vendredi 3 mai 2013

Autonomismo y nacionalidad cubana


Carlos Joane Rosario Grasso • La Habana
El surgimiento, proyección y evolución del Partido Autonomista, es uno de los temas más polémicos y al mismo tiempo de los que menos ha sido tratado por los historiadores cubanos. Hasta el momento, la tendencia general de la historiografía cubana ha sido siempre el estudio de los dos grandes momentos de confirmación nacional del siglo XIX, a saber, la Guerra del 68 y la Guerra del 95.
En las obras que se han acercado al tema tanto en Cuba, como en el extranjero se destaca especialmente la multitud de criterios, en no pocos casos por completo opuestos, respecto al desarrollo de esta corriente política. Generalmente esta bibliografía ha centrado su atención en las posiciones asumidas por los  autonomistas ante problemas clave del proceso emancipador cubano, como fueron la Guerra Chiquita o la Gesta del 95; lo definen como una tendencia contraria y retardataria del proceso de construcción nacional o, por el contrario, lo consideran un movimiento que se desenvolvió paralelamente a la corriente independentista sin oponerse necesariamente a esta; orientadas ambas, en última instancia, hacia una misma finalidad (la independencia), que en uno y otro caso se procuraba mediante diversos procedimientos.
Definitivamente, el sector que componía la cúpula dirigente de este partido, tenía como objetivo lograr que las autoridades españolas se dignaran a otorgar cambios en la gobernación de la Isla, aferrándose a la tesis de la conquista de un espacio de poder por la vía de la evolución pacífica y mediante la colaboración, porque consideraban que solo un largo período de educación política podía capacitar al pueblo cubano para el ejercicio de regir su propio destino y, desde luego, a muchos los movía el temor de perder sus fortunas en el transcurso de otra guerra.
Pero es indiscutible también que la propaganda autonomista fue, sin duda, eficaz en la transformación del espíritu cubano, demostrando hasta la evidencia ―como diría al respecto Manuel Sanguily― una premisa formidable, que la Isla de Cuba agonizaba bajo la dominación española. De esta forma, en medio de la desorientación y del desconcierto tras el fracaso independentista en la Guerra de los Diez Años, su prédica los condujo en determinados períodos a convertirse en el único concentrador articulado de la resistencia cubana a la dominación española desde la Isla. Hombres de patriotismo incuestionable, antiguos independentistas o no, asistían a sus mítines como la nueva vía de lucha contra el colonialismo español.
Por esto es que sin un estudio pormenorizado del alcance y las proyecciones de esta corriente política, se hace imposible comprender en toda su magnitud la realidad del último tercio del siglo XIX cubano. Es precisamente la escasez de investigaciones sobre el autonomismo en Cuba en esta etapa, unido a la variedad de matices, lo polémico del tema, unido a que surge esta corriente en un momento de tránsito en la historia de Cuba, marcada por el comienzo del fin de una etapa (la esclavista) y el inicio de otra (la capitalista); prisionero además entre dos momentos de afirmación nacional (la Guerra de los Diez Años y la Guerra del ´95), que como mencionábamos han acaparado la atención de casi la totalidad de la historiografía cubana de todos los tiempos, lo que nos motivó a la realización de esta investigación.
Este trabajo que les presentamos hoy consta de cinco capítulos, en los que se abordan los principales proyectos autonómicos anteriores a 1878; el surgimiento del Partido y sus presupuestos fundamentales; la política insular y metropolitana frente a la autonomía; el posicionamiento ideológico autonomista frente a la independencia desde el surgimiento mismo del partido; las valoraciones de algunas de las figuras más importantes de la revolución sobre la autonomía; el gobierno autonómico y la posición que adoptaron los EE.UU. frente a la autonomía; además de un profundo estudio historiográfico sobre el tema.
¿Tenían los autonomistas posibilidades reales de triunfar en el escenario político de su época? ¿Contribuyeron al proceso de conformación de la nación cubana, o fueron esencialmente antinacionales? ¿Se puede realizar la misma valoración del autonomismo en todas sus etapas de existencias? Algunas de las respuestas a estas y otras incógnitas, que representan, sin duda, algunas de las polémicas más enconadas ―y que aun persisten― en torno al tema, esperamos que las puedan encontrar en este libro.
Quizá a algunos podría parecerles ocioso el estudio de fenómenos tan lejanos en el tiempo, como resulta el caso del autonomismo, que data, como se sabe, del último tercio del siglo XIX. Para nada, justamente ahora que se ha erigido en estandarte ―como antaño―, de los enemigos de la Revolución, que han hecho del autonomismo casi un patrimonio, y han tratado de usarlo para negar primero la Revolución “inventada” por Martí ayer y luego la liderada por Fidel de hoy, presentándolos ―a los autonomistas― como los únicos representantes verdaderos de la nacionalidad cubana. Se vuelve entonces el estudio del autonomismo, de los más actuales.

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