[FOTO] El calor abrasador de Cuba fue solucionado por el dueño de este Volkswagen escarabajo: conectarle una unidad de aire acondicionado al popular auto alemán.
[FOTO] Como no habían pilas doble AA para el control remoto del televisor, este cubano se las arregló para amarrar una pila tipo C y así poder ver la televisión más cómodamente.
[FOTO] Carne y salchichas para los perros calientes, gracias a esta silla adaptada por algún cubano creativo.
En un país en el cual el gobernante Fidel Castro propuso en una ocasión criar vacas en miniatura para pastar en el patio de las casas, no debería sorprender a nadie que los cubanos se hayan convertido en maestros de la improvisación y la invención ante la constante escasez.
Ellos abren huecos en el fondo de una botella de agua, y, por arte de magia, es un cabezal de ducha. Si no encuentran pilas AA para el control remoto del televisor, le sujetan una pila C con una liga, sueldan algunos alambres y allá va eso.
El mismísimo MacGyver hubiera aprobado la idea de asar perros calientes y hamburguesas en el asiento de una silla de metal, echar un huevo crudo en el radiador de un carro para detener un salidero, y usar una pastilla de jabón para evitar que se salga el aceite de un carro.
“La tendencia es pensar que los cubanos son muy listos. Pero la realidad es que ha habido demasiadas necesidades, una situación económica súper precaria”, dijo el diseñador de Miami nacido en Cuba Ernesto Oroza, quien colecciona estas invenciones desde mediados de la década de 1990.
Los cubanos han estado “resolviendo” desde que la escasez de todo tipo empezaron a afectar a la isla a principios de los años 60, poco después de que el gobierno de Estados Unidos impusiera las primeras sanciones comerciales al gobierno de Castro.
Los medios de prensa del Estado elogiaban con regularidad las virtudes de la inventiva cubana, como los trabajadores de los centrales azucareros que fabricaban repuestos para piezas hechas en EEUU, o los campesinos que fabricaban sus propios molinos de viento y sus propios generadores eléctricos, así como piezas para sus tractores.
“La revolución inyectó a los cubanos con el invento para sobrevivir las deficiencias creadas por los americanos, y ahora los cubanos lo usan para sobrevivir las deficiencias de la revolución”, dijo Oroza.
En uno de sus muchos y notoriamente fracasados intentos de improvisar, Castro propuso en 1987 crear una raza de vacas del tamaño de perros, para que las familias los tuvieran en el patio en las ciudades y resolvieran una escasez de leche.
La escasez llegó a niveles críticos a principios de la década de los 90, después de que la Unión Soviética eliminó sus subsidios a la isla, que eran de hasta $6,000 millones al año, la economía cubana se redujo en un 35 por ciento, y artículos importados prácticamente desaparecieron de las tiendas.
Algunos de los inventos para resolver la continua escasez son claramente más que arriesgados.
Debido a que la gasolina se hizo escasa y cara, algunos cubanos encontraron maneras de convertir los motores de sus autos y camiones al gas natural, y ponen los contenedores, potencialmente explosivos, en el maletero de sus vehículos.
Alambres eléctricos pelados conectados a latas o tuberías cortas se usan como calentadores de ducha, y el tanque de gasolina oxidado de un viejo vehículo se reemplaza con un par de garrafones plásticos colocados peligrosamente cerca del motor caliente.
Otros inventos son simplemente ingeniosos.
Una plancha de ropa puesta al revés sirve para cocinar, clips para papel sujetaban una cortina de ducha, un tanque de 55 galones se convirtió en un horno para pizzas y una mecha pasada a través de un tubo de pasta dental vacío y colocado en un frasco de queroseno daba luz cuando fallaba la electricidad.
Parte de la suspensión de un auto se convirtió en soporte para montar un televisor en la pared, y un par de desechos de cables eléctricos se convirtió en un pequeño equipo para recargar pilas que, supuestamente, no son recargables.
Los inventos mejor conocidos son las bandejas de metal robadas de las cafeterías estatales y convertidas en antenas de televisión, y pequeños motores de gasolina añadidos a las bicicletas se convirtieron en motocicletas rudimentarias conocidas como “Rikimbilis”.
Las mujeres que trataban de ponerse elegantes usaban tizas de colores sacadas de las escuelas para maquillarse, betún de zapatos en las pestañas, carbón de pilas molido para oscurecerse el cabello y el antiácido Alusil como gel para el cabello, escribió en octubre la bloguera de La Habana Regina Coyula.
Oroza recordó que, en los primeros años de la revolución de Castro existía un grupo diseñado para promover las improvisaciones e inventos, la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores.
Incluso en 1991, agregó, las fuerzas armadas y la Federación de Mujeres Cubanas publicaron un libro sobre “resolver”, con artículos estilo Mecánica Popular e instrucciones sobre cómo fabricar artículos tales como tirapiedras.
Un año más tarde, ambas entidades publicaron un segundo libro con las ideas para artefactos, reparaciones y plantas medicinales enviadas por los lectores, bajo el orgulloso título de Con nuestros propios esfuerzos.
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