Supongo que se
hayan quedado muy a gustito con el comunicado que acaban de dar a conocer hoy
miércoles 22 de febrero de 2014, los disidentes viajeros que se reunieron en Madrid para, según el portal Diario de Cuba, crear “un grupo representativo que buscará el reconocimiento de la legitimidad
de la sociedad civil cubana”.
Los firmantes,
exigen, óiganlo bien, exigen, a un gobierno dictatorial, que no les hace el más
mínimo caso (ni a ellos ni a los que estaban antes que ellos); que lleva más de
54 años esquivando con milagrosa suerte las sostenidas presiones de la primera
potencia mundial, que libere a los presos políticos y que por fin, se decida a
aplicar los pactos de Derechos Humanos ya suscritos por un régimen, que ¡por
Dios! a pesar de sus repetidas y probadas exacciones contra su propio pueblo es
miembro electo de esa espuria Comisión.
Tampoco han
olvidado los signatarios de reclamar con firmeza que se respeten los convenios
sobre derechos laborales y sindicales, refrendados de manera solemne por los
hermanos Castro durante los últimos años, mientras explotan con toda la cara a
sus nacionales, vendiéndolos como esclavos en el exterior por medio de
contratos leoninos, sobre los que hasta el día de hoy, potencias “democráticas”
regionales como Brasil, no han encontrado nada que criticar, ni en la letra ni
en el texto, a pesar del reciente escándalo de la doctora Ramona Matos, que ha
puesto al desnudo toda la asquerosa -y bien conocida- tramoya.
En un reciente
artículo publicado en estas mismas páginas, he comentado y ahora vuelvo a
repetir, que los actuales opositores cubanos no tienen ninguna posibilidad de
triunfo porque llevan 119 años repitiendo los mismos errores históricos, no sé
si por ignorancia, desidia o comodidad, pero en el fondo poco importa, porque
ese camino seguirá sin llevar a la Nación a ninguna parte.
Sus ilustres
antecesores vendieron la isla a Washington para obtener la influencia política
que España les negaba parcialmente. Cooperaron de manera activa con aquella
potencia entonces emergente, sabiendo que desde principios del siglo XIX, conspiraba
para apropiarse a la isla. Aun así, desencadenaron una guerra civil que terminó
destruyendo a una nación otrora rica y próspera, entregándola de pies y manos
atada a su peor enemigo. Hoy todos los actores de dentro y de fuera se vuelven
hacia el mismo interlocutor, sin tomar en consideración las enseñanzas de la
Historia.
A ver si se enteran todos de una vez.
Nunca, la
isla de Cuba será realmente independiente ni tendrá gobiernos democráticos tal y como
sueñan, quizás de manera sincera algunos de estos líderes virtuales. Hoy menos que jamás. Enumerar
las razones sería demasiado fastidioso. El circo mediático en el que actúan, sin la justificación del aislacionismo, les impide ver realidades que
son para cualquiera que desee encararlas más que evidentes.
Cuba tras casi 60 años de empobrecimiento continuo, se
encuentra hoy ante las mismas disyuntivas de ayer, sólo que el mundo actual
ofrece una solución que podría convenir a todos los actores de este drama, pero
que sobre todo, beneficiaría a 12 millones de cubanos. Obrar por ella es un
deber de todos los que disponen de un mínimo capital político, aunque lo hayan
obtenido por obra y gracia del grupo Prisa o de Dios Padre en persona.
Termino recordándoles
a todos los firmantes de ese enésimo y voluntarioso texto, los versos finales de la fábula de Juan Martínez
Villergas “El águila y la bala”. Al que le sirva el sayo que se lo ponga. El
tiempo se acaba.
Pero que sepas (…)
que el que sube como un trueno
suele bajar como un rayo.
que el que sube como un trueno
suele bajar como un rayo.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire