En el 2010, a tres años de RC en el poder dije en TLP: “Este señor que ahora es jefe absoluto de aquel mundo, tiene expedita la vía para cambiar todo lo malo, para hacerlo rápido y para hacerlo bien. Debiera prescindir de congresos e ideologías maltrechas y reconocer que con paños tibios y manteniendo en su mano el garrote del hermano, no se llegará a ninguna parte que no sea aumentar los males y la miseria de un pueblo débil e incapaz de protestar y pedir sus derechos más elementales. Si lo hiciera bien y rápido no tendría que temer a represalias futuras ni a rencores ni a revanchas. No tendría que temer por él, ni por sus parientes, ni por sus amigotes del ejército. Si lo hiciera bien y rápido tendría el apoyo total de aquel pueblo, de la comunidad internacional y se ganaría un lugar digno en la historia”
Para algunos algo ha hecho, para mí no, al menos nada importante. Ha preferido mantenerse en la Nada Cotidiana, esa de dejar pasar el tiempo, continuar la rutina del socialismo cubano y preparar congresos, lineamientos y reformas que sabe de antemano destinadas al fracaso y que solo generan más desigualdad y pobreza a la mayor parte del pueblo.
Propongo a los lectores que citen las “mejoras reales” que ha introducido después de siete años y les propongo analizar una a una, con sus efectos positivos y negativos para ver al final si el balance es satisfactorio y sobre todo si es suficiente. Vale la pena recordar que lleva en su mandato casi el tiempo máximo que puede gobernar un presidente norteamericano.
Dejo en el aire también una pregunta que no deja de ser interesante; Raúl Castro gobierna mal pero apenas recibe críticas, miente pero muchos le creen y para colmo ni siquiera se le considera un dictador. ¿Cómo lo logra?
En eso le reconozco sus méritos. Ha sabido mantener un perfil bajo, con escasa participación pública, discursos apagados y aburridos que no dejan consignas ni titulares y cuando ha apretado las clavijas al pueblo, lo ha hecho simulando que las soltaba. Tanto es así, que algunos se complacen con sus medidas y leyes (que debían ser impopulares) y hasta le reconocen como un gran reformador. Si el hermano era inteligente y malo, este además de eso, es astuto.
Parece que Raúl no leyó mi recomendación del 2010 o si lo hizo no le prestó ningún interés. Porque en tres años bien aprovechados hubiera podido:
1,- Proyectar, refrendar y poner en vigor una nueva constitución, democrática y moderna que diera carpetazo a cinco décadas de un rumbo perdido. A partir de ella ya hubiera podido remodelar todo el enramado legal que sostiene aquel sistema en lo político, en lo económico y en todo lo referido a lo social.
2,- Habría podido iniciar la privatización, mediante ventas o subastas, de una parte de los bienes públicos, industrias, tierras, bienes inmobiliarios, hoteles, líneas de transporte, servicios de telefonía, de agua, de gas, de electricidad, llenando así las arcas del estado.
3,- Habría reducido a mínimos el ejército y otras fuerzas militares.
4,- Habría solucionado el problema monetario del país.
5,- Habría liberalizado el comercio, también el exterior.
6,- Habría impulsado el desarrollo de la industria de materiales de construcción
7,- Habría podido establecer un sistema impositivo justo y con las carencias necesarias para los ciudadanos con menos recursos.
8,- Habría podido preparar una reforma educacional para todos los niveles y asignar recursos extraordinarios para promover un cambio rápido y radical en esta actividad.
9,- Habría podido legislar todo lo relativo a pensiones y a todo el tema de la seguridad social.
10, Habría establecido el multipartidismo y propuesto las primeras elecciones generales para 2016.
11,- Habría establecido relaciones diplomáticas y comerciales con EEUU
12,- Habría podido acudir a las entidades financieras internacionales en búsqueda de créditos.
De haberlo hecho así ahora tendría la admiración y el respeto de todos, también de los que ahora le criticamos. Pero él prefirió hacer otras cosas, permitir los celulares, la entrada a hoteles, el trabajo por cuenta propia, el despido de miles de trabajadores públicos, establecer un sistema impositivo desproporcionado, aumentar precios, eliminar el permiso de salida, permitir la venta de coches y casas, permitir que los peloteros fichen por equipos profesionales y otras similares.
Lo primero traía beneficios para toda la sociedad y establecía las bases para un cambio tranquilo y rápido hacia un sistema democrático y justo. Lo que ha hecho ha beneficiado a un pequeño por ciento de la población a la vez que ha afectado al resto de la sociedad cubana.
La hoja de ruta que ha escogido, larga, penosa para la población y sin destino seguro puede complacer a algunos resignados. Yo creo que Raúl Castro, después de 45 años colaborando en el hundimiento del país no ha tenido el valor y la dignidad de aprovechar sus últimos años y todo el poder que ostenta para recomponer, al menos en parte, el daño que su Revolución le hizo a Cuba.
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