Buscan inversión extranjera porque hace 55 años expropiaron a los cubanos y necesitan que siga el 'apartheid'.
| Puerto Padre | 3 Abr 2014, DDC
| Puerto Padre | 3 Abr 2014, DDC
Por voto unánime, como suele votar tan sui géneris parlamento, este sábado la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó la nueva Ley de la Inversión Extranjera. Entre los sectores priorizados por la nueva ley se encuentran el agrícola y forestal, las industrias alimentarias, de energía y minas, azucarera, siderúrgica, ligera, química, electrónica, farmacéutica y biotecnológica. También el comercio mayorista, la salud y el turismo.
A los inversionistas extranjeros se les eximirá del pago de impuestos sobre las utilidades por un período de 8 años a partir de su establecimiento en Cuba. Concerniente a la recién aprobada ley, el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera Rodrigo Malmierca dijo a los diputados: "Su atracción es plantearse como objetivos el acceso a tecnologías de avanzada, la captación de métodos gerenciales, la diversificación y ampliación de los mercados, la sustitución de importaciones, el acceso a financiamiento externo, la creación de nuevas fuentes de empleo y la captación de mayores ingresos".
Extrañan estas palabras de Malmierca a estas alturas. Sabido es que hasta que "llegó el Comandante y mandó a parar", como dice la canción de Carlos Puebla, en Cuba existían las tecnologías más avanzadas de la época, métodos gerenciales eficientes, diversificación de mercados, accesos a financiamientos externos e internos, y una muy pujante clase media levantada sobre los ingresos nacionales, valga decir, sobre la inteligencia y el sudor de los cubanos.
Cierto es también que en Cuba existían obreros y campesinos en estado de necesidad, pero tampoco resultaba extraño ver a un estibador portuario o a un mecánico competente en un automóvil descapotable… Hasta que llegó el Comandante y mandó a parar lo que, ahora, urgentemente quieren poner en marcha. "El descarrilado carro de la oferta y la demanda, el de su Majestad, El Mercado", como dijo un comerciante expropiado.
Si el pasado sábado en Cuba aprobaron una ley para incentivar la inversión extranjera, es porque el 13 de octubre de 1960 aprobaron otra, no ya para promover el capital foráneo, sino, para arrancar del suelo de la Isla tanto al inversor extranjero como al cubano. Poco antes, en agosto del propio 1960, ya habían procedido con la expropiación forzosa de las empresas de servicios públicos y los centrales azucareros propiedad de empresas y compañías norteamericanas. Y más tarde, en marzo de 1968, durante la llamada "Ofensiva Revolucionaria", como si fuera poco lo expropiado hasta esa fecha, también expropiaron desde minúsculas bodegas hasta los cajones de los limpiabotas.
La Ley 890, puesta en vigor el 13 de octubre de 1960 para hacer desaparecer la empresa privada en Cuba, enunciaba en su primer Por Cuanto: "La obra creadora de la Revolución, en sus múltiples aspectos, está basada fundamentalmente, en el pleno desarrollo económico de la nación".
Remitiéndose al primer enunciado, así expresaba el segundo Por Cuanto de la Ley de Nacionalización de Empresas: "Es evidente que ese desarrollo no puede lograrse sino mediante la planificación adecuada de la economía, el aumento y racionalización progresiva de la producción y el control nacional de la industria básica del país".
Así dijeron los expropiadores, ahora transformados en promotores de inversiones extranjeras. Y, por esas razones de incongruencias históricas, valga decir morales, es útil recordar lo que expropiaron, tan parecido a lo que por estos días, urgen de los capitalistas para que pongan sus dineros.
Un abecedario de expropiaciones
En Cuba las empresas fueron expropiadas por grupos, según las letras del abecedario, y nada menos que de la A a la Z:
Grupo A: Ingenios Azucareros. Fueron expropiados 105 centrales, la mayoría de ellos propiedad de cubanos, que iba del Central Bahía Honda, S.A., operadora del central Bahía Honda, hasta el número 105: Central Unión, S.A., operadora del central Unión.
Grupo B: Destilerías: 18, desde José Arechabala, S.A., hasta Destilería San Miguel, S.A.
Grupo C: Bebidas Alcohólicas: 6, de Ron Bacardí a Cervecería La Antillana.
Grupo D: Jabones y Perfumes: 3, Crusellas, Sabatés y Mennen de Cuba.
Grupo E: Derivados Lácteos: 6, desde Cía. Lechera de Cuba hasta Cía., de alimentos.
Grupo F: Fábricas de Chocolates: 2, Cuba Industrial y Comercial (La Estrella) y La Ambrosía Industrial.
Grupo G: Molinos de Harina: 1, Molinera Oriental, S.A.
Grupo H: Fábricas de Envases: 8, de Envases Industriales y Comerciales, S.A., hasta Pérez y Hermanos, S.A.
Grupo I: Fábricas de Pinturas: 4.
Grupo J: Químicos: 3.
Grupo K: Metalurgia Básica: 6.
Grupo L: Papelerías: 7.
Grupo M: Lámparas, 1.
Grupo N: Textiles y Confecciones: 61, desde Mascot, S.A., hasta Textilera Ticana, S.A.
Grupo Ñ: Molinos de Arroz: 16.
Grupo O: Productos Alimenticios: 7.
Grupo P: Aceites y Grasas: 2.
Grupo Q: Almacenes de Víveres: 47, desde J. Pérez, S.A. hasta Imp. Rodríguez, S.A.
Grupo R: Tostaderos de Café: 11.
Grupo S: Droguerías: 3.
Grupo T: Tiendas por Departamentos: 13.
Grupo U: Empresas de Ferrocarriles: 8.
Grupo V: Imprentas: 1.
Grupo W: Circuitos Cinematográficos y Cines: 11, desde Espectáculos Teatrales, S.A., hasta el Cine Santa Catalina.
Grupo X: Construcción: 19, desde Concreto Caribe hasta Transporte de Asfalto Ortega.
Grupo Y: Electricidad: 1.
Grupo Z: Marítimo: 13, desde Operadora Marítima Unión hasta Terminal Oriental de Puertos.
"No expropiaron más, porque se les acabaron las letras del abecedario para agrupar las empresas", recuerdo que un día dijo un viajante de los jabones Crusellas a mi padre.
Como broma, el comentario del viajante pasa, pero el lector acucioso no pasará por alto, y no con una sonrisa, un hecho incuestionable: todo lo que en Cuba falta hoy y desde hace muchos años, lo producían o lo servían esas empresas expropiadas.
"La insensatez de negar la propiedad privada condujo a la ruina material y espiritual que hoy vivimos los cubanos. Y ahora los comunistas, después que hicieron improductiva la agricultura, la industria, el comercio, la banca y la sociedad toda en Cuba, sueñan con que sean los inversores extranjeros quienes les saquen las castañas del fuego, y, como si no fuera suficiente la permanencia del desvarío y del odio por la propiedad del cubano, pretenden continuar haciendo negocios con los capitalistas extranjeros, manteniendo a los cubanos cuales siervos de un feudo", dijo un sociólogo a este corresponsal.
Según palabras del ministro Malmierca reseñadas por el diario Juventud Rebelde el pasado domingo, "en los negocios con inversión extranjera no habrá libre contratación de la fuerza de trabajo, por lo que se mantendrá la figura de la entidad (estatal) empleadora".
Nada, que el Gobierno comunista proseguirá haciendo negocios con los capitalistas extranjeros, y los cubanos de a pie "que se las arreglen como puedan", dijo un trabajador por cuenta propia.
Valga solo un ejemplo de cómo funciona el socialismo en Cuba. Mientras la nueva Ley de Inversión Extranjera exime a los capitalistas del pago de los impuestos sobre las utilidades por un período de 8 años, los trabajadores por cuenta propia en la modalidad de Cuidador de Baños Públicos y Taquillas solo estarán exentos por un año del pago de arrendamiento del local, que es de hasta 500 pesos mensuales. Y de los impuestos ni hablar: cuota mínima, 60 pesos al mes y desde el primer día en que comenzaron a fregar urinarios e inodoros.
Sí, bienvenidos los inversores extranjeros, pero en igualdad de derechos con los cubanos, estén donde estén. ¿O es que acaso continuará el apartheid?
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