Gustavo Silva
Al poner en marcha la Operación Urgent Fury, el presidente Reagan propició el primer enfrentamiento entre tropas regulares de los EE. UU. y militares castristas. Castro mandó al coronel Pedro Tortoló en un avión AN-26 para Granada, donde había sólo 42 asesores militares cubanos y unos 600 constructores, a quienes se entregaron los AK-47 disponibles. La mayoría saldría con las manos en alto de las trincheras del aeropuerto de Punta Salinas, después que las baterías antiaéreas fueron silenciadas y los paracaidistas estadounidenses comenzaron a avanzar.
La misión militar cubana se quebró también tras el primer golpe de la aviación. Cuba se estremeció al noticiarse que el último reducto se inmoló abrazado a la bandera (“los últimos seis se inmolaron…”) y aparecer Castro en televisión para comparar a Tortoló con Antonio Maceo.
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