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Hotel Iberostar de la familia Fluxá en Parque Central (La Habana). / Mundiario
El proceso abierto, si bien puede exigir un cierto tiempo, dará pie a la recuperación del esplendor de Cuba, un país con grandes posibilidades de desarrollo y un alto nivel cultural.
Cuba dejó de ser una colonia española en 1898, para pasar a manos de Estados Unidos, pero los españoles nunca dejaron ser fans de Cuba, en especial los gallegos, que no solo emigraron en masa en distintas oleadas, sino que son la cuna de los hermanos Castro, cuya familia es de un pueblo de Lugo. Los primeros españoles llegaron a Cuba el 27 de octubre de 1492 por la zona de Bariay, y desde entonces la historia ha unido –en general para bien- a los dos países. Cuentan las Cartas de Indias que una vez que Colón pisó suelo cubano, se arrodilló en la arena y con la cabeza inclinada hacia arriba exclamó: “Esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto jamás”. España no rompió con la dictadura comunista de Castro ni siquiera con el dictador de derechasFrancisco Franco, uno de cuyos ex ministros, Manuel Fraga, sería tiempo después buen amigo de Cuba –y de su paisano Fidel-, siendo presidente de la Xunta de Galicia. Otro gallego, el histórico empresario del automóvil Barreirospuso fin en Cuba a su vida como industrial, de la mano de los hermanos Castro. También los catalanes ejercieron una gran influencia en Cuba, no tanto con emigrantes como con negocios. Y más recientemente, desde Mallorca se asentaron en la isla caribeña importantes cadenas hoteleras como, por ejemplo, la de la familia Fluxá.
En contra de lo que suele decirse, Cuba tiene un alto índice de desarrollo humano –el segundo entre los países latinoamericanos, según la ONU- y por mucha decadencia que se observe en sus calles los niños siempre dan imagen de estar bien cuidados. Carece de libertades habituales en las democracias occidentales: la suya es una república socialista, con una incipiente liberalización económica y una cierta experiencia en las empresas mixtas, muchas de ellas con inversores españoles. Incluso el propio Estado español hizo negocios con Cuba, al propiciar la entrada de Altadis –antes Tabacalera- en la comercialización de los míticos Cohiba, los cigarros preferidos de Fidel Castro.
Esta semana Cuba ha dado un gran paso, que va a redefinir su futuro, una vez restablecidas las relaciones diplomáticas con Estados Unidos. El pacto de Raúl Castro con Barack Obama marca también para España un antes y un después. En buena lógica, España debería liderar la nueva posición europea con Cuba y favorecer la presencia de empresas españolas en el proceso de liberalización económica de Cuba. De que se hagan bien o mal las cosas dependerá de otro gallego en el Gobierno: Mariano Rajoy. @J_L_Gomez
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