Miércoles, 27 de Noviembre de 2013
Por Luis Morales Blanco
La expresión revela angustia, reivindicación, reclamo, impotencia ante una injusticia cometida hace 142 años.
La expresión revela angustia, reivindicación, reclamo, impotencia ante una injusticia cometida hace 142 años.
El infausto 27 NOV de 1871 se produce un hecho sangriento, el fusilamiento de ocho estudiantes de Medicina acusados injustamente por Voluntarios (un cuerpo integrado por ciudadanos peninsulares y cubanos) de profanar la tumba de Gonzalo de Castañón, director del periódico "La Voz de Cuba" y considerado un mártir del integrismo y un ídolo de los feroces voluntarios.
Esos mismo vándalos arrancaron de sus aulas a los jóvenes, casi adolescentes y para hacer más extrema la injusticia un tribunal amañado condenó incluso a quienes no había estado en clases el día del supuesto escarnio a la tumba del periodista español.
Voces como la de Federico Capdevila, honorable defensor de los estudiantes en el proceso, no pudieron empero frenar el horrendo crimen, pero el deseo de limpiar la memoria de Eladio González, Anacleto Bermúdez, Carlos Verdugo, Carlos de la Torre, Alonso Álvarez Gamba, José de Marcos Medina, Pascual Rodríguez y Ángel Laborde.
En 1887, el antiguo estudiante de Medicina y compañero de los mártires fusilados, doctor Fermín Valdés Domínguez, dio a la publicidad las pruebas reunidas durante más de 15 años sobre la falsedad de la supuesta profanación de la tumba del periodista español. Valdés Domínguez, de rodillas ante la tumba de sus compañeros muertos, escribió este sencillo epitafio: ¡Inocentes!
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