Estudiante para dentista y profesora de baile Flamenco, Samantha, nos cuenta la difícil tarea de mantener la academia Rocío de España, en Santa Clara
viernes, diciembre 12, 2014 | José Luis León Pérez |
SANTA CLARA, Cuba. — Samantha Cárdenas Caballero, cariñosamente Sami, es una joven santaclareña que estudia Estomatología en la Universidad de Ciencias Médicas Serafín Ruiz Dezárate, pero que su pasión por el baile español, y por enseñarlo a los pequeños, no la dejan tranquila.
Sami baila español por pura casualidad. Cuando tenía 6 años, la muerte de su abuelo la puso tan triste, que su abuela –amiga de la directora de la compañía Rocío de España– la puso a recibir clases de danza, para que la tristeza se le pasara. Desde entonces, Samantha no he parado de bailar.
¿Qué te motiva a enseñar la danza española?
–Me hace feliz. Siento que mis sentimientos se mezclan con la fuerza expresiva que caracteriza este baile. Eso que siento es indescriptible. Y me siento comprometida con mi antigua profesora, ella ya no está aquí y no quiero que su legado se pierda. La luz que me ha iluminado el camino, es mi abuela. Ella es la bujía inspiradora de este proyecto. Es increíble como ella se involucra de forma incondicional para que cada presentación del grupo, salga lo mejor posible.
¿Por qué das clase a niños tan chiquiticos?
–Este baile se debe aprender desde pequeño. Por su puesto tenemos niños de muchas edades, y las clases están divididas por segmentos de edades.
¿Presentas a los niños en algún teatro?
–Anualmente se realiza “La Fiesta de la Danza” convocada por la Casa de la Cultura y a nosotras nos invitan. Claro, estos eventos son competitivos, participan muchos grupos aficionados de calidad. Nuestra compañía se ha destacado siempre. Hemos alcanzado premios municipales e incluso, provinciales. Es una lástima que estos eventos competitivos sean solo una vez al año. No existen espacios oficiales para demostrar las habilidades que las niñas han alcanzado. Te diría más, no creo que les interese mucho el baile español.
Por suerte, nos llaman de muchos lugares de la provincia y no solo de aquí, de Santa Clara. La compañía está subscrita a la Asociación Cultural José Martí y participamos en su peña habitual los segundos domingos de cada mes. Participamos también en las peñas de los Payasos los domingos en el Mejunje. Sobre todo, y es el orgullo de nosotras, las presentaciones que le hacemos a los niños que están ingresado en el Hospital Infantil “José Luis Miranda” de esta ciudad, en el proyecto “Para una sonrisa feliz”.
También realizamos una gala anual de fin de curso en el cine Camilo Cienfuegos para darles tributo y reconocimiento a nuestras niñas por todo el esfuerzo realizado en el curso, donde puede asistir toda la población.
¿Recibes suficiente apoyo de Cultura?
–No recibimos ninguna ayuda del gobierno, solo los padres, como héroes titánicos, se preocupan y ocupan por todo lo que hace falta para el grupo. El baile flamenco exige zapatos especiales, castañuelas, mantas, telas para los vestuarios, abanicos, aretes, flores y adornos para el cabello, entre otros accesorios. Todos estos gastos, corren únicamente por parte de los familiares de las pequeñas.
¿Cómo definirías tú futuro, estomatóloga o profesora de flamenco?
–Trataré de seguir en las dos profesiones porque la vida de un bailarín es efímera, y debo terminar mi carrera. Otro aspecto que influye, no solo en mí, sino en todos los que enseñan flamenco, es que en Cuba no existe la posibilidad de superación de las bailarinas o profesoras de flamenco. Fuimos españoles por siglos, la danza flamenca es un legado que nos dejaron nuestros ancestros, es parte de la historia de esta Isla, pero, no es fácil bailar español en tierra de rumberos.
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