vendredi 21 décembre 2012

“JINETEAR” YA ES PARTE DE LA CULTURA NACIONAL CUBANA


Por: Iván García

Pero el jineteo en Cuba es más que sexo. En sus inicios, quienes jineteaban eran los hombres. El verbo jinetear nació a mediados de los 80, y se refería a aquellos que se dedicaban a la compra y venta de dólares en las calles, un ‘bisne’ entonces ilegal.
Si algo han aprendido muchos cubanos en los últimos 53 años, es a pedir y lamentarse de su mala suerte. Ordeñar como si fueran vacas a extranjeros, parientes o amigos emigrados forma parte de las reglas de juego. Casi un estilo de vida.
Jinetear no es solo prostituirse por 20 dólares la noche. Cuando un europeo tiene relaciones sentimentales con una cubana, en confianza le pregunta a sus amigos: “¿Tú crees que sea jinetera?” Y es que jineteras no solamente son las mulatas de minifaldas cortísimas que te hacen propuestas cuando caminas por el malecón.
No. También en Cuba existe una legión de jóvenes con dotes de actrices, que cuando pescan un “yuma” elaboran un drama amoroso al estilo de Corín Tellado. Su finalidad es escapar. No importa cuán lejos. Jinetear se ha convertido en la principal herramienta de un gran número de jóvenes cubanos para poder emigrar legalmente.
Cuando en 1993 Fidel Castro despenalizó el dólar, la palabra jinetera acabó colgada en las despampanantes muchachas que se prostituían, primero en los barrios habaneros y el resto de las provincias después.
Actualmente, debido a la dura competencia de las prostitutas, las jineteras se han ido desvalorizando. Si en los 90 una jinetera solo iba a la cama con alguien que tuviese pasaporte, y no por menos de 100 dólares la noche, hoy ya son tantas, que la escala de precios abarca todos los gustos y bolsillos.
Existen jineteras en moneda dura y en pesos cubanos. Las hay de 15 años y de 40 ó más. Desde las que cobran 40 cuc, hasta guajiritas apeadas la noche anterior del tren procedente de Santiago o Guantánamo, que se ofertan por 80 pesos o menos.

También ahora jinetean chicos que se pasan seis horas haciendo pesas en un gimnasio particular. Travestis que madrugan por las avenidas. Y gay orgullosos de los nuevos aires que corren y suelen hacer sexo oral en escaleras oscuras de la ciudad.
El verbo jinetear llegó para quedarse. Y va más allá. Se utiliza cuando alguien se aprovecha de una persona con dinero y se le pega como una lapa para que lo invite almorzar o le pague unas cervezas. En aquellos centros de trabajo donde es posible viajar al extranjero, jinetear consiste en “trabajarle fino” al tipo que da luz verde para ‘fastear’ (viajar).
En ocasiones se jinetea a la propia familia. Se acercan los 15 de la hija o las vacaciones están al doblar de la esquina y se quiere pasar un fin de semana en un hotel. Como los familiares viven lejos, los llaman a cobro revertido o les envían emails. De poco valen los sermones del pariente, de que la crisis económica es real y no es un invento del Granma.
Jinetear ya forma parte de la cultura nacional. Se ha convertido en un ‘deporte’, como tomar ron con los socios o jugar dominó en las esquinas. Pero los reyes del jineteo son los gobernantes.

Ellos inventaron la fórmula. Desde que Fidel Castro cambió de alianza en 1961 y se comprometió con el comunismo ruso, los mandarines criollos tienen un doctorado a la hora de pedir. En aquel tiempo, armas y aviones Mig-21, sin pagar un duro. La promesa de ponérsela fea a los yanquis, bastaba para enamorar a los ‘bolos’.

Como el socialismo es un sistema ineficiente por antonomasia, al socio soviético -al margen del petróleo, que llegaba por tuberías- frecuentemente se le hacían peticiones. Camiones, tractores, autos, maquinarias textiles, televisores en blanco y negro, compotas de manzana, latas de carne, préstamos monetarios… De todo.
Pagar nunca estuvo en los planes del jinetero mayor. Hoy a la extinta URSS le debemos más de 20 mil millones de rublos. Con China se intenta, pero los ‘narras’ son duros de pelar.

Por si llegan malas noticias de Venezuela, ya se ha empezado a jinetear con cubano-americanos acaudalados. ¿Qué algunos académicos formados en los clásicos del marxismo y emigrados que no olvidan que una vez fueron tildados de ‘escoria’ se puedan resistir? Al final, afirman, todos somos cubanos. Aunque eso no les ha impedido hacer caja con el ‘impuesto revolucionario’ a las remesas giradas por los compatriotas residentes en los Estados Unidos.
A estas alturas, los Castro se van de fiesta con cualquiera, mientras legitimen su poder político. Pasar cepillo es un mérito innegable del régimen. A la hora de jinetear, tienen el número uno.
DEL BLOG DE IVÁN ( http://deivangarciaysusamigos.blogspot.com.es)
A río revuelto, ganancia de jineteras y ladrones. Cuando dentro de un año el número de parados supere el millón, las calles habaneras se habrán tornado más peligrosas y la putas baratas estarán a la orden.
Loipa, 24 años, ya desenfunda su arma. Después de una temporada en la cárcel pensó en redimirse. Y comenzó a trabajar como recepcionista en una empresa. Pero ha sido de las primeras en ir al paro.
La única opción que le ofrecieron fue laborar en el campo. Entonces decidió volver al ‘oficio’ que mejor domina: jinetear. “No creo que la presión policial sea muy rigurosa, estarán ocupados en un sinfín de cosas. Ahora voy ofrecer mis servicios también en moneda nacional, sin dejar las divisas, claro, a ver si pesco algún ‘yuma’ (extranjero). Será difícil. No hay suficientes turistas para la cantidad de prostitutas en el país, tocamos a tres por ‘yuma’”, comenta esta mulata de ojos expresivos y un llamativo lunar debajo de la boca.
La competencia en el mundo de la prostitución es fuerte en Cuba. Existe una legión de adolescentes en edades comprendidas entre 14 y 17 años, aún estudiantes, que en su tiempo libre venden su cuerpo. A bajo precio.
La agobiante situación económica, que dura 21 años y el creciente número de rameras que pululan por las calles, ha provocado que el mercado del placer en la isla esté a la baja. Ya ningún forastero paga más de 30 pesos convertibles (35 dólares) por una noche caliente y movida con una jinetera. Por 70 pesos convertibles (85 dólares) se puede llevar un par de lesbianas a su alcoba.
Cuando se presagia otra vuelta de rosca a las duras condiciones de vida del cubano, no es descabellado pensar que las “trabajadoras del sexo” crecerán en flecha. Igual que el resto de las actividades ilegales. Los rateros también están de fiesta.
En época de crisis y penurias, la delincuencia asoma su oreja. La Habana todavía no es una ciudad donde la violencia sea un problema. Está lejos de ser Caracas o Ciudad Juárez. Pero tanta gente desempleada, sin futuro, y con las billeteras vacías, es un caldo de cultivo ideal para que los malandros prosperen.
El mercado negro se ha secado, y al no poder los vecinos de los barrios pobres, vivir del ‘bisne’ (negocio) por debajo de la mesa, son pocas las alternativas que les van quedando. Las mujeres, jóvenes o maduras, si tienen buenas nalgas y han crecido en la promiscuidad, quizás se tiren a la calle. No a protestar. A ‘buscar el pan’ (jinetear).
Varones negros, fuertes y atléticos, podrían empezar a probar fortuna como ‘pingueros’ (putos), donde hasta ahora abundaban hombres blancos y mulatos bien parecidos, gay y travestis. O ‘especializarse’ en el robo de equipos de música a coches de turismo, o en el ‘arte’ de arrancar bolsos a visitantes foráneos.
Las noticias son muy malas para las fuerzas policiales. Un montón de personas disgustadas y sin dinero, que pretenden llevar comida a sus casas a como dé lugar y vestir a la moda, es un asunto más serio de lo que parece.

Ya Loipa se puso en forma para empezar a jinetear. Rebajó seis kilos en un gimnasio y está a la caza del primer turista para que le compre dos o tres vestidos, tacones altos y un buen perfume. Eso, de entrada.
Su meta final es la de toda jinetera. Casarse con un extranjero con varias tarjetas de crédito en el bolsillo. La esperanza de Loipa es que el Congreso de Estados Unidos acabe de derogar las prohibiciones de viajes a Cuba.
“Si esto ocurre, me voy a ‘hacer el santo’. Pero lo que quiero es que acaban de venir los gringos. Con las piernas abiertas los estoy esperando”, dice risueña.
Como Loipa, miles de cubanos rezan porque esa medida se venga abajo. Los americanos son vistos como una tabla de salvación. Y no sólo por las putas. También por el gobierno de los Castro.

Fuentes: Iván García, blog de Iván, Martí Noticias, Google noticias e Imágenes, edición: El Lagarto Verde

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