vendredi 5 décembre 2014

Nueva era en las relaciones de Cuba con España

 Dos acontecimientos acapararon titulares y análisis sobre la visita oficial de José Manuel García Margallo, ministro de Relaciones Exteriores de España, a Cuba los días 24 y 25 de noviembre. La conferencia “Vivir la Transición: una visión biográfica del cambio en España”, y no ser recibido por el presidente Raúl Castro, supuestamente por el contenido de esa disertación. Probable, pero nunca hubo certeza sobre tal encuentro. Ciertamente, la tradición implantada por Fidel Castro ha sido mantener al dignatario expectante, lo cual garantiza magnificar el encuentro y que evite disgustar al anfitrión. No obstante el interés por avanzar las relaciones con España, los mandatarios cubanos quizás aún no consideraron oportuna la deferencia de ser recibido por el jefe de todos los poderes en Cuba.

El canciller sostuvo conversaciones con Ricardo Cabrisas, vicepresidente del gobierno, y Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior, donde se abordaron los temas económicos y de inversiones. España es el tercer socio comercial de Cuba, tiene una presencia preponderante en el priorizado sector turístico y podría incrementar su participación en la aspiración de las autoridades cubanas de recibir mega inversiones. Por su parte, las más de 200 empresas españolas presentes en la isla tienen preocupaciones sobre aspectos restrictivos de la Nueva Ley de Inversiones, que García Margallo planteó, como la necesidad de una contratación de personal más flexible y mayores facilidades para la repatriación de divisas, según la prensa extranjera.

En su encuentro con su homólogo Bruno Rodríguez Parrilla, Margallo trató la posibilidad de viajar al extranjero y regresar para los 12 prisioneros de conciencia del grupo de los 75 que permanecen en Cuba y de visitar el país quienes salieron en 2010 por acuerdo entre los gobiernos de Cuba, España y la Iglesia Católica, asi como la ratificación de los Pactos Internacionales de Derechos Humanos. Entre los temas bilaterales figuraron la posibilidad de un nuevo edificio para el consulado en La Habana y la apertura de otro en Santiago de Cuba. Los temas internacionales de actualidad tienen relevancia para España por su ingreso como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU; al tiempo que procura una amplia participación en la próxima Cumbre Iberoamericana para salvar el mecanismo promocionado por Madrid, cuando proliferan las agrupaciones integradoras en América Latina y el Caribe, como CELAC.

La Conferencia magistral de García-Margallo en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI), ante unos 400 alumnos, académicos, políticos, cuerpo diplomático acreditado, fue notable. De forma concisa y medida, el canciller analizó los antecedentes históricos y la transición en España que salía de una férrea dictadura con los traumas de la guerra civil y el exilio, pero prevaleció el consenso de concordia nacional mediante la firma y ratificación de los Pactos de Derechos Humanos de ONU y la normativa de la OIT, el reconocimiento a los derecho de reunión, asociación y expresión, la derogación de la censura, la amnistía a los presos políticos y la realización de elecciones democráticas. “La sociedad civil toma la palabra prometida por el Rey y (Adolfo) Suárez, y se convierte en actor principal de la Transición, trasladando en todo momento su deseo de concordia”, palabras desde la vivencia de quien ha transcurrido todo el proceso como joven diputado constituyente en la elaboración, debate y votación de la Carta Magna, hasta su actual puesto.

El vicepresidente y supuesto delfín Miguel Díaz Canel se reunió con Margallo antes de partir de Cuba, lo cual denota el interés, e incluso la necesidad, del gobierno cubano de normalizar las relaciones con España y continuar progresando con la Unión Europea. El encuentro de Raúl Castro con Laurent Fabius se ha comparado a su actitud hacia el español. Son situaciones distintas. Las relaciones con Francia se estrechan desde hace años, y el exprimer ministro evoca la cercanía socialdemócrata como lo hacía el anterior gobierno español, tan próximo a La Habana. Durante la estancia, desde la parte española se resaltó el interés del nuevo rey Felipe VI, que si bien cierta, desplazó el foco del presidente del gobierno español, quien heredó el diferendo por la Posición Común de la Unión Europea y la consiguiente enemistad. Al menos en los medios, se cifró demasiada expectativa en el encuentro Margallo-Raúl Castro y en temas muy álgidos como la liberación de Alan Gross, gestión emprendida sin éxito por personalidades e instituciones muy prominentes de Estados Unidos y el mundo. El prolongado desencuentro entre dos países y pueblos muy próximos parece retomar cauces ascendentes.

Es encomiable el intento de compartir el disfrute de los principios democráticos expresado fuera de la mesa de negociaciones y la gestión por los prisioneros de conciencia. No obstante, más que poder viajar, el gobierno cubano debería incluirlos en una amnistía, o al menos en un indulto, del que se habla en las inhóspitas y pobladas cárceles cubanas con vistas al fin de año. Recuérdese que Raúl Castro lo otorgó a 2900 prisioneros en 2011, pero no incluyó a quienes viven con la espada de Damocles de la licencia extrapenal.


MIRIAM LEIVA: Periodista independiente cubana.

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