Recientemente estuve con un amigo en la casa de América
Latina en París, con motivo de una serie de conferencias sobre el país de
Chávez. Tras escuchar a los ponentes, salí de allí con la certeza de que las
cosas iban a ponerse feas muy pronto y desgraciadamente no me equivoqué.
Los actuales autócratas bolivarianos han sido ya bastante denigrados por sus enemigos y ensalzados por sus amigos, así que por ese lado ya no queda mucho por decir, lo cual nos permite concentrarnos sobre una cuestión esencial.
¿Cómo es posible que la renta petrolera y la
concentración de casi todos los poderes entre las manos de Nicolás Maduro no
permita la creación del primer estado de bienestar moderno y eficaz en
América?
El 85 % de los miembros de la Confederación de Industriales
Venezolanos considera que uno de los principales obstáculos para el desarrollo
del sector empresarial, lo constituyen los recurrentes ataques por parte de los
medios de prensa gubernamentales, de los que son víctimas pasivas, porque los
muestran como saboteadores del proceso revolucionario dadas sus actitudes
egoístas y poco solidarias.
Críticas semejantes condujeron hace varias décadas al
mentor del presidente venezolano, Fidel Castro, a expropiar sin
indemnizaciones, tras un maratónico discurso de diez horas, todos los negocios privados
que quedaban en las manos de la gente, sucedió el 13 de marzo de 1968, en medio
de actos que se conocieron en Cuba como la “Ofensiva Revolucionaria” y que
condujeron a la quiebra del capitalismo cubano.
44 años después se redescubre, alienta e implementa en
Cuba la propiedad privada, como una solución capaz de reactivar la maltrecha
economía socialista cubana. Espero al menos, que esta lección no se les haya
olvidado a los responsables de aquel desastre (los mismos que ahora están
exportando su caduco modelo, pensando que podría funcionar mejor en un país que
puede –indiscriminadamente- costear las locuras del estado gracias al petróleo)
porque se equivocan ahora como se equivocaron antes. Se ha demostrado con
creces que el Estado es un pésimo gestionario de la riqueza nacional.
Según los empresarios venezolanos 40 % de entre ellos
registraron una disminución de hasta un 90% de sus operaciones comerciales y la
actividad de la industria manufacturera también acusó un significativo descenso
durante el año que acaba de terminarse. Otro sector que se ha visto seriamente
amenazado por las políticas del régimen ha sido el agrícola, la Federación
Venezolana de Productores Agrícolas ha dicho que a raíz de la asfixia económica
a la que han sido sometidos, por la fijación estatal de precios por debajo de
los costos de producción, se ha provocado un desplome de la producción. En su
informe demostró que de las 98.500 hectáreas de arroz sembradas este año,
equivale a 46 por ciento de las 214.000 que se sembraron el año pasado, en
consecuencia el volumen de la producción de este año es igual al registrado
hace tres décadas. No existe un complot internacional, esta es la verdadera
causa de la actual escasez.
Otra empresa de encuestas “Medición” señala que la
ineficiencia del régimen ha ido creciendo en la medida que afianza el chavismo
en el poder y, desde luego, 60 por ciento de los venezolanos considera al
presidente como el principal responsable de la crisis que vive el país. A pesar
de todas estas cifras que hablan por sí solas, Maduro se aferra a un modelo
centralizador provoca la irritación popular y que está llevando a su país al
abismo.
Todo el mundo se escandaliza por la actual situación, sin
embargo era previsible, puesto que el avance solapado de las ideas socialistas
“mixtas” es el principal mal de nuestro siglo. La creencia que estipula y
condiciona el éxito de un país a la intervención del estado de bienestar en los
asuntos económicos, nunca ha sido completamente rechazada por las élites
pensantes como un absurdo sin pies ni cabeza. La caída del Muro de Berlín no
significó para nada su descrédito, al contrario sigue viva y haciendo estragos
–como lo muestra la actual explosión social.
El socialismo de estado, marginado como quedó al
desaparecer el Sistema Socialista Mundial a finales del siglo pasado, parecía
completamente muerto y enterrado, pero no es así. Nos rodea insidioso a través
de los Bancos Centrales, las organizaciones monetarias internacionales,
aprobadas y caucionadas por los mismos dirigentes que rigen las políticas
nacionales y los precios.
Pero más grave aún, dentro de las naciones desarrolladas "des riches" también se mantiene presente, confundido con la idea de solidaridad nacional. Una semilla capaz de hacer germinar el árbol de las buenas intenciones y con él, su cortejo de manipulaciones que siempre acaban en guerra, pobreza y drama para los Estados en vías de desarrollo, empecinados en seguir a falsos profetas por aquestos caminos de quiméricas esperanzas.
El caso de Venezuela lo prueba y el de Cuba ya lo ha confirmado.
Cualquier doctrina conducente a la instauración de un sistema socialista lleva irremediablemente a la ruina total del país que lo aplique. Ello es sabido desde que la Unión Soviética comenzó a hacer aguas teniendo que emplearse en levantar el Muro de Berlín, algo tan innecesario cómo contraproducente.
RépondreSupprimerQue una nación tenga petróleo no es sinónimo de riqueza para la población. Solo hay que ver algunos paises productores, sumamente corruptos y con poblaciones en estado crítico cómo en Guinea Ecuatorial.
Un saludazo.
Estamos en peligro con esas ideas expandiéndose por todos lados. Pero bueno, un día llegará que los venezolanos se levanten sin huevos y sin pan, entonces tal vez la experiencia servirá de lección para el resto del mundo.
RépondreSupprimerYa ese dia acaba de llegar, como mismo lo pensastes jejeje,,,,, un saludo.
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