi la mitad del producto bruto interno cubano. Pero su tasa de ahorro y su capacidad de inversión es muy superior al de la totalidad de la economía cubana.
Miami es un verdadero “milagro cubano”. Desde 1959, fecha del triunfo de Fidel Castro, la velocidad de su crecimiento económico no tiene parangón en la historia estadounidense. Hasta entonces, Miami era una pequeña ciudad, con una población compuesta mayoritariamente por jubilados que tenía como única industria el turismo de invierno. En medio siglo, la pujante migración cubana la transformó en un vigoroso centro económico, erigido en un segundo hogar para un elevado porcentaje de la gran burguesía latinoamericana. El 45% de las exportaciones estadounidenses a América Latina se realizan hoy a través de Miami.
Esta burguesía compulsivamente exportada por Fidel Castro a Estados Unidos, exponencialmente enriquecida en territorio norteamericano, representa ahora la gran esperanza cubana. Hay un antecedente valioso: China. Cuando en 1979, Deng Xiaoping puso en marcha su estrategia de modernización y apertura internacional, la principal fuente de inversión extranjera directa que tuvo China por muchos años para financiar su espectacular crecimiento provino de las prósperas comunidades empresarias chinas de Hong Kong, Taiwán, Indonesia y Singapur. Las compañías multinacionales estadounidenses, japonesas y europeas llegaron después.
Esa misma burguesía “exportada” hace cinco décadas por Fidel Castro en su empeño de construir el socialismo es ahora “reimportada” por su hermano Raúl para rescatarlo del colapso.
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