La idea es absurda, infantil e idiota. Pero a la vez es tan sugerente, que ha cautivado a la clase política y económica de EEUU, enzarzados en un exasperante debate sobre el precipicio fiscal y el techo de endeudamiento. ¿Puede Obama acuñar una moneda de platino por un valor de un billón de dólares, y acabar así con las maniobras republicanas que amenazan con paralizar su Gobierno?
(Y ya puestos, ¿podría España hacer algo similar, y acabar con una simple moneda con la sequía crediticia?)
El departamento del Tesoro de EEUU está facultado por una ley de 1990 a acuñar monedas de platino con fines conmemorativos, y venderlas a coleccionistas. Según la iniciativa de un grupo de economistas, apoyada ahora por el influyente premio Nobel Paul Krugman en su blog del New York Times, sería factible que acuñaran una moneda de un billón de dólares –unos 750.000 millones de euros-, la depositaran en la Reserva Federal –el Banco Central norteamericano-, y a cambio obtuvieran toda la liquidez que necesiten para pagar sus deudas. De esta manera, el Gobierno Obama podría saltarse a la torera el yugo al que le tiene sometido la mayoría republicana en el Congreso, que se niega a dar autorización para aumentar sus límites de endeudamiento: el año pasado, el mismo pulso provocó que Standard & Poors degradara la calificación de la deuda de EEUU, que perdió por primera vez en 70 la codiciada triple A.
¿Es posible acuñar esa moneda de platino? Sí lo es. Pero es muy improbable; supondría violar el espíritu –que no la letra- de la ley, así que se trata más bien de una estratagema para denunciar las tácticas republicanas que amenazan con un bloqueo mayor aún que el abismo fiscal. Como asegura Krugman, acuñar la moneda de platino es estúpido pero inocuo, frente al riesgo de que los republicanos empujen al país a la quiebra; algo igualmente estúpido, pero de consecuencias desastrosas. Krugman defiende que fabricar dinero –monedas o billetes- no provoca inflación en estos momentos de fase depresiva de la economía, algo de lo que discrepan otros analistas.
Krugman ha llevado el juego al punto de proponer que la moneda lleve la efigie de John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes, “porque sin él, nada de esto sería necesario”.
Para ser una broma, el debate está encendiendo los ánimos en EEUU. El congresista republicano Greg Walden quiere taponar por ley esta posibilidad, mientras que el demócrata Jerrold Nadler aboga por la moneda como respuesta a la actitud de los republicanos que califica de gangsteril.
Por cierto: según Nadler, ni siquiera hay que acuñar físicamente la moneda. Basta con que Obama diga que está dispuesto a hacerlo si es necesario. Un órdago que nos suena familiar en Europa, si recordamos las palabras que pronunció el presidente del Banco Central, Mario Draghi, en plena tormenta de la prima de riesgo, en julio de 2012: “El BCE hará todo lo necesario para sostener el euro. Y créanme, será suficiente”.