mercredi 9 janvier 2013

Ahora, federalismo

Antoni Such. Levante-EMV.com » Opinión

Vamos para 35 años de vigencia de nuestro texto constitucional, tiempo más que suficiente para que nos pongamos manos a la obra a valorar todo lo que hace falta cambiar de la misma en aras a poder tener otros 35 años más de estabilidad política, de progreso y bienestar.
Es cierto que el modelo territorial escogido por nuestros diputados en el 78, está puesto en duda en estos momentos. El modelo territorial de nacionalidades y regiones no ha generado la cohesión suficiente y sí tensiones innecesarias que desestabilizan el nivel competencial y la estructura territorial de la administración, generando confusión y confrontación algunas veces. El modelo que surgió del 78 es el que se basa fundamentalmente en una reivindicación permanente y en un tira y afloja entre la estructura periférica y el Estado central. De tal forma que da la sensación de que nunca se acaba la tensión y que dependiendo de quien es el que gobierna en determinados comunidades autónomas, esta tensión se recrudece.
La realidad es que podemos darnos por satisfechos que hayamos podido llegar hasta aquí. A la vez también se tensiona innecesariamente desde la Administración central, con soflamas partidarias de recuperar competencias de las comunidades debido fundamentalmente a la nula estructura de independencia económica de que disponen las comunidades autónomas respecto de los impuestos y tasas que pagan sus ciudadanos. Para poder normalizar toda esta situación, es necesario que se proceda a abrir el debate de la necesidad del Estado federal. Esta nueva estructura política y administrativa propiciaría que se definieran claramente las competencias del Estado y que las restantes fueran atribuidas a las distintas comunidades. Que estas competencias fueran cubiertas económicamente por cada una de las autonomías mediante el pago de los impuestos por parte de sus ciudadanos, de forma que existiera una autonomía fiscal y presupuestaria completa para cada una de las comunidades procediendo éstas a prestar mejor o peor servicios en función del esfuerzo fiscal de sus ciudadanos. Esto evitaría claramente la permanente discusión sobre la distribución del esfuerzo inversor del Estado en el territorio y, sobre todo, la aplicación discrecional del mismo por parte del Gobierno central, así como se acabaría en una negociación permanente con Madrid en aras a conseguir los recursos necesarios para poder prestar los servicios, ya que cada federación recaudaría sus propios impuestos e invertiría en el territorio propio y en sus ciudadanos.
Es necesario finalizar la discusión del entramado territorial y administrativo del Estado. Estoy convencido de que con la apuesta de la organización mediante el Estado federal, la autonomía política, social y económica se aplica plenamente cerrando el paso a debates y confrontaciones territoriales que nos llevan a tensionar al Estado poniéndolo incluso en peligro.
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