lundi 28 avril 2014

LOS REFUGIADOS CUBANOS

ABC. Sábado 13 de enero de 1963, pp.3
La dureza inmisericorde de nuestro tiempo está planteando un grave problema humano, de proyección histórica y trascendencia vital: el de los refugiados, esos hombres que, perseguidos y privados de patria, ruedan por el mundo con el dolor moral y material de sus vidas deshechas. Cierto que este problema existió también en otras épocas, pero nunca con el volumen y la significación que alcanza en la nuestra. Prueba de ello es que en algunos países hasta se ha llegado a crear un "Ministerio de Refugiados". Eso de que haya que dirigir y administrar en gran escala estatal el dolor, la injusticia y la miseria es algo tremendo que hasta ahora no había' ocurrido; es un rotundo y estremecedor mentís a todos los tópicos y utopías con que el demoliberalismo y el socialismo habían venido tratando de hacer felices a los hombres en una sociedad apartada de Dios y basada tan sólo en la "filantropía", la razón y la economía.

A España—oasis de paz y de orden en un mundo convulso—ha llegado también el problema de los refugiados. Y nos ha llegado, precisamente, en la forma en que, como a españoles, podía resultarnos más dolorosa y más grata a utí tiempo. Los españoles tenemos que 'atender' ahora a los refugiados cubanos. Y como a los cubanos no los podemos considerar extranjeros, extraños a nosotros, he ahí por qué su situación humana nos resulta aún más dolorosa; y más grata, en cambio la atención que podamos prestarles. Los cubanos son nuestros hermanos y debemos sentir con ellos y atenderles como a tales.

Hace días, nuestro colaborador J. E. Casariego se ocupó de todo esto en un artículo titulado: "Cuba y la Madre Patria". Se apuntaban ahí las hondas razones por las que España debe poner todo su amor y su afán en prestar acogida fraternal a los cubanos. A Cuba emigraron, durante generaciones, muchísimos españoles que allí encontraron una segunda patria, en la que obtuvieron, con su legítimo, esfuerzo, positivos beneficios, parte de los cuales sirvieron aquí, más tarde, para obras de gran alcance espiritual, social y económico. Por tanto, además de la caridad cristiana y la solidaridad de raza, hay también motivos de gratitud y de justicia para atender ahora a los refugiados que nos llegan de Cuba.

El exilio cubano en España suma ya varios millares de personas, que arriban a la Madre Patria (nunca más "Madre" que en estas circunstancias) después de haber sido arruinados, vejados y perseguidos, de haber visto asesinar a deudos y amigos, o de haberlos dejado malviviendo en prisiones inhumanas. Muchos de los que llegan son hijos de españoles. Todos necesitan nuestra comprensión, nuestros estímulos y, en su mayor parte, auxilios materiales. Vienen ancianos y niños a rendir o a comenzar su vida en nuestra vieja tierra. Vienen hombres y mujeres en la flor de la edad, con deseos de trabajar y reconstruir su existencia. Son muchos entre ellos los profesionales y los obreros especializados capaces de realizar un trabajo útil y selecto. Algunos traen la valiosa experiencia de una vida dinámica en el mundo de los negocios. Gentes que pueden aportar esfuerzo, maestría y entusiasmo en esta etapa de renacimiento y expansión económica que ahora empieza a desarrollarse en nuestro país.

Sean bienvenidos los hermanos cubanos. Démosles todos jubilosa bienvenida, mas no sólo con palabras, sino con hechos. Hechos que se traduzcan con apoyo efectivo y práctico: puestos de trabajo, viviendas, becas, cuidados materiales a los ancianos, los enfermos y los niños. La eterna España católica, la España que hizo a Cuba en el pasado, la España sindicalista del presente tiene que hacer honor a esos títulos y ser como una verdadera "Madre Patria" para esos hermanos en desgracia que ahora se acogen a ella.

2 commentaires:

  1. "A España—oasis de paz y de orden en un mundo convulso"
    Charlatán

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    1. ¡pobre periodista que escribió eso hace 50 años!

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