vendredi 5 décembre 2014

The Economist: Obama debe tomar acción sobre Cuba antes de la Cumbre de las Américas



Por Redacción CaféFuerte

Ahora tocó el turno a la prestigiosa revista británica The Economist arremeter contra el embargo a Cuba.

En un editorial titulado “The Cuban question” (La pregunta cubana), la publicación sugiere que Obama debe tomar alguna acción sobre Cuba antes de la Cumbre de las Américas de Panamá, en abril del 2015, al margen de si asiste o no asiste al foro panamericano.

“El embargo no sólo ha fracasado; también ha dado a los Castro una potente arma de propaganda”, afirma el artículo, que aparece en el sitio digital de la revista y saldrá en la edición impresa de este fin de semana.

El texto afirma que una razón fundamental para levantar el embargo es que está perdiendo el apoyo en Estados Unidos, y para sustentarlo cita a una polémica encuesta divulgada por el Atlantic Council, en la cual se vislumbraba una tendencia cambiante en la comunidad cubanoamericana y en Florida.

La lección de Cuba

También The Economist aboga por eliminar las prohibiciones de viaje a Cuba para los ciudadanos estadounidenses y por eliminar al régimen de Raúl Castro de la lista de “patrocinadores del terrorismo” que elabora el Departamento de Estado.

“La lección de Cuba es que la presión de Washington no conduce a la democratización”, concluye la revista.

El posicionamiento antiembargo de The Economist ocurre en medio de una intensa campaña del diario estadounidense The New York Times, mediante seis editorales recientes, por la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana, y de un artículo del diario británico The Guardian, publicado esta semana por el columnista Seumas Milne, en el que se elogia el desempeño de Cuba y se exige el fin del embargo.

Reproducimos a continuación el texto íntegro, traducido al español. del editorial de The Economist:

LA PREGUNTA CUBANA

Barack Obama podría aliviar el embargo, pero el Congreso puede imponer sanciones en Venezuela

Después de quitarse el tema de la reforma migratoria de encima, desenfundará de nuevo Barack Obama su pluma de órdenes ejecutivas para abordar otro tema intratable sobre el que el Congreso ha bloqueado el cambio durante décadas? Estados Unidos impuso un embargo económico a Cuba en 1960 cuando Fidel Castro comenzó a empujar a su pueblo hacia el comunismo. El embargo fue impuesto con la intención de derrocar a Fidel Castro. Hoy Castro disfruta de un retiro tranquilo en un barrio de La Habana, mientras que su hermano un poco más joven, Raúl, dirige el país.

El embargo no sólo ha fracasado; también ha dado a los Castro una potente arma de propaganda. Todavía tiene defensores acérrimos en el Congreso, que bajo una ley de la década de 1990 es el único órgano que puede derogarlo. Aun así, Obama tiene cierto margen para cambiar la política. De hecho, en su primer mandato, levantó las restricciones a los cubanoamericanos para viajes y remesas a la isla. Hay varias razones por las que ahora podría querer hacer más.

En primer lugar, el apoyo al embargo en Estados Unidos se está desmoronando. Una encuesta nacional tomada a principios de este año por el Atlantic Council, un grupo de análisis, encontró que el 56% de los entrevistados favoreció el mejoramiento de las relaciones bilaterales, mientras que más del 60% de los latinos y los residentes de la Florida se pronunció en la misma dirección. En segundo lugar, Cuba está en sí empezando a cambiar. Según las reformas emprendidas por Raúl Castro, 1,1 millones de cubanos, más de una quinta parte de la fuerza laboral del país, trabaja en un incipiente sector privado de granjas, cooperativas y pequeñas empresas. El acceso a la telefonía móvil e Internet ha crecido. Los blogueros de la oposición, como Yoani Sánchez, aunque a menudo acosada, no han sido silenciados.

La tercera razón para la acción es que Cuba es uno de los pocos temas que une a América Latina. La región es unánime en creer que, a pesar de su régimen comunista, a la isla debe concedérsele un lugar habitual en las relaciones en las Américas. Ese consenso se encuentra detrás de la decisión de Panamá de invitar a Raúl Castro a la Cumbre de las Américas, una reunión que está prevista realizarse en abril. Las seis cumbres anteriores se han limitado a las democracias del hemisferio.

Esto deja a Obama con un dilema. No es tanto acerca de asistir o no asistir. Él probablemente lo hará. Más bien, es si actuar desde ahora hasta entonces para detener el embargo e impedir que se convierta en un tema dominante en la Cumbre. Obama podría, por ejemplo, emitir una licencia general para que todos los estadounidenses puedan viajar a Cuba. También podía retirar a Cuba de la lista de “patrocinadores del terrorismo” del Departamento de Estado, en la que figura junto a Irán, Sudán y Siria. No hay motivos para Cuba todavía esté allí. En octubre, el Financial Action Task Force, un organismo intergubernamental, eliminó a Cuba de su lista de vigilancia sobre los países que hacen muy poco para prevenir el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo.

Pero la administración estadounidense todavía no ha hecho la solicitud al Departamento de Estado para eliminar a Cuba de su lista de terrorismo. Aunque Obama tiene poco que perder flexibilizando el embargo, también tiene poco que ganar. Las reformas económicas de Raúl Castro se han estancado recientemente; él nunca intentó implementarlas para propiciar un cambio político. Los cubanos tampoco muestran señales de estar preparados para liberar a Alan Gross, un anciano contratista estadounidense que fue encarcelado por distribuir ilegalmente equipos de telecomunicaciones en la isla. Lo quieren intercambiar por tres espías cubanos que cumplen condenas perpetuas (*) por espiar a los exiliados de línea dura en Miami.

Aun así, sería sorprendente que Obama no tomara alguna acción sobre Cuba antes de la Cumbre. Curiosamente, el retroceso de la defensa del embargo en el Congreso puede trastocarse en sanciones contra Venezuela, que ofrece un subsidio a la isla (en forma de petróleo barato), igual al 15% de su PIB. Un proyecto de ley para negar visados y congelar las cuentas bancarias de los funcionarios venezolanos implicados en la represión de las protestas fue presentado a principios de este año, pero se ha estancado en el Senado. Una vez que la nueva mayoría republicana tome el control en enero, es probable que se mueva hacia adelante. Anthony Blinken, candidato de Obama para convertirse en subsecretario de Estado, dijo a un comité del Senado el 19 de noviembre que el gobierno “no se opondría”, lo cual constituye una reversión de su postura anterior.

Para quien quiera ver cambio en Venezuela, esto es deprimente. El desplome de los precios del petróleo y la mala gestión económica están debilitando al régimen autoritario del presidente Nicolás Maduro. La cuestión crucial es asegurar que las elecciones legislativas del próximo año sean libres y justas. Las sanciones, aunque limitadas, impulsarán la disminución de la popularidad del señor Maduro y le darán una excusa para reprimir, como reconocen algunos líderes de la oposición. La lección de Cuba es que la presión de Washington no conduce a la democratización. Sería una triste ironía si el comienzo del de un embargo inútil coincidiera con el nacimiento de otro.

Traducción: CaféFuerte

(*) En realidad The Economist comete un error. De los tres agentes cubanos que cumplen sentencias en cárceles estadounidenses, solo uno de ellos, Gerardo Hernández Nordelo, está sentenciado a cadena perpetua. Los dos restantes, Antonio Guerrero y Ramón Labañino, expiran sus condenas en 2018 y 2022, respectivamente.

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