Lunes, Octubre 21, 2013 | Por Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba, octubre,www.cubanet.org - Cierto es lo que expuso Lázaro Fariñas en una de sus crónicas, un cubanoamericano que reside en Miami: ¨Parece que los anexionistas cubanos van a seguir existiendo hasta el final de los tiempos¨. ¿Se referirá el colega al final de los tiempos del socialismo castrista?
No voy a hacer un recuento de los prominentes líderes políticos e intelectuales de alto vuelo, que en el siglo XIX presintieron que la anexión a Estados Unidos, evitaría un futuro sangriento en la isla cubana.
Las multitudes que recibieron con alegría y aplausos a las tropas norteamericanas cuando entraron en La Habana, que desfilaron por sus calles y avenidas y por último se detuvieron en la Plaza de Armas, están presentes en los libros más importantes de nuestra historia.
Aquel domingo 1ro de enero de 1899 fue el día que Estados Unidos tomó el control de Cuba. Ni una sola voz de toda aquella masa humana, en representación de un pueblo compuesto por dos millones de habitantes, se mostró inconforme con la intervención.
La guerra dejaba un país en ruinas, y a partir de ese día reinó la calma, tal como lo escribió recientemente el colega Ciro Bianchi. Como lo han asegurado decenas de nuestros mejores historiadores, la intervención norteamericana resultó de gran beneficio para Cuba, como también lo sería hoy, dado el estado calamitoso en que se encuentra nuestro país.
Uno de nuestros más geniales historiadores, Manuel Moreno Fraginals, se preguntó en cierta ocasión por qué el movimiento anexionista a Estados Unidos ha permanecido en la memoria histórica de la nación cubana.
¿Acaso será –me pregunto- porque un gran porciento de cubanos aún la desea?
En 1840 surgió el Partido Anexionista de Cuba. Se dijo que sus fundadores querían la anexión para no perder a sus esclavos. Sin embargo, en 1865, cuando Estados Unidos ya se había convertido en un país antiesclavista, se hizo más patente el reclamo de la anexión por parte de muchos patriotas.
Incluso el propio José Martí, al ver que la bandera cubana era la misma que la bandera anexionista de Texas, en conversaciones con Porfirio Díaz terminó por concebir la anexión con México. Él prefería que Cuba fuera mexicana. Muchos otros patriotas la querían anexada a Estados Unidos, el país que era el cuarto comprador de productos cubanos.
Algo que callan los historiadores castristas de hoy y que es una verdad insoslayable, es que en 1868, desde los inicios de la primera Guerra de Independencia, encabezada por Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, ese grupo importante de cubanos decidió pedir al gobierno norteamericano la anexión de la isla, y que Ignacio Agramonte, el Mayor, el hombre de las acciones brillantes, o como lo llamó Martí: Diamante con alma de beso, nunca ocultó sus ideas anexionistas, interpretadas por muchos como ¨sentimientos de una gran pureza, de un gran patriotismo¨.
Hoy, después de tantos sufrimientos vividos por Cuba en el siglo XX, no creo que sea traición confesar que la anexión a Estados Unidos, hubiera evitado las causas de esos sufrimientos: gobiernos corruptos, golpes de estado, insurrecciones sangrientas entre hermanos y sobre todo una dictadura totalitaria que, durante más de medio siglo, ha sido la culpable de nuestro atraso económico, de nuestra atrasada y enferma sociedad, con un saldo impresionante: miles de hombres fusilados, un comercio floreciente destruido, un exilio de millones de personas, incontables violaciones a los Derechos Humanos, miles de prisioneros políticos y el empobrecimiento de la nación.
Por estas y otras muchas razones, no creo que me vean como traidora, si confieso mi solidaridad con aquellos que en vez de guerras fratricidas, querían la prosperidad del país. He luchado pacíficamente durante años por la libertad y el respeto de los Derechos Humanos en Cuba, he sufrido prisión por mis ideas políticas, entre presas comunes, he sufrido durante meses torturas psicológicas en las cárceles políticas de Fidel Castro, sufro la destrucción de mi familia, como tantos. Tengo sobradas razones para pensar así.
Me comprenderá esa gran legión de ex presos políticos que después de haber cumplido largos años de cárcel, pudieron cobijarse en suelo norteamericano, la gran mayoría de esos millones de cubanos que huyeron de una dictadura salvaje que les exigió que se marcharan, si no aceptaban la hoz y el martillo para continuar destruyendo a Cuba.
Me comprenderán esos cientos de miles de jóvenes que hoy tienen como único futuro, escapar de la Isla de Fidel.
Santa Fe, 20 de octubre 2013
Artículos a los que se hace referencia:
Los últimos anexionistas, Lázaro Fariñas, 2 de marzo, 2012, blog martiano.
Así cesó la soberanía española, de Ciro Bianchi, Juventud Rebelde, 6 de octubre, 2013
LA HABANA, Cuba, octubre,www.cubanet.org - Cierto es lo que expuso Lázaro Fariñas en una de sus crónicas, un cubanoamericano que reside en Miami: ¨Parece que los anexionistas cubanos van a seguir existiendo hasta el final de los tiempos¨. ¿Se referirá el colega al final de los tiempos del socialismo castrista?
No voy a hacer un recuento de los prominentes líderes políticos e intelectuales de alto vuelo, que en el siglo XIX presintieron que la anexión a Estados Unidos, evitaría un futuro sangriento en la isla cubana.
Las multitudes que recibieron con alegría y aplausos a las tropas norteamericanas cuando entraron en La Habana, que desfilaron por sus calles y avenidas y por último se detuvieron en la Plaza de Armas, están presentes en los libros más importantes de nuestra historia.
Aquel domingo 1ro de enero de 1899 fue el día que Estados Unidos tomó el control de Cuba. Ni una sola voz de toda aquella masa humana, en representación de un pueblo compuesto por dos millones de habitantes, se mostró inconforme con la intervención.
La guerra dejaba un país en ruinas, y a partir de ese día reinó la calma, tal como lo escribió recientemente el colega Ciro Bianchi. Como lo han asegurado decenas de nuestros mejores historiadores, la intervención norteamericana resultó de gran beneficio para Cuba, como también lo sería hoy, dado el estado calamitoso en que se encuentra nuestro país.
Uno de nuestros más geniales historiadores, Manuel Moreno Fraginals, se preguntó en cierta ocasión por qué el movimiento anexionista a Estados Unidos ha permanecido en la memoria histórica de la nación cubana.
¿Acaso será –me pregunto- porque un gran porciento de cubanos aún la desea?
En 1840 surgió el Partido Anexionista de Cuba. Se dijo que sus fundadores querían la anexión para no perder a sus esclavos. Sin embargo, en 1865, cuando Estados Unidos ya se había convertido en un país antiesclavista, se hizo más patente el reclamo de la anexión por parte de muchos patriotas.
Incluso el propio José Martí, al ver que la bandera cubana era la misma que la bandera anexionista de Texas, en conversaciones con Porfirio Díaz terminó por concebir la anexión con México. Él prefería que Cuba fuera mexicana. Muchos otros patriotas la querían anexada a Estados Unidos, el país que era el cuarto comprador de productos cubanos.
Algo que callan los historiadores castristas de hoy y que es una verdad insoslayable, es que en 1868, desde los inicios de la primera Guerra de Independencia, encabezada por Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, ese grupo importante de cubanos decidió pedir al gobierno norteamericano la anexión de la isla, y que Ignacio Agramonte, el Mayor, el hombre de las acciones brillantes, o como lo llamó Martí: Diamante con alma de beso, nunca ocultó sus ideas anexionistas, interpretadas por muchos como ¨sentimientos de una gran pureza, de un gran patriotismo¨.
Hoy, después de tantos sufrimientos vividos por Cuba en el siglo XX, no creo que sea traición confesar que la anexión a Estados Unidos, hubiera evitado las causas de esos sufrimientos: gobiernos corruptos, golpes de estado, insurrecciones sangrientas entre hermanos y sobre todo una dictadura totalitaria que, durante más de medio siglo, ha sido la culpable de nuestro atraso económico, de nuestra atrasada y enferma sociedad, con un saldo impresionante: miles de hombres fusilados, un comercio floreciente destruido, un exilio de millones de personas, incontables violaciones a los Derechos Humanos, miles de prisioneros políticos y el empobrecimiento de la nación.
Por estas y otras muchas razones, no creo que me vean como traidora, si confieso mi solidaridad con aquellos que en vez de guerras fratricidas, querían la prosperidad del país. He luchado pacíficamente durante años por la libertad y el respeto de los Derechos Humanos en Cuba, he sufrido prisión por mis ideas políticas, entre presas comunes, he sufrido durante meses torturas psicológicas en las cárceles políticas de Fidel Castro, sufro la destrucción de mi familia, como tantos. Tengo sobradas razones para pensar así.
Me comprenderá esa gran legión de ex presos políticos que después de haber cumplido largos años de cárcel, pudieron cobijarse en suelo norteamericano, la gran mayoría de esos millones de cubanos que huyeron de una dictadura salvaje que les exigió que se marcharan, si no aceptaban la hoz y el martillo para continuar destruyendo a Cuba.
Me comprenderán esos cientos de miles de jóvenes que hoy tienen como único futuro, escapar de la Isla de Fidel.
Santa Fe, 20 de octubre 2013
Artículos a los que se hace referencia:
Los últimos anexionistas, Lázaro Fariñas, 2 de marzo, 2012, blog martiano.
Así cesó la soberanía española, de Ciro Bianchi, Juventud Rebelde, 6 de octubre, 2013
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